Por el contrario, mientras más vinos se hayan probado y más años se hayan dedicado a cultivar el gusto, el olfato y el conocimiento, más chance hay de quedarse con la copa en un concurso de sommeliers de talla mundial.
De la mano de Leonardo D´Adazzio, desde muy joven, Dayana Medina ha venido transitando por todas las posibles etapas del servicio en restaurante hasta llegar a ser lo que es hoy en día: directora de la Academia de Sommeliers de Venezuela.
“Leo fue muy visionario, se adelantó mucho y quiso traer a Venezuela la figura del sommelier que prácticamente no existía y además quiso que se tratara de mujeres por un tema del machismo. Esa era la época del Old Parr, los hombres bebían whisky y las mujeres vino rosado. Lo que buscábamos era poder acercarnos a una mesa y ser escuchadas”.
D´Adazzio le enseñó el oficio de la A a la Z y ella no lo esconde. Por el contrario está muy agradecida: “Es el maestro más duro que he tenido en mi vida y sigo aprendiendo. Con él he aprendido no solo de vinos sino de cultura, de gastronomía, de política, es un hombre muy culto y creo que todo sommelier debe serlo».
Desde sus días en Puerto Ordaz ha trabajado y luchado sin detenerse a pesar de los obstáculos. “Yo nací en la Maternidad Concepción Palacios, tengo un origen muy humilde pero creo que eso no significa que no puedas trabajar para superarte. El vino no tiene porqué ser un tema de élite, es cuestión de querer aprender”. Dayana Medina y su hermana han representado como sommeliers a Venezuela en concursos internacionales y siguen trabajando para conquistar buenos lugares.
“Desde que doy clases en la escuela he aprendido mucho más que en esos años en que era únicamente sommelier. Dar clases te obliga a ser más exigente contigo misma, a leer más, a escuchar a tus alumnos y a reconocer cuando no sabes algo”.
En la Academia ya tienen 401 graduados y entre sus estudiantes hay simples amantes del vino que se inscriben para aprender más y mesoneros que quieren especializarse para escalar en su oficio. “A mí me gusta que sea así porque unos aprenden de otros, y la idea es seguir subiendo el nivel”, comenta.
Para Dayana ser sommelier requiere de varios talentos y ambiciones: ¿El fundamental? aprender todo del servicio, “porque todo el tiempo estamos sirviendo, hay que aprender a controlar el ego”. También deben ser buenos en armonías “hay que invertir en la educación, debes comprar botellas, salir a comer, aprender sobre la gastronomía mundial, probar de todo” pero sobre todo deben saber catar muy bien, distinguir una cepa, reconocer un vino sin tener que leer las etiquetas y eso se lleva muchísimos años y mucha práctica.
“Yo actualmente estoy trabajando en lo que llamamos el “Sommelier del Caribe” que además de vinos debe saber de rones, de cacao, de café, de los productos de nuestra tierra” explica Dayana quien apuesta por mantenerse al día con las nuevas tendencias.
“Un sommelier que trabaja en un restaurante maneja todo el inventario y los proveedores, tiene un power para elegir las etiquetas, debe saber de armonías comida-vino, debe saber hacer elecciones… un sommelier debe estar preparado para dirigir catas de todo tipo, asesorar en el gusto del mercado y entender lo que pide el comensal”.
Y entrenar, entrenar el olfato, la curiosidad, el gusto, la humildad, intercambiar conocimientos e información con otros sommeliers… “No es un oficio que pueda aprenderse únicamente con los libros, sino probando y aprendiendo. Yo bebo vino casi todos los días y ahora después de 20 años es que creo que voy a comenzar a ver los frutos de mi trabajo”.
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