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Coserse la lengua, un extremo para lucir un mejor cuerpo

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Foto: Daniela Nougues

En pleno Boulevar de Sabana Grande, en una torre de una reconocida entidad financiera, encuentras un consultorio médico que tiene todo el aspecto de una oficina. Colgada en una pared, observas una pequeña cartelera de corcho con la que de inmediato te identificas con lo que buscas: Una historia con un antes y un después.

Con 124 kilogramos de peso y llena de fuerza de voluntad, Ariam Cardona, decidió perder unos cuantos kilitos cociéndose la lengua. Cambió sus hábitos alimenticios. Por cinco meses aproximadamente, solo consumió alimentos líquidos, pues los sólidos fueron eliminados tras decidirse a colocarse la malla lingual.

Dejó de ir a consulta cuando su peso se ubicó en 92 kilogramos. “Decidí coserme la lengua, porque no tuve fuerza de voluntad para hacer una dieta y bajar de peso. Con la malla perdí en total 32 kilos en un tiempo aproximado de cinco meses. Desde entonces mi alimentación y mi metabolismo cambiaron. Aprendí a comer. Actualmente me mantengo en 81 kilogramos”, contó Cardona.

La malla lingual es un procedimiento ideado en México y desde hace cuatro años es colocada en Caracas sin la aprobación de la Federación Médica Venezolana. Consiste en coser una malla de material quirúrgico en tres de sus cuatro extremos, que evita la ingesta de alimentos sólidos y que la lengua toque el paladar. Cuando lo hace, causa dolor por la sutura.

“Es un método eficaz, no invasivo, que permite a mis pacientes perder peso de manera rápida y sin desnutrirse”, explica el médico cirujano Bernardo Ferreira, sentado en su consultorio en Sabana Grande. El galeno asegura ser el pionero un tipo de malla lingual que tiene un tamaño de 4 cm x 3.8 cm y que su forma es octogonal.

“Yo cambié el método tal y la manera de aplicarse en México. Allá la malla tiene un menor tamaño y es cuadrada. Yo a mis pacientes les coloco una más grande con una sutura de multifilamento de no absorción, que no rompe el paladar. Con mi malla se obtiene un mejor resultado”, dijo al tiempo en que desmintió lo que algunos de sus colegas ofrecen: inhibición de la ansiedad y el hambre.

Rechazo de gremios

El procedimiento no está avalado por la Federación Médica Venezolana, tampoco por la Sociedad Venezolana de Cirugía. Para rematar, la dieta alimenticia a base líquidos está “vetada” por el Colegio de Nutricionistas y Dietistas, por considerar que el método no garantiza una buena nutrición, y por ende afecta de manera directa el sistema digestivo.

Una dieta basada en líquidos no aporta al organismo los nutrientes necesarios para estar bien alimentados. Este método lo hemos analizado y por eso el gremio está en contra de él y de las personas que lo aplican”, explicó la presidenta del Colegio de Nutricionistas y Dietistas, Nixa Martínez, quien reiteró que con la malla lingual lo que se hace es crear un “problema más” y causar daños “irreversibles” al organismo. “Pretenden con este método buscar un paliativo a un problema serio como es el sobrepeso o la obesidad”.

La nutricionista no descartó que muchos de estos pacientes que se cosen la lengua tengan un “efecto rebote”, al sentirse liberados de poder comer lo que sea al retirar la malla. Además advirtió de otras consecuencias. “Con este tipo de dietas líquidas, el sistema digestivo deja de cumplir sus funciones normales. Comienza a trabajar más lento y por ende se comienza a sufrir trastornos a algunos órganos como el hígado, el páncreas el riñón, pudiendo afectar el corazón”.

“Es una guerra de intereses”, se defiende el médico cirujano especialista en Estética y Obesidad, José Gregorio Hernández Prieto, otro médico que le ha colocado la malla lingual a más de 1.000 personas en dos ciudades del país: Caracas y Maracaibo.

“Hay una campaña de descrédito. Así como la hubo con la aplicación de polimetilmetacrilato y la cirugía bariátrica antes de que fuera aprobada. Resolver el sobrepeso con un cirujano plástico en quirófano cuesta mucho dinero. Con la malla solo invierten 5.000 bolívares y obtienes resultados inmediatos. Es un método no invasivo y que no tiene ningún riesgo. De ahí parte la pugna. Por eso el método no es avalado por la Sociedad Venezolana de Cirugía”, añadió Hernández.

Extremo y cero cariñitos

Roxana Ramos es una de las 2.000 pacientes del doctor Ferreira. Ella sólo duró dos semanas con la malla y bajó seis kilos. Tuvo la excusa perfecta. Apenas se le aflojó uno de los puntos, decidió retirársela. El sufrimiento de no poder comer alimentos sólidos, le sirvió de escarmiento para decidirse a comer sano sin necesidad de tener la lengua cosida.

Reconoció que optar por este método es llegar a un extremo. “Soy una extremista y por eso lo hice. El poco tiempo que tuve la malla me hizo agarrar mínimo y dejar de comer como lo estaba haciendo”, dijo.

Cardona admite que no fue fácil para ella aguantar tener la lengua cocida y no caer en la tentación de comer alimentos sólidos.

“Para mí no fue fácil, pero valió la pena”, y entre risas confesó que durante el tiempo que tuvo la malla dejó de hacerle cariñitos a su pareja.

Nada de besos con lengua, puro piquitos. Tampoco nada de sexo oral. Es un tiempo de cuarentena, pero insisto, vale la pena. Después que te quitas la malla recuperas el tiempo perdido y con una mejor figura”, contó la mujer quien manifiesta estar orgullosa de que su foto con un antes y un después esté colgada en la cartelera de corcho del doctor Ferreira.

paciente

Foto: Cortesía Ariam Cardona

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