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Los viñedos del desierto de Néguev, un esfuerzo que vence al clima feroz

Viticultores franceses han visitado estos viñedos en el desierto israelí para aprender a sortear las altas temperaturas que están azotando a Europa en verano

desierto de Néguev
AFP | Michael BLUM / AFP
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En el desierto israelí de Néguev, los productores de vino comparten su conocimiento sobre el cultivo de uvas bajo calores sofocantes con colegas europeos, que este verano sufrieron un clima feroz.

Caminando entre filas de uvas maduras que nacen de la tierra árida, el dueño del viñedo David Pinto se emociona hablando de cómo su negocio ha crecido en los últimos tres años.

«Dominamos las condiciones sin depender de los caprichos del clima», sostuvo Pinto, cuya finca cercana al poblado de Yeruham lleva su nombre.

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Foto aérea de los viñedos. Foto MENAHEM KAHANA / AFP

De Néguev para el mundo

Con sol casi todo el año y poca lluvia en el árido Néguev, Pinto adoptó un sistema de microirrigación para conservar recursos y regar las viñas lentamente por goteo.

Tales técnicas podrían ser necesarias en toda la región mediterránea: los vinicultores de Francia han tenido que cosechar antes de lo normal debido a un verano excepcionalmente seco y caluroso.

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Revisión y cosecha de las parras. Foto MENAHEM KAHANA / AFP

«Vinicultores de Burdeos vinieron a visitarnos tras la ola de calor en Francia», contó Pinto, quien aconsejó a sus huéspedes sobre cómo adaptarse a los cambios en el clima.

«Ahora compartimos los mismos retos, con el clima extremo y la sequía que dañan las uvas», agregó, mientras los trabajadores recogían uvas con las primeras luces de la mañana.

El verde norte de Israel ha sido el centro de su vinicultura, pero algunos productores más aventurados descubren el asoleado sur.

Pinto, cuyos vinos se venden por 89 séquel (26 dólares), es uno de más de 25 vinicultores en el paisaje desértico.

Entre ellos está Ramat Negev, cerca de la frontera con Egipto, y Nana, aledaña a la formación geológica de Makhtesh Ramon.

Calor extremo

Ilan Abitbol, quien asesora a varios vinicultores israelíes, está empeñado en crear una variedad de mezclas en un terreno pequeño.

«La temperatura del Néguev otorga una identidad particular a los vinos de la región: más secos y con más alcohol», precisó.

El Malbec de Pinto, por ejemplo, tiene 14,5% de alcohol.

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David Pinto con las botellas. Los vinos tienen alto grado de alcohol. Foto MENAHEM KAHANA / AFP

«Estamos acostumbrados a las temperaturas extremas, mientras que en Europa, los cambios climáticos tienen un impacto en los vinos porque no están habituados a estas temperaturas», explicó Abitbol.

Para Yaakov Oriya, enólogo de Pinto, hay oportunidades únicas en una región desértica, donde se ha producido vino durante siglos, desde los tiempos bizantinos.

«Cuando tienes un terreno diferente como este, puedes crear vinos diferentes», indicó, incluso variedades de postre y espumantes.

«No somos los primeros en producir vinos en esta región, pero hacer que florezca el desierto sigue siendo un objetivo maravilloso», dijo Oriya.

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Racimos de uvas en procesamiento. Foto MENAHEM KAHANA / AFP

En la finca de Pinto, donde también crecen árboles de olivo y argan, la familia espera producir 55.000 botellas en la actual temporada.

Jimmy Pinto, padre de David, dice que la industria vinícola puede impulsar la economía en el desierto escasamente poblado.

«Crear una vinícola aquí en Yeruham contribuye a nuestro esfuerzo por desarrollar la región», afirmó.

Jimmy Pinto comparó los años de trabajo en los campos con una red educativa que desarrolló para los niños en áreas remotas.

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Parte de las barricas donde se reposan los vinos. Foto MENAHEM KAHANA / AFP

«Es un gran desafío, pero de la misma forma que creemos que los niños de esta región pueden estar mejor, queremos producir un vino que sea el mejor», expresó.

«Y en estos dos campos, toma tiempo antes de ver los frutos de la inversión».

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