¿Están desapareciendo las ostras?

El aumento de las temperaturas corre el riesgo de "favorecer" las enfermedades de la ostras 

Ostras
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En la región de Bretaña (oeste) y en la de Normandía (norte) en Francia los ostricultores lamentan la larga sequía del verano que ha repercutido en la recolección de ostras.

Sin lluvia para transportar las sales minerales hasta el mar «no hay plancton, alimento básico de las ostras, y no crecen», dice suspirando Bertrand Racinne, de 59 años, zigzagueando entre charcos, cajas y cestas.

Según el Comité Nacional de Conquicultura (CNC), las 4.500 empresas ostrícolas francesas comercializaron 100.000 toneladas de ostras en 2017, a unos 5.000 euros la tonelada. Este año se comercializará diez gramos menos por unidad. 

«Los ostricultores tendrán entre 20% y 30% de volumen menos este año», afirma el presidente de CNC, Philippe Le Gal. «El calentamiento global comienza a notarse»

La ostra filtra 10 litros de agua por hora y es incapaz de controlar su temperatura interna. «Es extremadamente sensible al entorno», que influye en su desarrollo y reproducción, afirma Fabrice Pernet, un investigador francés.

Ostriculturos de Francia
Ostriculturos de Francia

Desde 2008, el sector registró una alta tasa de mortalidad entre las larvas y las pequeñas ostras. Algunos años se ha llegado a perder el 75%. Los estudios culpan al virus herpes OsHV-1 (inofensivo para el ser humano), presente desde 1991, pero que se ha vuelto más agresivo sin que se sepa porqué.

Este patógeno es mortal «en un agua comprendida entre 16 y 24 grados», o sea entre «cuatro a seis meses por año» en el oeste de Francia, afirma Pernet.

Pueden surgir nuevos patógenos, arrastrados por las especies originarias del sur que emigran al norte.

Asimismo las ostras adultas también han sufrido los cambios de los efectos climáticos.

La acidificación de los océanos, que obliga a las ostras a «gastar más energía» para fabricar su caparazón, contribuye a asimismo a debilitarlas, al igual que la erosión de la biodiversidad, estima el investigador.

«Hemos observado que los episodios de mortalidad extrema (más de 25% de las ostras) se producen meses después de un invierno suave y lluvioso», afirma Yoann Thomas, del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD) y coautor de un estudio publicado en octubre.

Sin el frío, «que permite un descanso biológico», y con fuertes lluvias, «que modifican la salinidad del agua» y «su contenido en fitoplancton», su actividad se modifica y comienzan el año «debilitadas y vulnerables», explica.

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Según las previsiones de los expertos de la ONU sobre el clima, estas condiciones serán cada vez más frecuentes y de forma anual para 2100 si no se limita el calentamiento global, añade el investigador.

«La ostra no va a desaparecer. Se reproduce rápido y ya coloniza el norte de Europa», asegura Fabrice Pernet. «Pero probablemente migrará» y los ostricultores tendrán que adaptarse.

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