Isabel Arteaga revela sus secretos para hacer hallacas sin complicaciones
El gran truco está en el método, y esta ama de casa, como se define a ella misma, enseña cómo ejecutarlo, para que así no se pierda la tradición

El gran truco está en el método, y esta ama de casa, como se define a ella misma, enseña cómo ejecutarlo, para que así no se pierda la tradición

Hacer hallacas es fácil y rápido, y se pueden elaborar sin mayores complicaciones si se siguen las pautas que dicta Isabel Arteaga en su taller.
La técnica que enseña esta dinámica ama de casa, como ella se denomina, es sencilla y relativamente rápida, pero todo radica en organización, método e ingredientes de buena calidad, me atrevo a decir que es casi infalible.
El taller de elaboración de hallacas de Isabel Arteaga es una experiencia metodológica que se debe seguir al pie de la letra. Ella ofrece las pautas, planifica hasta en el más mínimo detalle, es un proceso minucioso cuyo complejo resultado se puede lograr con cierta facilidad.
En la presentación de la receta que ella ofrece al finalizar el curso, se resume su premisa fundamental, cuyo objetivo es que no se pierda la tradición de elaborar hallacas.
El taller se convierte en una experiencia satisfactoria para el entusiasta grupo que asiste, ya que se acompaña de un sabroso desayuno, el almuerzo con hallacas, ensalada, pernil y torta.

Este taller o reunión que ella propugna con amor y pasión está alineado con el momento histórico que vive la gastronomía venezolana: mirar hacia nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestra gran despensa de auténtica raigambre criolla, preservarlas y multiplicarlas para las futuras generaciones.
Una hallaca resume lo señalado anteriormente, tradición pura, culinaria criolla, compartir vivencias con las nuevas generaciones, reunión de familia, tanto para hacerlas como para disfrutarlas.
Hemos descubierto que la mejor hallaca “no es la de mi mamá”. En el trajinar de la investigación de los hábitos alimenticios del venezolano, que comprende lecturas sobre el tema, entrevistas de periodistas especializados, críticos gastronómicos e influencers, se puede observar que ese axioma de la madre y sus estupendas hallacas no es cierto porque nos hemos sincerado y descubierto que existen otras tan buenas y hasta superiores que las “de mamá”.
Y para disfrutarlas solo debemos comprar su producto a las “hallaqueras y hallaqueros” famosos o súperrecomendados, pagarlas, calentarlas en agua con sal y degustarlas.
Este es el punto donde interviene Isabel Arteaga con su taller, porque ella propone un método para la fácil elaboración del manjar navideño, ya que, si la mamá no sabe hacer hallacas o no le interesa confeccionarlas, sus hijos y nietos no aprenderán por lo que se corre el riesgo que la tradición se pierda.
A las 10 de la mañana comienza la experiencia “Arteaga”. Los asistentes alrededor de un gran mesón tienen en sus puestos un vaso personalizado, delantal, rodillo, mantel individual, guantes y un bolso con el pantone exacto de la masa, para que no nos pasemos de onoto, ni tengamos una masa jipata.
Antes de trabajar, un desayuno espera a los futuros “hallaqueros”, debemos tener fuerzas y ánimo para aprender a cortar vegetales, hacer un suculento caldo de gallina, sellar las carnes ya cortadas en cubos, amasar, porcionar el guiso y la masa en bolas de igual peso.
Adornar con las vituallas tradicionales: aceitunas en ruedas, alcaparras, pasas, pimentón, la presencia de almendras es señal de que son caraqueñas, y las que propone Isabel Arteaga, en plan travesura culinaria, cebollas caramelizadas, orejones de manzana y piñones, estos últimos ingredientes son su sello personal.
Todos los adornos anteriormente descritos coronan el guiso que se colocó sobre la masa que cubre las impolutas hojas de plátano, engrasadas sutilmente. La guiatura de Isabel Arteaga hace que envolver y amarrar las hallacas tenga un resultado estético porque explica cómo manejar el pabilo, siguiendo el patrón de una cuadrícula con tres hilos verticales y dos horizontales.
Uno de sus consejos es que el amarrado debe ser firme, pero no apretado para que la hoja no se rompa, parece una contradicción, pero allí radica parte de las muchas técnicas que esta ama de casa enseña en su taller.
La emoción de los asistentes crece cuando llega el capítulo de hervirlas en agua con sal durante una hora, escurrirlas y colocarlas como los cadetes, erguidas y en perfecta formación, para que no pierdan su forma.
Mientras tanto hemos comido pan de jamón y profiteroles de la Pastelería Mozart. Este taller no se realiza bajo los lineamientos de una clase sino siguiendo los patrones de la tradicional elaboración de hallacas, es una fiesta familiar con amigos que brindan con Ponche Crema, el de Eliodoro González P.
Hemos finalizado la experiencia, ganado amigos divertidos y hacendosos porque saben amarrar hallacas. Ha sido un día provechoso, con la conciencia de la venezolanidad a flor de piel. No se perderá la tradición.


Los próximos talleres se dictarán el 23 y 29 de noviembre, 6 y 12 de diciembre. No se lo pierdan,van a aprender a hacer hallacas en un santiamén. Se los asegura un “hallacadicto” irremediable. Comunicarse con @isabelarteaga
Acaure vende la carne magra, cortada en cubos, solo abrir el empaque y sazonar. Rodrigo Oteyza (0414) 556 4012 @acaure.ve
Masa y hojas preparadas. Familia Purroy en El Hatillo (0212) 963 6860