Opinión

2021: El punto de arranque

Andrés Cañizalez admite que los puntos de arranque de este 2021, vistos desde Venezuela, no permiten ser optimistas. Pero afirma, al igual que millones de venezolanos, que se conecta con la esperanza, al mirar lo que ha ocurrido y lo que vendrá en el país

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2021: El punto de arranque
Imagen de portada: Alejandro Cremades

Comienzo por citar a Vaclav Havel, el gran referente de la lucha por la democracia y los derechos humanos en lo que en su momento era Checoslovaquia: “La esperanza no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido”.

Los puntos de arranque de este 2021, vistos desde Venezuela, no permiten ser optimistas. Pero, al igual que millones de venezolanos, me conecto con la esperanza, al mirar lo que ha ocurrido y lo que vendrá en el país. Los millones de venezolanos que cada día afrontan, con dignidad, el desafío de sobrevivir en tiempos tan adversos, están seguros, lo que hacen tiene sentido, para ellos y sus familias.

Esto es primordial. 2020 nos ha dejado en claro que las soluciones no vendrán de un externo. No habrá en Venezuela ninguna invasión de Estados Unidos, ni el liderazgo político democrático tiene una varita mágica para cambiar de forma radical el estado de cosas. Debemos prepararnos, según veo, para una permanencia de Nicolás Maduro en un ejercicio omnímodo del poder por un tiempo más, aunque ello represente un mayor empobrecimiento de la población y destrucción nacional.

Desde la sociedad, todos nosotros, debemos reclamar por un liderazgo democrático, unitario y estratégico. Insisto en la palabra democrático porque la democracia, luchar y exigir democracia, es nuestra esperanza, y parafraseando a Havel esto lo reafirmo sin ser optimista sobre lo que vendrá en 2021.

La permanencia de Maduro en el poder es, por un lado, la negación de la democracia. Pero es también la negación a que haya respuestas reales y efectivas a las crisis que nos afectan. Mientras Maduro esté en el poder no es viable pensar que se aliviara la crisis humanitaria, se atenderá la crisis migratoria o se revertirá la crisis económica.

La aparición de bodegones, llenos de productos importados, son un paliativo para un sector no mayoritario de la población que tiene acceso a dólares por distintas vías. Empero, en sí el bodegón simboliza la incapacidad del régimen de Maduro por dar respuestas efectivas para sacar a Venezuela del foso de la debacle económica, a donde su gobierno nos llevó.

En los últimos días de 2020 circuló una imagen, cuya autoría desconozco, con los anuncios de Maduro desde 2015 diciendo, de forma cínica, no cabe otra manera de llamarle, que “el año 2016 será de bonanza económica”. Así cada diciembre, prometiendo una recuperación que no sólo no ha llegado, sino que él mismo no tiene ya capacidad de generar.

Desde 2015 no ha ocurrido una sola decisión gubernamental o bien para incentivar la producción nacional o bien para apoyar a los productores venezolanos, ni en el agro ni en la industria. Esta es la cruda verdad.

Dudo de que en 2021 ocurra un giro milagroso, tal como lo anuncia el régimen, diciendo que ahora sí, teniendo el control de la Asamblea Nacional, entonces si se podrá alcanzar la recuperación económica. Es el mismo discurso de 2017, cuando entró en funciones la ilegitima Asamblea Nacional Constituyente, ahora ya finiquitada por el propio Maduro.

La economía no será la prioridad del parlamento ad hoc del chavismo que asuma este 5 de enero. Será sí, y ya hay claras señales, una instancia para la persecución política de la disidencia y un espacio para ampliar los controles del régimen sobre la sociedad.

Y todo esto, persecución política, más controles y destrucción económica, tendrá como telón de fondo a la COVID-19, que podría ser, como lo fue en 2020, un acelerador de las crisis que nos atraviesan como nación. Estamos lejos de saber el impacto que ha tenido este mes de diciembre en flexibilidad, una medida tomada por razones políticas y no sanitarias.

Comenzaremos 2021 siendo posiblemente el último país de América Latina en que comience a aplicarse alguna vacuna contra la COVID-19. Ni la vacuna rusa ni la china son gratuitas. Estos aliados políticos del chavismo no le dan “fiao” al régimen de Maduro desde hace tiempo y eso, al parecer, también podría aplicarse a la vacunación masiva.

Y hay señales de que posiblemente el mismo régimen que trae por montones las camionetas de lujo desde Estados Unidos, usando mil triquiñuelas, haga ahora una campaña pública diciendo que en Venezuela se muere la gente por la COVID dado que no tiene acceso a las vacunas, por culpa de las sanciones de Washington.

Es este el punto de arranque del 2021. Optimista no soy, pero sí mantengo la esperanza de que todos los venezolanos que seguimos haciendo nuestro mejor esfuerzo, podremos vivir tiempos mejores.

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