Venezuela

Los días finales

La escalada de eventos políticos y económicos que han tenido lugar en este mes de agosto, en una suerte episodios cada uno más estrambótico, no hacen más que confirmar lo que ya sabemos: el régimen de Nicolás Maduro vive sus días finales.

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FOTOGRAFÍA: PRENSA PRESIDENCIAL

Tres cosas, al menos, pueden verse del régimen con absoluta claridad tras las primeras semanas de este octavo mes de 2018. La primera es su debilidad, la segunda es la maldad y la tercera es su incapacidad. La combinación de todos estos elementos nos coloca, sin duda, en una hora terrible para la vida nacional.
El supuesto atentado del 4 de agosto, haya sido real por parte de grupo opositor o haya sido un montaje de algún sector desde el poder, lo que dejó para la historia es la imagen de uniformados saliendo en desbandada, un operativo de seguridad que dejó mucho que desear para preservar (en teoría) la vida de los integrantes del alto gobierno.
Lo acontecido el 4 de agosto dejó al descubierto la debilidad del régimen de Nicolás Maduro.
El 10 de agosto, por otro lado, el régimen nos mostró hasta dónde puede llegar su maldad. Ya la detención del diputado Juan Requesens, violando su inmunidad parlamentaria, sin procedimiento previo, estuvo llena de irregularidades, de violaciones a sus derechos básicos. El 10 de agosto se difundió un vídeo que también pasará para la historia de la infamia nacional.
Al difundir el vídeo de Requesens, sin que hubiese un quiebre entre los responsables de la seguridad en el régimen, para desligarse de aquello, nos dice claramente hasta dónde es capaz de llegar la maldad del poder.
La aparente falta de castigo, para un exabrupto de esta naturaleza, abre las puertas al efecto espiral que suelen tener las violaciones a derechos humanos. Los responsables directos y quienes dieron la orden de vejar al diputado Requesens, ante la ausencia de una sanción, podrían cometer cosas peores. Así ha ocurrido en la historia de los regímenes que violan de forma sistemática los derechos humanos.
El colofón de la tormenta final, que representa en este momento el chavismo para Venezuela, ha venido de la mano de unas supuestas medidas económicas. Disparatadas, desconectadas entre sí, siguiendo la misma lógica populista y lo peor de todo, ninguno de esos anuncios del viernes negro de Maduro, el 17 de agosto, apunta al problema central que es ponerle límites a la emisión de dinero sin respaldo.
El vídeo de la cadena nacional de radio y televisión del 17 de agosto deberá ser considerado un material para la historia nacional. Ese vídeo también servirá para las responsabilidades que en algún momento se deberán establecer sobre cómo Venezuela fue llevada a su ruina y quiénes fueron los responsables de ello.
El mensaje de Maduro del 17 de agosto entre muchos aspectos simbólicos, dejó en notable evidencia la absoluta incapacidad que tiene la actual cúpula en el poder para conducir el país. Maduro se “auto-suicidó” el 17 de agosto. Su régimen vive los días finales.
Que llegue a su final el gobierno de Maduro no significa automáticamente un cambio democrático en Venezuela. Una opción cierta es que otros factores de poder del chavismo se encarguen de poner punto final a este período de locura. Si no lo hacen también ellos vivirán en carne propia las consecuencias de este fracaso monumental.
La posibilidad de un cambio democrático no está descartada, obviamente. Sin embargo, la ausencia de una estrategia y de una conducción imposibilitan que el descontento que reina hoy en Venezuela, se traduzca en acciones políticas de peso.
Cuán largo o breve sea este período, esta etapa final del régimen de Maduro, dependerá de nosotros. Sí, de cada uno de nosotros, los venezolanos afectados por esta tragedia.]]>

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