Vitolario

Paul Desenne: "Lo más hermoso es ver al duende del tabaco en acción"

Intenso y divertido como era, el maestro Paul Desenne encontraba en el buen tabaco magia y armonía

Paul Desenne
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Paul Desenne: músico, compositor, pintor, sabio, chamán, gruñón, divertido y extraordinariamente culto. Nadie que lo haya frecuentado pudo salir ileso de esa amistad y de la chispa de su afecto. Habanos mediante, fue Rafael Osío Cabrices quien estableció el puente y en más de una ocasión compartimos fumas en prolongadas conversaciones que solían convertirse en brillantes soliloquios de Paul.

Para entonces, yo tenía una web llamada Vitolario, que había creado en 2009 con el apoyo de varios amigos y en la que –criado entre revistas al fin- se incluía la sección “Cuestionario Vitolario” en la que indagaba sobre gustos, manías y experiencias de fumadores. En 2011, Paul respondió el cuestionario y además colaboró con un texto sobre el tabaco escrito por él. Pasados los años, sus venidas a Venezuela se espaciaron y fuimos perdiendo el contacto o limitándolo a ocasionales intercambios a través de Twitter.

El 20 de mayo de 2023 por esa misma vía me enteré de su muerte. En la noche me serví un ron, encendí un tabaco que él seguramente juzgaría menor y escuché grabaciones de orquestas interpretando algunas de las piezas del maestro Paul Desenne. Hace apenas unos días encontré el original de lo que publiqué en 2011. Y aquí va, hablando de él en presente:

Paul Desenne es músico y compositor “académico” a sus aires. Conocidas son sus experimentaciones con la tradición popular grabadas por, entre otros, el Ensamble Gurrufío y la Camerata Criolla. Hijo de madre estadounidense y padres francés, Paul es, en realidad, más caraqueño de lo que uno cree. Empezó sus estudios de composición a los 14 años, los continuó y consolidó en París y todavía no ha parado. Sus composiciones han sido tocadas por docenas de orquestas y formaciones a lo largo del mundo. Su biografía y obra se pueden conocer un poco mejor enpauldesenne.com

-¿Cuál es su tabaco preferido?

-El tabaco cubano tiene un componente aromático inexplicable que no he sentido en otros tabacos de la región. Yo lo llamo, en términos musicales, un “armónico”, o una serie de armónicos generalmente agudos, que lo identifican; un componente del acorde aromático que brilla dentro de una mezcla compleja. Lo he sentido en todas las marcas y presentaciones, su presencia es inequívoca, su ausencia una decepción. Lo importante es la armonía del acorde. Si tiene mucha tierra, algo brillante y agudo debe compensar en la nariz…

-¿Cuál es la vitola que busca como primera opción?

-Desde que lo descubrí en el año 96, el Partagás Serie D #4 ha sido mi preferido. Presenta grandes irregularidades dependiendo del proveedor, pero una vez tuve dos cajas hermanas, de numeración sucesiva, absolutamente perfectas. Todas las grandes marcas cubanas me han dado grandes momentos ¿Quién no se ha fumado el mejor Cohiba o el mejor Montecristo? Y el puro anónimo, chueco y humilde puede ser, de repente, el mejor de la vida. Sin embargo, mis mejores fumas por períodos fueron con el Serie D #4.

-La mejor hora para fumar es…

-La noche, cualquier hora desde el final del atardecer hasta las dos, tres de la mañana. Pero con un solo puro, no dos, ni tres. La hora más apropiada para el gran ritual es casi seguramente el ocaso, cuando nace la noche, se abre la gran cúpula.

-¿Qué prefiere, fumar bajo techo o al aire libre?

-Siempre fumo al aire libre, pero sin viento, muy importante. Vivo y trabajo en espacios abiertos y siempre estoy al aire libre, o semi-libre, digamos. El humo encerrado es fatal, causa dolores de cabeza por los gases nocivos. La experiencia aromática se palpa en el humo joven, máximo de las tres o cuatro bocanadas anteriores. El humo estancado y frío es realmente horripilante.

