Las regiones en BMS

El amenazado ají margariteño ya tiene refugio: sus productores

Luego de gestiones organizadas por productores de varias zonas agrícolas de Nueva Esparta, junto con profesionales de la agronomía y biólogos preocupados por la protección de este fruto de la familia de las solanáceas, el Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual otorgó el resguardo de la Indicación Geográfica Protegida

Ají margariteño
Fotos suministradas por Ubaldo Arrieta |cortesía
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El ají margariteño, que aspira desde hace un buen tiempo la Denominación de Origen Controlada (DOC) fue calificado con la Indicación Geográfica Protegida (IGP), requisito indispensable para su protección ante situaciones adversas de falsificaciones de origen y peligro de extinción por desaparición de sus semillas con autenticidad.

Luego de gestiones organizadas por productores de varias zonas agrícolas de Nueva Esparta, junto con profesionales de la agronomía y biólogos preocupados por la protección de este fruto de la familia de las solanáceas, el Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual, SAPI, otorgó el resguardo de la Indicación Geográfica Protegida.

Ají margariteño

Esta reglamentación consiste en fiscalizar la siembra de la semilla autenticada, la cosecha y la recolección de la especie en territorios adecuados y precisamente delimitados, en los que se debe cumplir con todas las condiciones establecidas en el estatuto de uso previsto para tal fin.

Esa fiscalización estará a cargo de la dependencia del SAPI en la entidad insular, en coordinación con un Consejo Regulador que ya está conformado por cinco gerencias y siete comités que velarán por la correcta aplicación del reglamento de uso de la IGP aprobada, órgano del que formarán parte profesionales del sector agrario local y fundamentalmente productores.

La capacitación

Todo este trabajo está supervisado por el especialista local del ají margariteño, el ingeniero agrónomo Sergio Somov, quien suma cuatro décadas de experiencia sobre la solanácea, tanto en investigaciones como en formación académica. Lo académico lo combina con el trabajo directo en el propio conuco, con productores de ají margariteño pertenecientes a varias generaciones de cultivadores.

Ají margariteño

Somov, que forma parte del mencionado Consejo Regulador, comenta para El Estímulo cómo el proceso es interesante desde la cultura gastronómica, de arraigo histórico incluso, y con un vértice hacia el turismo. Pero también advierte que lo importante para él es la protección en semilla, siembra, cultivo y producción, todo lo anterior antes que la comercialización, ciertamente fundamental para proteger al consumidor de falsificaciones del fruto.

En ese sentido, vale citar igualmente el criterio de otro integrante del Consejo Regulador, el abogado Julio César Gómez, quien durante la presentación pública de la IGP precisó que esta se le otorga al productor del ají margariteño, “no a quien le gusta comerlo ni a lo restaurantes donde los preparan, sino a los productores, quienes la solicitaron”, precisando que será desde el SAPI, servicio adscrito al Ministerio del Comercio, de donde partirá la supervisión de la correcta aplicación de la asignación, en función de vigilar la calidad de la producción desde la siembra de la semilla autenticada.

Asimismo, aclara que no es suficiente contar con la IGP,  sino que es necesario “formar y capacitar al productor para realizar de forma correcta las prácticas de campo”.

La sustentabilidad

De las conversaciones sostenidas en varias oportunidades con  Sergio Somov con El Estímulo, así como los datos de las investigaciones realizadas que suministró, se entiende que la IGP es rígida en su aplicación y control y necesaria para dar “sustentabilidad a cualidad, calidad  y reputación de la especie”.

Comenta que por su olor y sabor característicos, así como por sus especificidades agronómicas y fisiológicas de adaptación a las condiciones ambientales de la isla, “el ají margariteño sólo puede y debe ser sembrado en la Isla de Margarita”, tal es la concepción patrimonial que en general se defiende en Nueva Esparta y que se ha logrado ubicar en un pasado que trasciende hasta tiempos prehispánicos.

