Opinión

Energías renovables: Una solución a la crisis eléctrica

El Ministerio para la Energía Eléctrica emplazó a centros comerciales y grandes consumidores de energía a instalar sus propias plantas eléctricas y satisfacer de forma autónoma su consumo de energía.

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Con el argumento de contrarrestar los efectos del fenómeno climatológico El Niño que ha reducido el nivel de los embalses de las centrales hidroeléctricas a niveles críticos, se retoma la Resolución 035 publicada en 2011 en la que se establece que las instalaciones de cargas concentradas superiores a 100 kVA deberán instalar su propia capacidad de autogeneración y ponerla en funcionamiento en los horarios establecidos de 1:00 pm a 3:00 pm y de 7:00 pm a 9:00 pm, de lunes a viernes.

¿Qué tipo de energía se puede generar?
Esto quiere decir que los centros comerciales y usuarios mayores tienen que ser autosuficientes y generar su propia electricidad. Ahora bien, a la hora de generar energía, en el país de los grandes ríos y las reservas de petróleo más grandes del mundo, es difícil pensar en otra alternativa que no sean las grandes centrales hidroeléctricas y las plantas termoeléctricas. El modelo energético venezolano siempre ha girado en torno a los desarrollos hidroeléctricos en el Bajo Caroní (Macagua, Guri, Caruachi y Tocoma) y a las plantas termoeléctricas sustentadas en la quema de combustibles fósiles (diésel, gas y carbón). El país posee poca experiencia en proyectos alternativos de energías renovables, cuyo aporte es insignificante en el balance energético nacional.

Al estallar la crisis eléctrica en 2009, la capacidad instalada en el sistema eléctrico nacional (SEN) era de 22.434 MW, de los cuales 7.812 MW provenían de plantas térmicas que dependen de la quema de combustibles fósiles y 14.622 MW de hidroelectricidad. Antes de este anuncio que impacta a los centros comerciales, el gobierno había anunciado el racionamiento en ocho estados del país. Todo esto indica que el problema estructural no fue resuelto y que Venezuela está a las puertas de una nueva crisis energética. Superar las soluciones parciales y de contingencia implica redefinir el modelo energético nacional para hacerlo menos vulnerable a las sequías, sin tener que incurrir a las fuentes de energía sucias que generan gases de efecto invernadero. Y esto pasa por abrir nuevos espacios para las energías renovables en el sistema eléctrico nacional.

Necesarias mas no suficientes
A partir de la declaración del estado de emergencia eléctrica se adoptaron diversas medidas. Además de las multas aplicadas a empresas y usuarios particulares que no cumplen las metas de reducción del consumo, se realizaron cortes programados de 4 horas cada dos días en el suministro de energía. Se adoptaron medidas para enfrentar el vaciamiento de la represa «Guri», tales como el recorte de electricidad a las empresas básicas de Guayana, y a los sectores de la industria y el comercio. Se creó un fondo eléctrico nacional para acelerar el desarrollo de obras que alivien el colapso de la generación de energía y se propuso instalar un total de 5,9 GW de generación termoeléctrica. Pero la mayoría de los proyectos que forman parte del Plan de Expansión de Generación son básicamente termoeléctricas fósiles y nuevas hidroeléctricas. Las fuentes renovables no terminan de alcanzar la magnitud y relevancia que deben tener en un balance energético acechado por los largos períodos de sequía y la creciente crítica a la quema de combustibles fósiles que agravan el calentamiento global.

Con una matriz energética basada en hidroelectricidad y combustibles fósiles, el país posee poca experiencia en la implementación de proyectos de fuentes renovables. Las principales acciones para la promoción de las energías renovables se concentran en la generación eólica. Pero su desarrollo aún está lejos de la relevancia que ha alcanzado en otros países. Con grandes tropiezos se ha tratado de instalar parques eólicos en las zonas con más vientos del país, tales como el proyecto Parque Eólico Península de Paraguaná, ejecutado por Pdvsa y el Parque Eólico de La Guajira, ejecutado por Corpoelec. Pero a comienzos de 2016 todavía no se ven resultados que permitan compensar las caídas temporales en la generación de hidroelectricidad debido al período de sequía que reduce a niveles crítico el nivel de agua que mueve las turbinas en las represas.

La reconversión energética
La ola de calor que atormenta a Venezuela es apenas el comienzo del fenómeno de “El Niño”, el cual se hará sentir con toda su fuerza en el primer semestre de 2016. El problema apenas comienza y anuncia una severa sequía que afectará la vida urbana y rural, debido al racionamiento de la electricidad. Recordemos que en nuestro país 66% de la energía es generada en centrales hidroeléctricas y las sequías reducen el nivel de agua en los embalses, limitando su capacidad de generación, toda vez que las turbinas no pueden funcionar a plena capacidad.

Para evitar que se prolongue indefinidamente la crisis eléctrica, en Venezuela hay que profundizar el proceso de reconversión energética e incursionar en nuevas fuentes de energía renovable que complementen y sustituyan las que dependen de los cambios climáticos, así como las que generan gases de efecto invernadero. La reconversión energética implica la transición gradual de las energías obtenidas por la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) hacia fuentes de energías renovables (viento, sol, biomasa). Estas producen pocas emisiones de gases y contribuyen a la lucha contra el calentamiento global.

Acelerar la reconversión energética plantea la necesidad de repensar la escala de estos proyectos energéticos, de tal forma que no solo sean emprendidos por centros comerciales, tal como lo establece la resolución del Ministerio para la Energía Eléctrica, sino que también sean acometidos por escuelas, liceos, universidades, hospitales, fábricas y entes del Estado y del gobierno, como dolientes y usuarios directos de las energías renovables que generen.

A través del impulso a las energías renovables y limpias se podrá conjurar la amenaza de encarar la crisis eléctrica generando cualquier forma de energía, tal como quedó abierto en el Decreto 1.606 que permite la explotación de carbón en la Sierra de Perijá para instalar una planta carboeléctrica, sin importar que se trate de una energía sucia y contaminante que contradice el discurso oficial de defender el ambiente para preservar la vida en el planeta.

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