Es difícil comenzar un relato con sentimientos encontrados. No solo de quien escribe, sino por las percibidas durante más de seis horas de jornada en las que fueron liberados 36 de los 80 presos políticos que prometió la Comisión de la Verdad.
Este 23 de diciembre, luego del anuncio de la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, Delcy Rodríguez, sobre la decisión de “medidas sustitutivas a la prisión” para 80 presos políticos, comenzó una montaña rusa para familiares, allegados y para los propios detenidos.
Nadie sabía nada. La noticia que revelaba Rodríguez agarró desprevenidos a los propios funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), quienes mandaron a suspender la visita de forma intempestiva para trasladar a 12 de los detenidos a la Casa Amarilla. Tampoco ellos sabían qué pasaba. Muchos creían que se estaba produciendo un golpe de Estado por la cara “pálida” de los efectivos.
Allí comenzó la otra parte de la montaña rusa: quiénes saldrían. Los policías pasaban por las celdas diciendo quiénes serían liberados. Aunque, en algunos casos, alargaban un poco más el terror psicológico asegurándole a varios que no saldrían por “mala conducta”.
Alejandro Zerpa y Juan Miguel de Sousa fueron los primeros en lograr ver el último rayo del sol de la jornada. Los trasladaron escoltados al Hospital Militar y desde el centro de salud los liberaron.
Mientras en los alrededores de El Helicoide, sede del Sebin ubicada en Caracas, cientos de familiares y amigos aguardaban. En el segundo grupo en salir de prisión estaban 12 de los 14 funcionarios de la Policía del municipio Chacao. Los policías fueron acusados por el asesinato del periodista Ricardo Durán y duraron un año y medio con una boleta de excarcelación que nunca fue acatada por el organismo que dirige Gustavo González López.
A los presos políticos los fueron liberando a cuentagota. Un bolso o una maleta era lo único que los excarcelados llevaban a cuestas. A metros de la entrada, los familiares hacían maromas para ver de quiénes se trataban; cuando lograban divisarlos, los gritos, aplausos y lágrimas no paraban. Los recién liberados estaban igual, con lágrimas en sus ojos y un poco desorientados.
Todos coincidían en lo injusta que fue su prisión siendo inocentes y más teniendo una boleta de excarcelación. Arrodillados y en círculos, rezaban y le daban gracias a Dios.
Los PoliChacao empezaron a salir a las 6:00 pm. Casi a las 8:00 pm, habían salido doce. Dos no abrazarían a sus familiares: Reggie Andrade y Fred Mavares. ¿La razón? Sus compañeros decían que la desconocían. Fuentes cercanas a la cárcel política indicaron que fueron castigados por haber filtrado algunos videos.
El recién electo alcalde del municipio Chacao, Gustavo Duque, en compañía de los efectivos de la institución los recibían mientras los ya “libres”- deben presentarse ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) como casi todos los liberados- expresaban su intención de reincorporarse a sus funciones policiales.
Un autobús blanco aguardaba a los PoliChacao y sus familias. Mientras iban subiendo, los familiares de Fred Mavares lloraban desconsolados y gritaban “quedan dos”. Su hija, desesperada, pedía que no “abandonaran” a sus compañeros.
Media hora después, comenzaron a salir otros presos. La escena se repetía. Con la oscuridad de la noche se hizo más complicado identificar a quienes bajaban por la larga cuesta. Pero una vez en la puerta de El Helicoide y con la luz del faro de la caseta de entrada hacia ese sitio de reclusión que le robó años de vida a muchos, comenzaban los gritos y las lágrimas.
Aunque los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) -comparten sede con el Sebin- gritaban que se mantuviera distancia, algunos familiares no aguantaban y subían corriendo para abrazar a los liberados.
La situación parecían más una escena de liberación de rehenes.
Las horas transcurrían indefectiblemente. A la espera se le sumaba la tensión propia de todos los venezolanos de estar en la calle a altas horas de la noche y la realidad de un país en crisis. La conocida “ballena” y varios vehículos tácticos, así como contingentes antimotines de la PNB, entraban y salían de la sede ante las distintas protestas que ocurrían en la ciudad.
De fondo, las cacerolas sonaban como hilo musical para las liberaciones.
Rodando una pequeña maleta -de esas que uno lleva de equipaje de manos-, luciendo pálido y delgado, salía el alcalde del municipio Iribarren del estado Lara, Alfredo Ramos. Aunque al principio estaba renuente a declarar a la prensa, agradeció a su familia y calificó su detención de “arbitraria”.
Sobre su presencia ante la Asamblea Nacional Constituyente, alcanzó a decir que ese órgano “era una realidad” y aseguró que, pese a “esta prueba que le puso la vida”, seguirá “luchando”.
La forma de liberarlos también llamaba la atención. A varios los bajaban en carros y los dejaban allí. A los minutos es que los familiares se daban cuenta cuando ellos se acercaban hasta el lugar de espera. Así fue con Carlos Pérez, el profesor detenido durante los campamentos de 2014 y el único que quedaba detenido por ese caso.
“¡Al fin libre!”, “quiero ver el sol, dormir en mi cama”, eran las frases que más se repetían. Esas y los agradecimientos hacia a sus familias.
Muchos familiares que sabían que sus presos no serían liberados, permanecían en el lugar en llanto: «Estoy aquí para compartir la alegría de ellos y para imaginar cómo será cuando salga mi hermano”, decía el familiar de un preso político que prefirió guardar el anonimato.