“El ají margariteño sólo puede y debe ser sembrado en la Isla de Margarita”

Sergio Somov, ingeniero agrónomo, experto en ají margariteño

Sobre la base de tales apreciaciones que van atadas a un sentimiento de arraigo margariteño, cabe referir indagaciones hechas por el periodista Miro Popic, especializado en gastronomía, quien confesó a El Estímulo su “enamoramiento” por este fruto de la gastronomía insular y refirió que el ají llega a Margarita en tiempos prehispánicos,  llevado por la etnia de los taínos que dominaban la zona norte del hoy estado Bolívar, en el cauce del río Orinoco hacia el Atlántico. Así queda asentado en el «Diccionario Histórico del español de Venezuela» (Francisco Javier Pérez) que en la página 79 especifica la palabra ají como «voz de origen taíno».

La referencia histórica lleva a que los taínos navegaron hasta la costa y hacia las islas al norte del territorio continental y se lanzan a la conquista del Caribe llevando yuca y ají, y este fruto queda asentado por la etnia guaiquerí en tierras que después se llamarían Margarita.

 “Esa es la condición que le da especificidad al ají margariteño, el suelo y el clima. Y ése es un ADN, que no se puede repetir en otra región”, nos comentaba entonces Miro.

Las fuentes son investigadores y agrónomos  que por años han gestionado la protección del fruto. Asimismo, productores en el terreno para captar la rigurosidad del cultivo sobre la base de las realidades geográficas que marcan la diferencia cualitativa de esta especie, en cuanto a suelo y clima, junto con la salinidad y el agua.

Sobre esa realidad geográfica, la conclusión es que los frutos del ají margariteño, al que ocasionalmente se le mantiene la denominación de dulce por no ser contundentemente picante, son llamativos, muy aromáticos y gustosos, ciertamente de suave “picor”, y además llamativos en formas y colores; como una flor homogénea básicamente verde, amarilla o roja, los dos últimos colores en maduración. En general atributos que marcan la sazòn en la tradicional gastronomía margariteña.

La investigación

Para llegar finalmente a lo que hoy se ha alcanzado con la IGP, es necesario dar un repaso a una parte del extenso camino de investigación, análisis e iniciativas que llegaron a lo que hoy se concreta como el refugio protector del ADN del ají dulce margariteño.

https://elestimulo.com/bienmesabe/las-regiones-en-bms/2022-11-10/aji-margariteno-especie-en-extincion/

En un planteamiento  que en principio fue formulado desde un equipo de investigadores en el que participó Sergo Somov, quien suministra el dato específico, se conforma una propuesta para la solicitud de la IGP y, entre otras  argumentaciones, se plantea que “en un mundo en el que los intercambios son globalizados, los alimentos o las bebidas ya no son anónimos, no son apátridas, son perfectamente identificables y relacionados con el prestigio de su región originaria, permitiendo ganar un significativo valor añadido tanto económico, como simbólico.

Por esta razón, muchos actores de la cadena agroalimenticia se interesan cada vez más en los espacios en los cuales, las primeras fases de los ciclos de producción sean ubicables e identificables y que, además, garanticen su procedencia y autenticidad, que el producto se venda honestamente, sin asumir una denominación u origen maliciosamente, usurpando una denominación prestigiosa».

Tal fue el argumento para formalizar la solicitud para la Indicación Geográfica Protegida. Se reitera, según se indica en la solicitud a la que se hace referencia, que son diversos los factores que impactan  sobre las características y cualidades intrínsecas del producto cosechado, entre ellos “infinitos elementos naturales y ambientales del lugar (…) que intervienen en la potencialidad genética. Estos lugares, cuyas dinámicas son muy complejas, se mencionan e identifican con el calificativo famoso de «efecto terroir«, (en francés). El término terroir o terruño es la combinación de cuatro factores clave en la elaboración de vinos de calidad: suelo, clima, variedad de uva y hombre. Larousse Agricole: “Se trata de una entidad territorial de funcionamiento de un cultivo, caracterizado por un piso geológico, un tipo de roca y un tipo de suelo”.

De todo lo anterior, surge la explicación de lo que es una IGP y el soporte a la propuesta margariteña para la “obtención oficial de este reglamento de siembra, coseha y producción de la solanácea…:

Otra argumentación que llama la atención en la propuesta inicial es la mención  al espacio marítimo “…junto a la influencia de los vientos sin importar su dirección, siempre incorporarán al interior de la Isla variados tipos de compuestos químicos provenientes del mar, actuando como núcleos de condensación, al tiempo que desde la atmósfera también llegan elementos minerales y moléculas orgánicas, que intervienen en la dinámica química de los suelos y de las aguas, suceso que viene sucediendo las 24 horas del día, ciertamente en pequeñísima proporción, pero con una ocurrencia diaria, durante millones de años”, todo lo cual lleva a la idea del “ecosistema irrepetible”. 

