La medida, publicada el jueves en el Boletín Oficial, se encuadra dentro de la «Ley de la modernización del sistema sanitario» del Ejecutivo francés promulgada el 26 de enero de 2016, por lo que no supone una sorpresa para los establecimientos afectados.
El documento especifica como ejemplos de bebidas sujetas a la nueva regulación las bebidas aromatizadas, sean gaseosas o no, las energéticas o los concentrados de frutas y/o verduras, siempre que contengan altos niveles de azúcares.
La prohibición concierne a los profesionales de la restauración, a la hostelería y a los establecimientos destinados a la acogida, formación y alojamiento de menores.
Dentro de los perjudicados destacan los establecimientos que ofrecen el famoso «free refill» (relleno gratuito), lo que incluye a grandes multinacionales como KFC, Quick o las cafeterías IKEA.
La disposición busca prevenir el sobrepeso, la obesidad y enfermedades relacionadas con el consumo elevado de azúcar como la diabetes, especialmente entre los jóvenes, y cumple con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica en Francia (INSERM) publicaba en octubre un estudio que afirma que aproximadamente la mitad de la población francesa sufre de sobrepeso o es obesa.