Opinión

Empoderar para avanzar

Los nuevos retos que suponen proyectos de implementación complejos o novísimos constituyen una excelente oportunidad para empoderar o responsabilizar a nuestros jóvenes profesionales y el coach Ricardo Adrianza muestra la manera de hacerlo con éxito

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Hay un dicho que refiere: “Si caminas solo irás más rápido, pero si caminas acompañado llegarás más lejos”, que de forma sencilla magnifica la importancia del trabajo en equipo.

Esta máxima se impone de manera abrumadora cuando de proyectos de larga duración e implementación se trata.

Los continuos cambios en leyes y regulaciones exigen a las empresas adaptaciones frecuentes que deben adoptarse en un término específico, con novedades técnicas que implican estudio, dedicación y mucha paciencia. Como colofón a estas exigencias, dichas responsabilidades van de la mano con los proyectos habituales que son el corazón de cualquier organización.

El factor tiempo es un tema que siempre está en el tapete para manejar, pero diría que lo que más afecta en el inicio de estos proyectos de implementación es enfrentarse a la novedad de algo, ya que eso nos genera incertidumbre y miedos que se suscitan, incluso, previo a adentrarnos en los mismos.

Foto Dimitry Anikin / Pexels

Empoderar a los jóvenes

Ahora bien, los nuevos retos que suponen proyectos de implementación complejos o novísimos constituyen una excelente oportunidad para empoderar o responsabilizar a nuestros jóvenes profesionales de encargarse y liderar, principalmente, porque les facilitas herramientas para su crecimiento profesional, lo cual siempre es bien apreciado.

No obstante, esa ventana de aprendizaje y crecimiento contrasta muchas veces con el riesgo que implica la delegación de tareas, debido al sentimiento de agobio que se dispara al encarar algo desconocido.

Esto último –de manera unánime– debemos vigilarlo de cerca pues contiene riesgos de renuncia del personal como vía de “escape” por todas las sensaciones que se desprenden, al forzar un crecimiento acelerado del personal, que muchas veces conlleva a su incompetencia.

De allí que, a pesar de que existan estrategias que los jóvenes profesionales pueden utilizar para avanzar, el acompañamiento del líder es irremplazable y un factor fundamental para alcanzar los objetivos.

Tres estrategias

En este sentido, me permito sugerir tres estrategias fundamentales que se desprenden de investigaciones. Estoy seguro que servirán de referencia a los más jóvenes cuando les toque asumir las responsabilidades de un proyecto o tarea:

1. Reclutar a un compañero

Varios estudios indican que cuando decidimos perseguir un objetivo, nuestras chances de alcanzarlo caen entre 10% y 25%. Esto sin haber pasado a la acción.

Sin embargo, esos mismos estudios prescriben un aumento de 65% en la probabilidad de alcanzarlo, cuando lo compartes o comentas con alguien.

Pero lo que realmente resulta fulminante en esta estadística es que, si además de compartir, le preguntas o consultas a esa persona de manera regular, las probabilidades de éxito se trepan al 95%. Increíble, ¿no?

2. Compartir los objetivos

El poder que tiene trabajar de manera conjunta en dirección a un objetivo global común incrementa significativamente el interés, resiliencia y las probabilidades de éxito.

El compartir objetivos impone el trabajo en equipo sobre la individualidad. Además, crea ese ambiente de complicidad que se instaura cuando el equipo, en general, internaliza o percibe los avances.

3. Cambiar de ambiente

Muchas veces el factor ambiental incide significativamente en los avances o retrasos de un proyecto en particular. La influencia actual del teletrabajo y la soledad que conlleva laborar en los espacios de casa puede influir en el camino trazado para conseguir los objetivos.

Entonces, por lo general, cambiar de ambiente o sus condiciones, te hace mucho mas productivo y apto para alcanzar el éxito planteado.

En este punto, también recuerda que en proyectos de máxima concentración debes limitar el uso de dispositivos, como el teléfono móvil.

La importancia del trabajo en equipo es incuestionable e insustituible. No en vano oímos con regularidad y hasta con orgullo –en el argot profesional– que “dos cabezas piensan mejor que una”.

Y eso es así. No existe mejor motor para encarar un proyecto y planificar la meta, que el apoyo y seguimiento constante del liderazgo y de la comunidad de trabajadores afines a una organización.

La resistencia al cambio, los miedos, las emociones que siempre están presentes en la condición humana y los entuertos técnicos, son monstruos que debemos doblegar con el antídoto de la paciencia y disciplina. Y, más importante aún, a través de crear ambientes de trabajo colectivos y socialmente responsables.

¡No solo se celebran los triunfos, también se comparten los retos!

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