El pan de horno era la merienda por excelencia en la Caracas de antaño. En la actualidad es raro de conseguir aunque algunos cocineros e investigadores se esfuerzan por mantenerlo vivo. Su ingrediente principal es el maíz cariaco
El pan de horno forma parte de esos platos de la culinaria nacional que cayeron en el olvido desde mediados del siglo pasado. Era tan popular que hasta en el habla coloquial servía para llamar la atención a las personas ilusas o crédulas con la expresión: “mijo, tú crees que la luna es pan de horno porque es redonda”.
La investigadora guayanesa Carmen Rodríguez @soycarmenrodriguez afirma haber hallado referencias sobre el pan de horno en una lista de precios que data de 1712. Usaban la grafía xorno en lugar de horno para referirse al producto.
Rodríguez afirma que puede ser dulce o sin dulce. Normalmente era elaborado por manos femeninas para obtener el sustento familiar. Luego lo vendían en las calles, como cuenta Aquiles Nazoa en su libro Caracas física y espiritual (1967).
El ingrediente fundamental para este amasijo es el maíz cariaco, variedad del cereal cuyo grano es más grande, alargado y redondo. En la actualidad se cultiva en pequeñas cantidades en los estados llaneros y en la zona de Guayana. En su mayoría se destina a la elaboración del fororo.
Graciela Schael Martínez en La cocina de Casilda (1953) afirma que el pan de horno “constituyó la chuchería predilecta para la hora de la merienda”. Agregó que “opacado su esplendor ya no colma los azafates de los vendedores ambulantes”.
Armando Scanonne en Mi cocina a la manera de Caracas (1982) además del maíz cariaco tostado sugiere en su preparación combinar manteca de cerdo y de res, al igual que Schael. Incorpora especias dulces, anís, canela y pimienta guayabita.
Al rescate de la tradición
Tamarinda Gastronómica (@tamarindagastronomica) dedicó dos años a investigar y realizar pruebas para ofrecer su versión del tradicional pan, que elaboran a partir de las recetas de Scannone y Schael. Además entrevistaron a quienes recordaban su textura y sabor.
En lugar de hacer rosquitas elaboran pequeñas galletas redondas, más parecidas a la luna del refrán, perfectas para acompañar el café.
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