Venezuela

¿Por qué protestan los jóvenes?

El gobierno que reprime a los jóvenes no hace el menor esfuerzo por comprenderlos, mientras la crisis que los agobia se acelera y se agrava.

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FOTOGRAFÍA: SEBASTIÁN GUIDO | EL ESTÍMULO

¿Por qué protestan los jóvenes? Si nuestra explicación se redujera al compromiso político que muchos, afortunadamente, tienen o a su militancia partidista, erraríamos por defecto. En su hora, la indiferencia e incluso la alergia a la política hicieron estragos muy dañosos. No fue el menor que la mala fama, sea exagerada, justa o redondamente infundada, alejara a jóvenes cuya presencia hubiera sido utilísima para el país y que, por lo mismo, atrajera a más de un indeseable.
No es ya indiferente la juventud, o al menos su vanguardia valerosa con sus conmovedoras muestras de arrojo. Pero ¿qué pasa? Pongamos a un lado los riesgos de la intolerancia asociados a la crispación híper polarizada mutuamente negadora, es decir radicalmente anti política. Los jóvenes protestan fundamentalmente porque ven cerrados sus caminos y negadas las oportunidades a las que tienen derecho.
Las universidades asfixiadas no se rinden, pero el éxodo de profesores, sobre todo jóvenes en formación, así como de esos estudiantes que pueden o se atreven a irse es demasiado protuberante como para ignorarlo. Salvo al gobierno que lo ha provocado y que debe ver, insensatamente, que su plan “funciona”. Pero miles se hacen la pregunta ¿estudiar y graduarse para qué? No hay oferta de nuevos y buenos empleos. Se trancan las puertas a la iniciativa personal.
El llamado “bachaqueo” es mucho mejor remunerado que el ejercicio de cualquier profesión. Encabezamos la estadística mundial en migración de talentos, y tampoco hay una política pública que reconozca esa nueva realidad.
Fundar una familia, tener hijos y un hogar para ellos. Metas ordinarias como vivienda, carro, vacaciones se ven lejísimo para los más. Aspirar a progresar con indicadores razonables de bienestar más que en un sueño remoto se torna ilusión.
Pero el empobrecimiento es más básico. Elemental. Y que sea mal de muchos es, ya se sabe, consuelo de tontos, pero ni siquiera. Comer, curarse, vestirse, asearse, es más caro cada día e ir al cine o a bailar, además de caro, peligroso. Nuestras ciudades se acuestan temprano. Asustados sus habitantes ya no por los cuentos ajenos, sino por las experiencias propias o cercanas con el delito impune.
En cualquier ciudad venezolana, multitudes protestan. La consigna “No volverán” envejeció hasta ser incomprensible tras casi dos décadas del “proceso” y su deterioro nacional multidimensional.
La mayoría de quienes marchan en las calles son jóvenes, luchan como echando el resto. Su amargura, logro de este gobierno y su insensatez, no es consistente con sus naturales características de rebeldía, creatividad y optimismo. En vez de responderles, el gobierno los reprime. Es el colmo.]]>

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