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Toscano, como ningún otro

Una cadena de imprevistos trajo como consecuencia la gestación de un tabaco singular que es emblema de Italia: el Toscano

Toscano
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Para el fumador de Habanos o tabacos centroamericanos el encuentro con el cigarro Toscano arranca como curiosa experiencia. Ese ejemplar petrificado al tacto, ese aspecto brillante –casi como confitado- y esa forma tan particular no encajan en el patrón de quien acostumbra a entenderse con ejemplares de otro estilo, prolijos, buscando siempre la simetría de las formas.

Ya de entrada, a este singular tabaco hay que cortarlo por el medio para dividirlo en dos. Esa es la manera más común, aunque se puede –por supuesto- encender una punta y fumarlo completo sin tanta ceremonia.

Al encenderlo sorprende con inesperado buen tiro para nada presagiado por su sólida constitución. Pero especialmente marca distancia con su sabor, ese regusto difícil de identificar a las primeras de cambio y que a medida que avanza la fumada se revela como de naturaleza mineral y que en los formatos más recios del catálogo llega a percibirse como arenoso. Y éste, sin duda, podría considerarse como uno de los signos inconfundibles de su personalidad: es una fumada intensa gracias a la fermentación a la que se somete la hoja.Otro rasgo propio es que no es un cigarro que necesite reposar en humidor para su conservación, cuando mucho, habría que protegerlo de los golpes. Y sin embargo…

La génesis del Toscano se nutre del mito y el orgullo de Italia. Cuenta la historia que todo comenzó en el verano de 1815. En una fábrica de tabaco asentada en lo que alguna vez fuera el convento de Santa Caterina, en Florencia, se apilaba una gran cantidad de hoja del tipo Kentucky.

Alguien –si se conociera el nombre seguro le levantaban una estatua- decidió por error o por omisión, o quién sabe porqué, dejar aquella mercancía bajo el solazo veraniego. Solazo que, cosas del cielo, repentinamente se apagó dando paso a una copiosa tormenta florentina que transformó aquel patio en un pequeño lago.

Toscano

Una fortuna en tabaco se daba por perdida arruinada por la lluvia. Pero otro héroe desconocido intervino opinando que si el cielo había estropeado aquellas hojas, el mismo cielo debía secarlas con las últimas fuerzas del sol del verano. Y ya se vería si podían ser utilizadas o no en la fábrica. Claro, el cálculo falló. No se dio un secado rápido. Se produjo más bien un proceso de fermentación en el que una reacción química derivó, entre otras cosas, en la consecuente liberación de amoniaco: aquello apestaba como el infierno.

Algunas versiones indican que el director de la fábrica, o quizás quien había puesto su dinero en ese montón maloliente, aún no se resignaba a perder la mercancía. Se decidió entonces esperar la fermentación de todo el lote y una vez alcanzado este punto, en lugar de dejarlas al sol, las hojas se sometieron a un lento proceso de secado separándolas según el tamaño y el buen o mal estado en el que se encontraban.

En la fábrica estaban seguros de que aquellos no serían sus mejores cigarros, pero esperaban al menos recuperar la inversión vendiéndolos a bajo costo como producto de calidad inferior dirigido a la gente más pobre la región.

Quienes los adquirieron seguramente atraídos por su precio no esperaban algo tan bueno ni de sabor tan fuerte e intenso: empezaba a nacer un clásico.

A partir de la leyenda se sugieren otras explicaciones que quizás tengan mayor rigor histórico, pero que no necesariamente dejan el caso cerrado. Lo que sí quedó asentado es que estos tabacos fermentados adquirieron el nombre de «Toscano» en 1818, fecha que aún aparece impresa en las cajas del Toscano Originale. Ya en 1868 la producción de toscanos en Florencia alcanzaba una cifra astronómica: 140 millones de unidades. Actualmente los Toscano se venden en más de 80 países y sus mayores consumidores son Italia, Alemania y España.

El amigo americano

A principios de 1800 era muy común en esa región que importaran tabaco cosechado en Estados Unidos. Y específicamente del tipo llamado Kentucky, el cual, además, comenzó a ser cultivado en la propia Italia a partir de 1850.

Desde aquellos primeros días, tanto la capa como la liga –el «relleno»- de los Toscano siempre se ha hecho con hoja Kentucky, un tabaco considerado fuerte, el cual ve incrementada su fortaleza gracias al proceso de fermentación que al mismo tiempo despierta su aroma particular.

