Dulceras de Palo Negro: 34 años rescatando juntas la tradición
Desde 1990, un grupo de mujeres de este pueblo de Aragua se ha ocupado de recuperar recetas y de elaborar consuetudinariamente dulces criollos, siguiendo los métodos originales, para que su sabor no se pierda. Entre ellos están los aliados, hechos con colágeno de pata de ganado, y el pan de horno, con harina de maíz cariaco
Las dulceras de Palo Negro son de esos secretos bien guardados que tiene Venezuela. Y ojalá no fuera así, ojalá todos los venezolanos las conocieran, y se transformaran en orgullo colectivo. Hace 34 años, estas mujeres se dieron cuenta que los chicos de su pueblo Palo Negro, en Aragua, ya no comían dulces criollos y se unieron unieron para rescatar la tradición de la granjería y los postres propios.
Las lidera Eloína Salazar, la mujer que en 1989 tuvo la visión y el empuje para trabajar por la dulcería del pueblo en el que creció. Orgullosamente dice que no se trata solo de hacer dulces apegados a las maneras originarias, sino también de investigar y dejar registro de lo que hacen. Siguiendo esta premisa, ya han publicado dos recetarios y han llevado sus azucaradas creaciones a varias regiones del país e incluso a otros países. Además, han sido reconocidas como Patrimonio Cultural del Municipio Libertador del Estado Aragua.
Las Organización Ferial Dulceras de Palo Negro, como es su nombre formal, fueron invitadas especiales durante el Coloquio Cacao, realidad Venezuela 2024 y Cocina Regional de Aragua, que organizó la Asociación Civil Venezuela Gastronómica en la Universidad Central de Venezuela, este martes 18 de junio.
Gracias a ellas es posible disfrutar de unos aliados de verdad (de origen andino, también llamados templones o rucanos y, se dice, eran de los dulces favoritos de Simón Bolívar) hechos con el colágeno de la pata de ganado y no con gelatina como la mayoría de los que se venden; de los patrimoniales panes de horno hechos de harina de maíz cariaco, que les aporta una textura especial; de papitas de leche hechas a fuerza de paleta o de dulces casi desaparecidos como el de mamón en almíbar o el de limón.
«Hablar de historia es hablar de dulces»
Eloína Salazar dice, con vehemencia, que hablar de historia es hablar de dulces, y cita el primer registro que se tiene en Palo Negro del pan de horno, hoy considerado un dulce patrimonial del municipio.
«Cuando comenzaron a hacerse las calles para fundar el pueblo, la señora Carmela Vera ya hacía pan de horno en un horno fabricado por los indígenas del Lago de Valencia», rememora.
Los dulces caseros se vendían en las bodegas y eran las chucherías de los niños del pueblo hasta que llegaron las golosinas importadas. Poco a poco se fueron dejando de hacer y comer los dulces tradicionales. Pero en 1989, por una necesidad económica coyuntural, decidieron hacer una feria de comida para recaudar fondos y Eloína se dio cuenta que había muchos dulces que ya no se hacían.
«Así nació la organización, con la intención de rescatar esos sabores y esas recetas. El primer evento que hicimos fue una feria de dulces criollos y fue un suceso. Todos los periódicos de Aragua nos reseñaron y dijeron que habíamos sacado a Palo Negro del anonimato», recuerda Eloína.
En su portafolio de dulces han incorporado algunos «importados», gracias a recetas que le han «regalado» otras dulceras. Entre ellos está el piñonate caraqueño, que lo preparaba una nonagenaria del pueblo que había aprendido a hacerlo a los 12 años con su mamá, y la «bola de chivo», que Eloína probó en un viaje a Falcón y que contiene lechosa y piña.
Algunos precios. 2 aliados, 50 bolívares; 4 papitas de leche, 50 bolívares; dulce de mamón y jalea de mango, 40 bolívares cada uno; ración de torta de piña, 120 bolívares.
El casabe tradicional y ancestral es grueso y difícil de morder, ideal para comerlo remojado. Desde que apareció el "casabe galleta", crujiente y delgado, el consumo de este pan de yuca se masificó. Dos pueblos del Centro del país se disputan su origen
Esta sopa se prepara en el Sur del Lago para aprovechar las sobras de plátano de las comidas. La profesora y cocinera Maritza Vargas habla sobre su origen y comparte la receta familiar