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El marqués de Griñón también brindó en Venezuela

El Marqués de Griñón falleció el viernes 20 de marzo por coronavirus. En 2007 pasó una semana en Venezuela, donde brindó y dejo huella como fundador de uno de los pagos vinícolas más importantes de Europa. La sommelier Vanessa Barradas, testigo de esas 72 horas excepcionales, lo cuenta en primera persona

marqués de Griñón en Venezuela
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Viernes 20 de marzo de 2020. El mundo está consternado por el Covid-19 y yo estoy contando el cuarto día de mi cuarentena. A las 2:55 pm, recibo un mensaje en Facebook: Murió Carlos Falcó, marqués de Griñón, a causa del coronavirus. Tenía 83 años.

Si cualquier persona busca el nombre de Carlos Falcó en Google, seguramente su pantalla se verá invadida con artículos de la prensa rosa, principalmente las de España, de donde Don Carlos era oriundo. Pero yo quiero hablar de otra de sus facetas.

Quiero contarles sobre el ingeniero agrónomo que levantó uno de los pagos más importantes del mundo vinícola europeo. Y, especialmente, quiero compartir mis recuerdos sobre la visita del marqués de Griñón a Venezuela.

Los vinos Marqués de Griñón Denominación de Origen Pago Dominio de Valdepusa, eran importados al país en ese 2007 por Serra & Silva, y fue esa firma la que me contactó para trabajar como sommelier durante la visita de don Carlos a nuestro país.

Oriol Serra fue quien se ocupó de designar mis funciones. En el equipo estaban también María Mercedes Nouel y María Elena Mellior, encargadas de manejar las relaciones públicas del evento. Todo se planificó con cariño, orden, entusiasmo y pasión. Cada minuto con el marqués para nosotros era oro y nadie quería desaprovecharlo.

marqués de Griñón
Carlos Falcó con Maria Mercedes Nouel, responsable de las relaciones públicas durante la visita. En la foto de portada está Vanessa Barradas con el marqués

Para ese entonces, yo recién egresaba de la primera cohorte de sommeliers de Venezuela, aunque ya tenía más de 10 años ejerciendo el oficio. Se podrán imaginar mi emoción porque una de mis primeras responsabilidades era coordinar y servir los vinos del Marqués de Griñón, en todos los restaurantes a los que fuera.

Don Carlos estaría una semana en Venezuela.

La idea es que yo, como sommelier, llegara un par de horas antes que él a cada restaurante. Yo me ocupaba que, cuando entrara el marqués, varias mesas estuvieran consumiendo los vinos de su pago, a la temperatura adecuada. La sorpresa era que el propio don Carlos los saludaría en sus puestos.

Para mí era una labor sencilla. La personalidad de los vinos Marqués de Griñón era como la de don Carlos: elegantes, educados e imponentes, así como amables y cercanos.

marqués de Griñón
Botella autografiada por Carlos Falcó durante su visita a Venezuela

Con la permanencia del buen vino

Cada paso que dio don Carlos en Caracas fue dejando huella. Desde aquel increíble manjar en el restaurante Urrutia de la avenida Solano, donde conocí uno de los maridajes más sorpresivos de mi vida: pescado blanco bien jugoso a la parrilla, con su tinto de Petit Verdot y la deliciosa punta trasera del Arizona Grill acompañada del Syrah.

Dos vinos quedaron por siempre en mi memoria. El Summa varietalis con su mezcla equilibrada y gustosa de las uvas syrah, cabernet sauvignon y petit verdot. Y el Emeritvs, vino de mezcla de las mismas variedades, pero con más tiempo en barrica. Totalmente noble y de linaje.

Para finalizar estas líneas del recuerdo y la nostalgia, voy a contar por primera vez algo que sucedió en uno de los restaurantes.

Uno de los clientes quiso pedir la botella más costosa de todas las que le ofrecía. Sin embargo, ya había notado que esa persona no sabía mucho de vinos: solo lo pedía por el precio. Al final se lo tuve que vender.

Cuando lo pasé al decantador y se lo ofrecí para probar, a ese señor no le gustó. Para colmo de males, me pidió que hiciera una sangría con el lujoso vino. Yo no salía de mi sorpresa y, calladamente, decidí que don Carlos nunca se enteraría de semejante atrocidad hecha con uno de sus vinos.

Lo que hice fue retirar la costosa botella, mandar a hacer la sangría con un vino económico sin que el comprador supiera, y se la serví. El vino fue salvado. Nadie se enteró porque no coloqué de nuevo la botella en la mesa, ni llevé a don Carlos hasta ese cliente.

Hoy viernes 20 de marzo despedimos a un visionario, rebelde y arriesgado amante del vino. Don Carlos Falcó es y será referencia en vitivinicultura europea ya que rompió muchas reglas y trabajó en un proyecto en el que muy pocas personas creían: lograr vinos de gran calidad, a partir de uvas distintas a las ya conocidas y reglamentarias en ese entonces.

Ese fue uno de los tantos aprendizajes que nos dejó don Carlos Falcó, marqués de Griñón, en su paso por Caracas.

Estoy segura de que nunca será olvidado. Salud, don Carlos.

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