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¿Qué es la manaca o açaí? Conoce más sobre este espectacular fruto amazónico

Es un pequeño fruto morado lleno de propiedades nutritivas. En Venezuela lo conocemos como manaca, aunque el resto del mundo lo llama como en Brasil, açaí, ya que el 90% de la producción proviene de ese país. Pero hay un problema: su monocultivo está poniendo en riesgo la biodiversidad de la selva

açaí o manaca
Fotos Afp |Texto Eugenia LOGIURATTO de AFP con informacion añadida de bienmesabe
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Bajo el sol agobiante del verano amazónico, el brasileño José Diogo trepa a una palmera con agilidad y corta un racimo de frutos morados casi negros: está empezando la cosecha de açaí, en Venezuela conocido como manaca, sustento de su comunidad descendiente de afrobrasileños que antaño fueron esclavizados.

Por sus propiedades nutritivas y antioxidantes, en las últimas dos décadas se popularizó como un «superalimento» en Brasil, donde lo comen como acompañante de pescado frito y otros platos locales, y en países como Estados Unidos y Japón, que lo importan para elaborar jugos, batidos y postres con granola y frutas.

En Venezuela, su consumo se ha popularizado sobre todo en bowls con yogurt y otras frutas, en helados y en algunos dulces.

El pequeño fruto crece en lo alto. José Diogo lo consecha. Foto Evaristo SA / AFP

El ‘boom’ del açaí (se pronuncia azaí) ha beneficiado económicamente a los productores tradicionales de la Amazonía, pero al mismo tiempo amenaza la biodiversidad de la selva tropical por el aumento del monocultivo.

El poblado de Igarapé São João, 120 km al sur de la ciudad de Belém (Pará, norte), es un caserío rural a orillas del río Itacuruçá, un área de suelos inundables donde el açaí crece naturalmente.

Un paisaje de Igarapé São João, donde el fruto crece naturalmente. Foto Evaristo SA / AFP

«Cuando empieza la cosecha (que va de agosto a enero), las cosas mejoran mucho para nosotros«, dice Diogo, de 41 años, quien gracias a su trabajo consiguió empezar la construcción de su casa.

De origen indígena, el açaí puro siempre integró la dieta de los paraenses, que lo degustan junto con pescado frito y otros platos locales.

El açaí en Venezuela

En la selva venezolana, el açaí se conoce como manaca, pero es el mismo fruto, con la misma apariencia y las mismas propiedades nutricionales que lo hacen un superalimento.

Aunque su consumo no está tan popularizado como en la región brasileña de Para, cada vez se conoce más, gracias a esfuerzos como la Fundación Sabores Aborígenes que dirige Lucy Quero y que, desde hace más de 10 años, lo trae hasta la capital venezolana.

Entre quienes utilizan la manaca con frecuencia está la heladería artesanal Fragolate, uno de los primeros en arriesgarse a usar este fruto. La pulpa la transforman en un vistoso helado que se luce en la vitrina junto con otros sabores amazónicos como copoazú, arazá, túpiro y piña amazónica.

También María Evans, chef pastelera y fundadora de Azú, elabora dulces de alta repostería con el superalimento morado del Amazonas.

La misma Lucy Quero elabora en su obrador de Caracas, en Boleíta, gomitas y grageas cubiertas de chocolate con el manaca.

Gomitas y grageas de manaca. Foto Daniel Hernández

También es muy utilizado por quienes hacen bowls o pokes saludables, y suelen combinarlos con yogurt, frutos secos y otras frutas.

El pueblo del açaí

El caserío Igarapé São João está en Abaetetuba, quinto municipio con mayor población «quilombola» de Brasil, como se denominan los descendientes de esclavos fugitivos de los siglos XVII y XVIII.

Abaetetuba se ha convertido en un importante polo de açaí en el estado de Pará, que concentra más del 90% de la producción brasileña.

Diogo raspa el racimo y deja caer los frutos dentro de un cesto. En un buen día, explica, logra llenar 25 de 14 kg, que vende por entre 12 y 25 reales cada uno (2,4 a 5 dólares).

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José Diogo admite que, durante la cosecha del açaí, las cosas mejoran mucho. Foto Evaristo SA / AFP

Intermediarios compran los frutos a la comunidad y los llevan por barco hasta la gran ciudad amazónica de Belém, para venderlos a más tardar al día siguiente en el centenario mercado Ver-o-peso y evitar que la fruta perezca.

Cada madrugada, el ajetreo es grande junto al muelle: decenas de hombres sudados descargan los frutos de los barcos para venderlos a los fabricantes de pulpa, jugo y otros derivados.

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Foto Evaristo SA / AFP

«En una noche en que vienen todos nuestros clientes, gano entre 250 y 300 reales (entre 50 y 60 dólares)», asegura Maycon de Souza, de 30 años, tras apilar tres cestos en su cabeza y otros dos encajados en el hombro derecho: 70 kg en total.

¿Un futuro problema?

Su fama como superalimento disparó la demanda y benefició a los productores locales, colocando al açaí como un ejemplo de «bioeconomía», que permite generar ingresos para los habitantes de la Amazonía sin deforestar.

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Foto Evaristo SA / AFP

Pero estudios muestran que la expansión está provocando la pérdida de biodiversidad en algunas regiones debido a la sustitución de otras especies. Esto ocurre en Brasil, cuya producción se exporta, no en Venezuela.

«Naturalmente crecen unas 50, 60 o hasta 100 plantas de açaí por hectárea (…) Cuando pasa de 200, se pierde el 60% de la diversidad de otras especies también nativas de áreas inundables», dice a la AFP el biólogo Madson Freitas, investigador del Museo Paraense Emílio Goeldi, autor de un estudio sobre este fenómeno, llamado «açaización».

La pérdida de especies vegetales afecta inclusive al açaí, que se vuelve menos productivo por la pérdida de polinizadores, como abejas, hormigas y avispas, añade Freitas.

Los períodos prolongados de sequía, que pueden intensificarse debido al cambio climático, también afectan el desarrollo de los frutos.

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