Opinión

La intuición, ¿mito o realidad?

Ricardo Adrianza invita a hacerle caso a la intuición pero con algunos límites: "Haz uso racional del poder de la intuición y sé consciente del poder que tiene el inconsciente", resume

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Según algunas teorías psicológicas, se le llama intuición al conocimiento que no sigue un camino racional para su construcción y formulación, y por lo tanto no puede explicarse o, incluso, verbalizarse. El individuo puede relacionar ese conocimiento o información con experiencias previas, pero por lo general es incapaz de explicar por qué llega a una determinada conclusión o decisión.

En pocas palabras, la intuición está directamente relacionada a la influencia de la mente inconsciente. Numerosas investigaciones han demostrado – a través de experimentos – que las decisiones que se toman bajo la influencia del inconsciente han sido las mas acertadas, tomando como base los parámetros previos que planifican los psicólogos actuantes.

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Mucho se habla y cuestiona sobre el poder de la intuición y de cómo se presenta. Suele manifestarse como reacciones emotivas repentinas a determinados acontecimientos, muy relacionados con creencias e ideologías. En el lenguaje popular la conocemos como presentimiento.

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Ahora bien, ¿debemos siempre guiarnos por esa primera reacción? Estoy muy seguro de que la inmensa mayoría habrá sido seducida por la emoción inicial que genera algún suceso y tomar una decisión que, a la postre, resultó en un desenlace positivo. O como pasa en otros casos, ignoramos el poder de la intuición y dejamos escapar una magnífica oportunidad que, cuando se concreta, surge el arrepentimiento por no haber seguido las señales emocionales que nos indicaban que, tal vez, hubiera sido una decisión acertada.

¿Cómo lograr el equilibrio?

Pero no todo es color de rosa. La toma de decisiones bajo la influencia clara de la intuición genera también infinitas frustraciones y, precisamente, eso es lo que debemos evitar. “Ni tan calvo, ni con dos pelucas” como dice el popular refrán venezolano, haciendo referencia a que las cosas deben tener un equilibrio y no exagerarse. En nuestro caso particular, dejarse llevar por la intuición está bien, pero no abusar de su uso.

se le llama intuición al conocimiento que no sigue un camino racional para su construcción y formulación, y por lo tanto no puede explicarse o, incluso, verbalizarse.

Aunque me considero una persona racional en la toma de decisiones, – cuando puedo me tomo todo el tiempo posible – debo admitir que las decisiones que he tomado confiando en mi intuición han tenido un saldo favorable.

¿Cómo lograrlo? Aquí te dejo un par de consejos útiles:

1. Acompañar el impulso intuitivo con al menos un poco de reflexión consciente: este primer consejo es fundamental para aumentar las probabilidades de éxito.

Como les comenté, me considero una persona racional para la toma de decisiones complejas; no obstante – supongo que les pasa a todos – la primera guía que te permite encaminar una decisión ante determinado acontecimiento es la reacción emotiva.

Explicar lo anterior luce difícil, pero la capacidad que tenemos de resolver problemas complejos de manera inconsciente es incuestionable. Ahora imagina si a esta primera reacción la acompañamos de un análisis racional.

El equilibrio entre la intuición y la razón le da un condimento de lujo a la decisión que debes tomar. En reiteradas ocasiones perdemos de vista nuestros objetivos cuando le damos “muchas vueltas a la cabeza”

2. Si no tienes tiempo para pensarlo, evita tomar grandes riesgos: con esta segunda regla se disipan innumerables dudas para hacerle caso o no a la intuición. Si lo piensas bien, esta regla es de ¡oro!

Debemos ponderar efectivamente lo que está en juego y evitar correr grandes riesgos; más aún cuando nos arriesgamos por pequeñas recompensas.

Además de los consejos planteados, procura separar tus instintos de tus deseos. Frecuentemente confundimos ambos conceptos y, al confundirlos, las consecuencias son catastróficas.

En definitiva, haz uso racional del poder de la intuición y sé consciente del poder que tiene el inconsciente. Tal como mencionó Freud en su obra, La interpretación de los sueños: “Los logros más complicados son posibles sin la ayuda de la consciencia”

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