El barril está formado por tiras de madera denominadas duelas, que se curan por efecto del calor y rodeadas de cinchos metálicos que le mantienen su forma. En la parte superior de la panza tiene un orificio que se llama esquiva, en la tapa, puede tener un agujero que tiene una piquera para la salida del vino, cuando están colocados horizontalmente.
Se han utilizado diferentes árboles para la obtención de madera de construcción, uno de ellos, es el roble, que produce la mejor calidad, es resistente al desarrollo microbiano, tiene buena impermeabilidad y transmite agradables sabores. El menester de tonelero es muy apreciado cuando su producción es artesanal, actividad que se hereda de padres a hijos; una de las grandes satisfacciones de una bodega es producir sus propios barriles, privilegios del que gozan pocas. Algunos toneleros trabajan con la madera en los meses de invierno y primavera ya que el verano y el otoño lo dedican a la viña y la vendimia.
A mediados del siglo XIX, los intentos por mecanizar la tonelería comenzaron a dar sus frutos y en pleno siglo XX la mayoría de los barriles son producto de grandes empresas dedicadas a esta actividad.
Regiones como La Rioja muestran su gran cantidad de barriles, como testimonio de la característica de sus vinos de crianza, reserva y gran reserva. El noble barril tiene el mandato de acunar el vino el tiempo que determine el enólogo, para sacarlo al mercado en sus mejores condiciones de manera de satisfacer a todos los consumidores.