-La bebida ideal para acompaña su fumada es…

-Agua. No creo en las combinaciones. Las he probado todas. El gran tabaco es demasiado sutil para nublar la experiencia con aromas de espirituosos, y si necesito un trago bebo lo que tengo antes, pero no sobre la fuma, o digamos: entre grandes sorbos de aroma del tabaco, no vaso en mano. Si hay que beber, entonces un buen vino tinto es lo mejor, no interfiere en la nariz.

Conozco muy bien las maltas; algunos grandes escoceses pueden asociarse a la fuma, con tal de que no sean esas maceraciones leñosas y dulzonas que saben a jerez con mueble recién cepillado. Me gustan esas botellas de single malt, un-chill-filtered, de barrica numerada, de famosas destilerías como Laphroaig o Caol-Ila que venden directamente algunos distribuidores como Black Adder sin la etiqueta clásica de la marca. Finalmente, y francamente, es mucho mejor deleitarse con el tabaco sin interferencias.

-¿Qué es lo peor que le puede pasar cuando está fumando? ¿Qué situación puede arruinar la mejor fumada?

-No una llamada telefónica, sino una visita inoportuna. Fumar un gran puro no es un acto banal y rutinario, ni siquiera debe ser cotidiano. Es un gran momento de soledad. Fumar en grupo me parece a veces tan incómodo como, no sé… masturbarse en grupo, quizás; no funciona muy bien. Es una experiencia solitaria, muy personal. El tabaco libera introspecciones tremendas y el buen tabaco es realmente muy potente. La llegada de una visita inoportuna, durante una fuma especial es comparable a la llegada de alguien cuando estás relajado pensando en tu bañera, o cuando estás viendo una película fabulosa y te toca cortar todo, apagar, aterrizar de emergencia… muy desagradable.

-¿Cuál ha sido el escenario o momento más alucinante o recordado en el que haya fumado?

-Lo más alucinante es ver cómo el tabaco participa en una actividad creativa como la escritura o la composición musical. La pulsación lenta del efecto de la fuma, ese vaivén entre el estado de “introspección iluminada” y el gesto creativo, es como un oleaje; cada vez que uno regresa con la ola de la introspección a la orilla de la acción, cada dos o tres minutos, digamos, uno trae algo nuevo a la pieza sobre la cual uno está trabajando. Ese es el escenario más perfecto que yo recuerde. Atardeceres, playas, neblinas… todas se confunden. Lo más hermoso es ver al duende del tabaco en acción, no solamente como un ocio; hay que sacarle el jugo a esa magia.

-El mejor momento para encender un puro es…

-Un debate interno: lo enciendo, no lo enciendo… es irreversible, como la muerte. Cuando esa es la tónica, generalmente ocurren las mejores fumas. Sorprenden.

-Un tipo de música o un libro ideal para acompañar la fumada…

-No leo ni escucho música cuando fumo tabaco. Puedo conversar telefónicamente si estoy en el papel de terapeuta o chamán, dando grandes consejos y pretendiendo entenderlo todo, o en grandes jocosidades con amistades íntimas, pero no puedo leer ni escuchar música. Además, casi nunca escucho música. Toco y escribo música todo el día prácticamente, pero es muy raro que escuche algo, y si escucho música es por la mañana haciendo yoga. Lo que sí he podido hacer, curiosamente, es divagar en un estado límbico frente a un televisor, a la deriva, sin prestarle atención, como hipnotizado por las imágenes, meciéndome en mi hamaca que es la única forma horizontal que tolero, porque el sofá y la poltrona son puntos muertos.

-¿Cuál es su manía personal a la hora de fumar?

