Venezuela

La fiscal de la chaqueta roja

“No hay factura que valga, nos llevamos toda la mercancía por orden del presidente Maduro”. Eso argumentaron los guardias nacionales, funcionarios de la Superintendencia de Precios Justos y el ministro de Alimentación, el inefable Carlos Osorio, cuando se presentaron el lunes 2 de noviembre pasado a expropiar el edificio Pasaje Farías, uno de los que desde hace varias décadas servía de depósito al Mercado de Quinta Crespo.

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“El edificio está expropiado con todo”, dijeron. Ante la pregunta de que dónde estaba la orden de allanamiento, respondieron: “ésa no hace falta”.

En su blog “Evitando intensidades” Adriana Villanueva narra con detalle lo que sucedió ese día y los días después. http://evitandointensidades.blogspot.com/2015/11/la-version-no-oficial-del-saqueo-en.html Es la versión no oficial, pero a la vez la más cercana a la realidad que podamos tener, además del testimonio de los vecinos y de los comerciantes víctimas de la barbarie roja.

La dueña del edificio tiene 96 años y es la abuela de Adriana. Relata esta última que para el día miércoles 4, del Edificio Pasaje Farías apenas quedó la estructura: la Guardia Nacional cargó hasta con los aires acondicionados, bombillos y teléfonos del inmueble. ¿Esas cosas estaban en la lista de expropiación? No importa si no estaban: los verdeolivas se sienten los dueños del país, bravucones, armados y apoyados.

Me contó Adriana que la angustia mayor de su abuela es lo que será de los comerciantes que perdieron todo lo que tenían allí. Muchos de ellos habían adquirido con anticipación los ingredientes para las hallacas de diciembre y ahora solo les queda lo que tienen en sus puestos y una enorme deuda a sus espaldas. Ya veremos cómo esos productos aparecerán en una suerte de reedición del “Dakazo” en los Mercal, a precio de gallina flaca.

Creen que así la gente se olvidará del año que lleva haciendo colas, pasando por la humillación de las captahuellas, de tener que llevar a sus bebés recién nacidos para que les vendan pañales, o de que devuelvan a jóvenes menores de dieciocho años que quieren comprar toallas sanitarias “porque son menores de edad”… (ni siquiera de eso saben)…

Yo me imagino que la gente comprará la mercancía pero irá a votar por el cambio que representa la MUD. Porque el cuento repetido ad nauseam de la guerra económica, los Estados Unidos, Colombia y otras necedades que han inventado, ya nadie se los cree.

Aquí hay escasez porque ha habido una gran ineficiencia en el manejo de los medios de producción, por las expropiaciones y por el robo descarado de millones de dólares que antes sobraban, pero que ahora hacen falta.

Toda esta historia –trágica, desoladora y desesperada- tiene sin embargo una arista que me llenó de esperanza. Aún en los peores momentos aparece la esperanza, como en la Caja de Pandora. Cuenta Adriana Villanueva que una fiscal «se quitó la chaqueta roja movida por los llantos de los comerciantes saqueados y la tiró al piso exclamando “yo no puedo prestarme a esto”».

Quizás ya fue execrada del Ministerio Público. No sé su nombre y espero que no le pase nada, pero le hago llegar mis más sentidas gracias. Ojalá hubiera más como ella, que no se presten a “esto”, ni a “eso” ni a ninguna otra marramuncia.

Va a costar salir de esta atmósfera podrida en la que vivimos. Pero si cada uno de quienes nos sentimos asqueados por esta situación decimos como la fiscal de la chaqueta roja que “yo no me presto a esto”, el país irá cambiando y la brújula, finalmente, comenzará a buscar el norte.

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