Tras la Primera Guerra Mundial el sigaro Toscano vivió un momento de crisis: no solo por las consecuencias inherentes al conflicto sino también por la popularidad que bien pronto adquirió el cigarrillo rubio americano alentado por el american style que llegó en formato celuloide con las grandes figuras del cine. Y luego de 130 años el Toscano dejó su natal Florencia y en la actualidad se fabrica exclusivamente en Lucca y en Cava dei Tirreni.

En 1960 se tomó otra decisión importante: abandonar el proceso de manufactura y delegar el trabajo a las máquinas. La medida, por supuesto, generó fuertes disputas pero los fabricantes persistieron en su posición hasta que en 1986 tuvieron el acierto de volver a una línea de cigarros hechos a mano a la cual llamaron Toscano Originale.

Fumada feroz

No hay un solo Toscano, el catálogo ofrece muchas opciones, todas –salvo las llamadas presentaciones de Tuscanelli, cajetillas con los tabacos ya cortados- susceptibles de ser fumados siguiendo la curiosa costumbre de picar el cigarro a la mitad: Garibaldi (capa Kentucky Italia y relleno con Kentucky Benevento), Toscano –o Sigaro Toscano- (envuelto en Kentucky Italia y tripa con variantes del mismo origen), Extra Vecchio (capa de Kentucky Italia oscura y tripa mezcla de Kentucky Italia fuerte), el Antico Toscano (capa de Kentucky estadounidense y tripa con mezcla de hoja italiana y americana), Toscano Antica Reserva (capa Kentucky estadounidense), Il Moro (la capa es una selección de Kentucky EEUU y la tripa combina el doble origen) y el Toscano Originale (capa Kentucky EEUU y tripa combinada) que mantiene la tradición del entrañable fatto a mano.

Esas son, digamos, las variantes base de los Toscanos, porque existen más de 27 presentaciones a las que se suman ediciones especiales.

Toscano

Un célebre fumador de toscanos alguna vez acuñó una frase que intenta describir –con un feroz vuelo poético- la experiencia de fumar estos tabacos describiendo su aroma –palabras más, palabras menos- como “un cálido espiral azul que invade tu boca y ataca las membranas como un aliento demoníaco”. La imagen sugiere un momento rudo, aunque en la práctica no sea tal, salvo en los casos en que se prefiera las variantes con fermentación extra de 4 hasta 12 meses .

Y aunque cada quien sacará sus conclusiones propias, no está demás apuntar que hay algo en ese perfume y en ese gusto mineral –que no posee ningún otro tabaco- que sin duda remite a una extraña percepción de lo antiguo difícil de aprehender con palabras.¿A qué se debe? En principio, a la fermentación de la hoja. Pero también al sistema de curar esas hojas: «a fuego» –fired cured– al calor de leña en condiciones controladas porque a estas alturas ya nada queda a la suerte.

El escritor uruguayo Juan Carlos Onetti los incluyó en su prosa:“Sujetaba el toscano en la mitad de la medialuna de la boca y miraba, memorizando inconsolable, el humo azul que subía suavemente en la tarde sin viento”.

Fernando Savater, por seguir con los hombres de letras (en la lista de celebridades aficionadas al toscano se cuenta a figuras como Carla Bruni y Francis Ford Coppola), tiene a este cigarro entre sus pequeños placeres y alguna vez escribió sobre ello, haciendo –además- una apreciación muy singular sobre una “ventaja” inherente:“El Toscano es el cigarro por excelencia. Nadie puede fumar toscanos en cadena. Es absolutamente imposible. Cada Toscano te deja, digámoslo así, “toscanizado” para 3 ó 4 horas, aunque seas de los más aficionados al Toscano que puedan existir. Es de esos puros que se hacen notar. Aunque no sea muy grande —partido es pequeñito—, es de una concentración, de una intensidad, de una ferocidad tal que te deja conmocionado para un tiempo, con lo que es un puro que está muy bien porque no puedes fumar mucho. La vida tiene un número reducido de toscanos (…) Cuando te estás fumando un Toscano, una cosa tan torcida, nadie cree que te estás fumando un puro, cree que estás haciendo algo alarmante y la gente que no ha huido de la habitación se preocupa por ti cuando te ve con el Toscano en la boca…”.

Coordenadas

No es común que los expendios de tabaco en Venezuela vendan Toscano, pero la tienda de conveniencia-bodegón Mil Ochenta Zip Market -en la estación de servicio de La Ciudadela, Caracas- suele tener al menos dos presentaciones.

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