Opinión

Empresas prósperas

El coach Ricardo Adrianza comparte cuatro enunciados, que además son gratuitos, para que todos los negocios sean más rentables

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Foto de portada Visual Tag / Pexels

Cuando aludo al título de este artículo, Empresas prósperas, en modo alguno me refiero a la rentabilidad que se origina por las operaciones de una compañía. Sí me refiero al grado de satisfacción e identificación que tienen los empleados con estas.

Luce ilógico pensar que las empresas prósperas se midan en función a la energía que se desprende de la fuerza trabajadora. Sin embargo, las investigaciones realizadas sobre este concepto aportan que, para que una empresa prospere, debe contar con el concurso de sus colaboradores.

Cuando hago semejante afirmación no pretendo significar el peso que tiene el valor de las tareas diarias, puesto que esto al final es lo que se pide y forma parte de una rutina muchas veces agotadora. Pero sí pretendo advertirles que la prosperidad y sostenibilidad de las empresas se alberga en dos ingredientes muy importantes: el primero, sentido de pertenencia, y el segundo, aprendizaje. Sin esta dupla funcionando a cabalidad, difícilmente podemos encausar a una organización y pretender que esta funcione de manera automática.

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El sentido de pertenencia es saber transmitir a nuestros colaboradores el alcance de su labor en los objetivos de la empresa. En cuanto al aprendizaje, no hay mucho que agregar. Este constituye una de las armas más potentes para consolidar el desarrollo técnico de los trabajadores, y el condimento especial para prepararlos hacia un ascenso, con la inmediata consecuencia que tiene en su motivación y el espiral que se origina para impactar a otros. En definitiva, un búmeran muy eficiente para seguir avanzando en la consolidación de las estructuras empresariales.

Ante estos dos pilares, el liderazgo debe tomar acción y engranar políticas claras de comunicación, confianza, empatía y constante feedback.

¿Cómo generar prosperidad? Te comparto cuatro enunciados que debemos tomar en cuenta para garantizar la fidelidad tan necesaria en nuestros tiempos:

1. Delegar la toma de decisiones

No hay mejor antídoto para la motivación que inmiscuir a nuestros empleados en la toma de decisiones. Es particularmente placentero ver cómo, al delegar tareas y decisiones en nuestros empleados, se dinamiza el camino hacia los objetivos propuestos.

Hacerlo es muy conveniente, ya que trasladas confianza y al mismo tiempo refuerzas, en la práctica, los conocimientos y experiencia para dirigir. Por supuesto que se pueden equivocar, pero allí es donde el líder acompaña para equilibrar las cargas.

2. Compartir la información

La mejor vacuna para evitar que nuestros colaboradores eludan sus responsabilidades es comunicarnos eficazmente.

Cuando comunicamos claramente los objetivos y sus beneficios, te toparás siempre con empleados motivados y prestos a adueñarse del proyecto. La falta de información, por el contrario, es muy nociva y es el motor impulsor para coartar la creatividad de estos.

3. Respeta a tus empleados

Si quieres acabar con tu organización te animo a tratar mal a tus empleados. Supongo que no es lo que quieres, por lo tanto, mi recomendación aquí es que valores los efectos que tiene minimizar las actitudes arrogantes o autoritarias.

Numerosas investigaciones concluyen que al menos 50% de los empleados que informaron haber sido objeto de conductas groseras por parte de sus empleadores, redujeron sus esfuerzos de manera intencionada.

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La empatía y la humildad se imponen en nuestros tiempos como dos virtudes esenciales en los líderes, creyentes del concepto de empresas duraderas.

4. Evaluación sincera

No hay mayor motivador para el aprendizaje que una evaluación justa y consensuada. Ofrecer un feedback periódico sobre las actividades de tus empleados es altamente recomendable.

A pesar de lo incómodo que puede resultar, una evaluación sincera siempre despertará en quien la recibe una sensación de logro, o bien, el compromiso para reivindicarse. Además, es un activador silencioso que empuja a nuestros empleados al esfuerzo y aprendizaje.

En nuestros tiempos controlar el factor de rotación de personal ha sido todo un reto. Los embates de la inflación y un país que ofrece escasas perspectivas de desarrollo a los jóvenes son detonantes para el éxodo empresarial en Venezuela.

No obstante, nuestra labor como líderes, además de garantizar sueldos competitivos con esquemas innovadores, debe forzosamente y sin cuestionamientos, considerar la influencia del factor humano como un atributo tangible de abono para la prosperidad de las empresas.

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La buena noticia es que, para lograrlo e implantar los cuatro enunciados anteriores, no se requieren de mayores esfuerzos económicos.

Basta con la implicación consciente y decidida de la cúpula directiva y el entendimiento de que, la dinámica actual, exige una dosis de humildad y de compromiso.

Por lo tanto, crear las condiciones para prosperar requiere de un cambio radical en la gerencia, que incluya un compromiso insustituible de ayudar a la gente a desarrollarse y mantenerla enganchada en los propósitos de la empresa.

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