La amenaza

Tal como se expresa al inicio de este trabajo, desde hace algunos años se comenzó a generar, cada vez con mayor frecuencia, el alerta sobre el proceso de extinción que se preveía podría acentuarse sobre la existencia de esta especie vegetal.

En el documento donde se propone al SAPI la asignación de la Indicación Geográfica Protegida se advertía;  

«Hemos constatado con mucha preocupación, cómo nuestro ají margariteño en ciertos espacios de la Isla, ha sufrido algunas lamentables degradaciones por prácticas agrícolas erradas, provocando cruces indeseados, que alteran sus características y cualidades originales, con el peligro de perder las características genéticas originales, las cuales, una vez desaparecidas no podrán recuperarse (peligro de extinción)”.

La propuesta incluyó, en consecuencia, la necesidad de abrir espacios para la investigación, selección, evaluación, recuperación, colección, multiplicación de semillas con el ADN, además de la elaboración de manuales de orientación para los agricultores regionales de la especie, para que así perdure su estirpe en el área geográfica que le aporta todas sus cualidades y permite que se desarrolle todo su potencial hereditario.

Ají margariteño

Sin embargo, ya previamente la inquietud motivó la iniciativa de crear un manual, del cual se suminstró a El Estímulo un extracto que ilustra acerca de la tarea protectora que se inicia desde ahora con el reglamento de uso de la IGP. Es necesario citar que el documento fue desarrollado por Vicente Arturo Michelena-Alegría del Programa de Multiplicación de Semilla para la Seguridad Alimentaria; e igualmente por Sergio Somov, para el Proyecto Producción de Semilla Artesanal de Ají Dulce y Tomate Margariteño (UCV), destacándose el “esfuerzo interinstitucional promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), mediante una carta de acuerdo suscrito con la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela”.

Este documento que está definido como Manual Práctico para la Producción Artesanal de Semilla de Ají Margariteño “aborda los aspectos botánicos y fisiológicos del ají para luego indicar paso a paso, los aspectos relativos a la propagación, mediante la obtención de semilla, la siembra y manejo del cultivo. Con ello, se pretende propiciar y conservar a través del tiempo, las características propias que identifican a este cultivo, con el esfuerzo conjunto de los agricultores, dispuestos a obtener semillas de buena calidad, mediante la selección directa en campo, insistiendo en que no deben alterarse sus reconocidas cualidades, a causa de desaciertos en su manejo”.

Y seguidamente se proyecta lo que estimaron debería ser el perfil del productor artesanal de la semilla del ají margariteño con un añadido tipo filosófico de misión, visión, valores y propósitos en la tarea:

  • Pequeño o mediano productor con alta autoestima, dispuesto a la aceptación de las recomendaciones técnicas y a la introducción de cambios en las prácticas agronómicas y culturales relacionadas con el cultivo.
  • Proactivo y con experiencia en el cultivo seleccionado.
  • Interés manifiesto en la producción de semilla.
  • Propietario de un pequeño lote de tierra con disponibilidad de agua, en el cual el cultivo pueda establecerse, sin problemas agroecológicos
  • Con disposición de los medios económicos necesarios y suficientes para asegurar y garantizar el éxito del cultivo.
  • Deseoso de compartir con otros las experiencias y material producido.
  • Voluntad e interés de preservar en el tiempo las características del cultivo para futuras generaciones.
  • Presentar habilidades de observación y clasificación para la selección de las plantas que se tomarán en campo como reproductoras.

El gustoso vegetal tema de este trabajo es asumido en Nueva Esparta, por propios y extraños, como patrimonio cultural que debe ser preservado. Se ha hecho en tal sentido referencia del testimonio de Miro Popic y es oportuno para esta líneas finales recordar una semblanza que del fruto hizo en una oportunidad el chef Sumito Estévez, durante la estadía emprendedora que hizo en años recientes en Margarita. A su juicio: “El perfume de nuestro país, el perfume del Ají Dulce Margariteño, es un derecho colectivo. Si alguien desea sembrar ají dulce fuera de Margarita está más que en su derecho, sólo pedimos que no lo llame margariteño…”.

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