Aquellos que iban saliendo, no se iban. Querían recibir a sus compañeros de prisión. Algunos, sucumbían ante la presión familiar.
El frío de un 23 de diciembre también hacía acto de presencia. Edgar Vargas y Alexander Sierra, detenidos durante las protestas de abril a julio de 2017, corrieron gritando “¡Libertad!¨. Marcos Rada, Betty Grossi, Danny Abreu, Andreas Díaz, Carmen Salazar y Andrea González también disfrutaron de la libertad.
Pilotear un dron llevó a Andreas Díaz a pasar diez meses privado de libertad. El testimonio de José Rafael Pérez Venta, acusado de asesinar a Liana Hergueta, mantuvo tras rejas a Betty Grossi, Alejandro Zerpa, Andrea González y Danny Abreu. Estar en un club, hablar mal del gobierno y ser escuchada por un supuesto “patriota cooperante”, hizo que Carmen Salazar fuese detenida y encarcelada.
Estas historias, muchas absurdas, todas con un nivel de saña inimaginable, son una muestra de lo que más de 300 venezolanos han pasado en estos últimos años.
Víctor Hugas, Jorge de Castro, Rafael Liendo, Juan Miguel de Sousa y Leonel Sánchez tenían más de un año presos por tuitear contra el Gobierno. En el caso de Leonel Sánchez, fue detenido en Barinas, estuvo recluido 30 días en el Sebin de Plaza Venezuela en Caracas conocido como “La Tumba” y finalmente en la sede del Helicoide.
Relata cómo fue sometido a la “tortura blanca”, tenía seis meses que no veía el sol. Sánchez se declaró culpable “como estrategia para salir en libertad”. Sin embargo, no le funcionó: no lo liberaron, a pesar de tener una medida humanitaria por sufrir de la cervical. Nada de eso importó. A él lo señaló Diosdado Cabello en un programa de televisión. A pesar de haberse declarado culpable, sostiene su inocencia y se declara un preso de conciencia.
De los 36 excarcelados, según la cuenta que lleva registrada la organización Foro Penal, casi todos fueron informados por funcionarios de las condiciones de su liberación. Algunos lo hicieron públicas y otros no. Todos tenían medidas de presentación ante tribunales y a ninguno se le comentó si quiera que debían presentarse ante la Comisión de la Verdad o ante la ANC.
Lo peculiar es que a cinco personas les indicaron que debían irse del país. Cuatro tienen doble nacionalidad: Juan Miguel de Sousa, Andrea González, Betty Grossi, Andrea Díaz y Danny Abreu parecieran haber sido desterrados de su tierra.
Juan de Sousa es hijo de portugueses aunque no tiene la nacionalidad. A Betty Grossi y Andrea Díaz le indicaron que debían irse a Italia; a Andrea González para España y a Danny Abreu a Portugal. De hecho, un vehículo con placas diplomáticas estuvo en el lugar.
Los abogados señalan y recuerdan que la Constitución venezolana no permite el destierro. Aunque los detenidos fueron informados de eso por funcionarios, los abogados esperan ir a tribunales para verificar la información.
De esto, ya hay antecedentes con Francisco Márquez y Gabriel San Miguel, quienes salieron en libertad con la condición de irse del país.
Todos firmaron un acta en la que se especificaba que eran liberados por la ANC, lo que demuestra su condición de presos por razones políticas tan negada por el propio gobierno.
La medianoche llegó. Las inmediaciones de El Helicoide estaban cada vez más vacías, mientras los familiares de Jhosman Paredes y Roberto Picón, el coordinador electoral de la oposición, permanecían allí. Eran los únicos que faltaban de la “tanda” prevista.
Rodnny Navarro, uno de los más antiguos detenidos, permanecía allí. Jhosman es su “causa”. Ambos están relacionados en el caso de Lorent Saleh y Antonio Ledezma.
Pasadas la una de la madrugada y con información de que las boletas de excarcelación “no estaban listas”, Picón y Paredes no salieron. Los rostros de las familias hablaban solos. Picón había sido uno de los trasladados a la Casa Amarilla para el acto de la Comisión de la Verdad. Su familia no entendía. No había respuestas para ellos.
A las 4:00 am, el timbre de la casa sonó. Una comisión del Sebin trasladó hasta su hogar a Picón, el llamado “cerebro electoral” opositor. Paredes fue liberado alrededor de las 6:00 am.
Francisco Alejandro y Francisco José Sánchez, conocidos como “los morochos” y activistas de Primero Justicia, también fueron liberados este 23 de diciembre. Se encontraban recluidos en la sede antiterrorista del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), ubicada en la avenida Urdaneta, en el centro de Caracas.
Los únicos presos políticos en Amazonas, Victoria Franchi y Humberto Yosuino, también salieron. Así como el profesor jubilado de la Universidad de Carabobo, Santiago Guevara.
Todos los liberados también coincidían en expresar la tristeza por dejar a sus compañeros aún en prisión.
Daniel Ceballos, con su grillete electrónico, permanece alejado de casi todos los detenidos. Joshua Holt, está aislado completamente. La seguridad en el Helicoide se reforzó tras la fuga de Antonio Ledezma.
Estas liberaciones son producto de las negociaciones que se mantienen en República Dominicana. Varios de los involucrados no dudaron en mostrar su sorpresa pues eran escépticos de que el gobierno accediera. También refieren que seguirán insistiendo en que todos sean liberados.
Para los que este 24 de diciembre amanecen en sus casas junto a sus familias, “la lucha sigue”.
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