-No aspiro el humo, obviamente, ni la más mínima parte, pero de inmediato, después de sorber el humo huelo la brasa como a siete centímetros de distancia obsesivamente, como oliendo incienso. Fumo hasta el último centímetro del puro si es bueno. La mejor parte suele ser la última, es muy intenso y hay que saberlo manejar, pero es lo más sublime, un concentrado de aromas y sabores demasiado extraordinario. Trato de escupir toda la saliva, ya que no me gusta tragar alquitranes y nicotina; como vivo en el campo no tengo problemas con eso… Lo más importante pasa por la nariz y no en la boca, ni de la boca hacia la nariz.

-¿Dónde compra sus tabacos?

-Diversos proveedores, eso cambia según la oferta de variedad y el precio; generalmente consigo tabaco de particulares que traen cajas o atados de Cuba. Como no soy un fumador empedernido ni regular cambio siempre de esquema. Dejo de fumar por meses y a veces años y de repente fumo cinco cajas seguidas. No he podido encontrar una fuente muy constante en cuanto a la calidad, pero los que me han vendido siempre son gente interesante, fumadores más que negociantes. También me han regalado cajas y no me he quejado, por lo general son amigos muy exigentes ¡ Y me las merezco!

-¿Qué prefiere, una fumada breve o una prolongada?

-El formato perfecto para mí es el robusto, y la quema debe ser lenta, cuidadosa. Nada de incendios ni fumar en ventarrones, ni en la playa al viento, ni excursiones por el monte matando culebras con el machete. Máximo un circuito dentro de la casa, de una biblioteca a otra, al escritorio, sacando libros y papeles, sin rumbo y sin prisa… el puro se consume lentamente, una hora y media mínimo.

-¿Cuántos tabacos fuma en una semana?

-Será al año. He llegado a fumar uno diario por varios meses y luego interrumpo por un año. No creo en el hábito permanente, no es aconsejable para mi salud. Monto bicicleta una hora diaria y me gusta estar en forma. Cuando tengo un gran proyecto de composición suelo fumar para inspirarme, el diseño de las grandes líneas lo requiere. Es un gasto profesional… incuestionable. Una sinfonía representa aproximadamente cuatro, cinco cajas, fumadas muy lentamente.

-¿Cuál ha sido el tabaco más singular o especial que ha fumado?

-Un viejo Cohiba gigantesco que me regalaron, absolutamente perfumado. Creo que tenía por lo menos diez años en una caja perdida. Nunca pude repetir ese sabor, parecía chocolate con opio con rosas con sudor de rumba con resinas selváticas… indescriptible. Y el efecto… devastador: morir y renacer.

-¿Le gusta probar nuevos tabacos o prefiere sus vitolas y marcas acostumbradas?

-Siempre pruebo cosas. Tengo un año largo ya aquí en la Universidad de Harvard con una beca para la investigación en un proyecto personal y me he visto en la necesidad de probar tabacos no cubanos y la insatisfacción es lo normal. El tabaco centroamericano y caribeño que se consigue en Estados Unidos es totalmente homogéneo, predecible y chato, con muy pocas excepciones que se destacan. La Casa De la Concha, de New York, vende unos robustos nicaragüenses bastante fumables, y de vez en cuando aparece una sorpresita dominicana u otra, cuyos nombres olvido. Es tabaco sin sorpresa y no sé cómo lo hacen en la ‘isla de la felicidad’, pero los Habanos legítimos son una aventura casi siempre positiva ¡Será un veneno comunista que le echan! Bueno, pero también hay puros cubanos terroríficos, infumables.

Lo extraordinario de las grandes marcas, cuando se consiguen legítimas y de primera, es la combinación de excelente factura con gran personalidad. No es solamente elpunch, la fuerza y el aroma, sino la singularidad de cada caja: todas son excelentes pero diferentes; es un misterio. De Venezuela he probado cosas buenas, pero tenían tripa cubana… entonces ¿para qué mencionarlas? Hay unos puros colombianos de Ruitoque, Santander, que son muy delicados, muy bien confeccionados, con aromas de especias: semillas de hinojoy cilantro, pimientosos y muy característicos, más bien ligeros, pero interesantísimos cuando son de primera.

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