Gente del oficio

Conoce a Virginia Sánchez, una barista adolescente

Desde que tiene recuerdos, su vida ha estado rodeada de restaurantes, olores, colores y sabores. Estimulada por este estilo de vida, Virginia Sánchez es una de las baristas mas jóvenes de Caracas

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Fotos: Héctor Trejo
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A los quince años, Virginia tuvo la iniciativa de comenzar a trabajar en el restaurante Granja Natalia, de su padre, el chef Ángel Sánchez. Desde muy joven ya tenía en mente lo que deseaba hacer en su vida profesional: ser parte del mundo gastronómico. En esa búsqueda por encontrar su pasión en este oficio, Virginia tuvo muchos encuentros desabridos que la llevaron a un solo camino, el del barismo.

«Mi padre me dijo que si quería trabajar en su restaurante debería dominar un oficio, ser útil  y saber hacer algo. Así que tuvo la iniciativa de mandarme a hacer algunos cursos para adquirir esos conocimientos. Inicié con un curso de panadería en el Centro de Estudios Gastronómicos de Caracas, este curso me gustó pero no me veía destinada a trabajar en una cocina como panadera. El siguiente curso fue el curso Básico de Barista en la Escuela Venezolana del Café, allí llegué sin tomar café».

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Para Virginia, se trató de un reto lleno de placeres a pesar de no poseer conocimiento alguno sobre el café y su preparación. Al principio, ni siquiera le gustaba el café, siempre sintió que tenía un sabor demasiado amargo para su gusto pero con un sabor irreparable ya que el azúcar tampoco era una solución. Sin embargo, al ingresar a la Escuela del Café, se adentró en un universo de sabores, conocimientos y colores sobre el café que todavía recuerda con frenesí:

«En la Escuela del Café descubrí otro mundo, algo totalmente nuevo de lo que conocía como café. El café que allí hacían con tanta pasión era, además, sumamente rico. Considero que esos tres días del mes de junio del 2014 en el que hice el curso con la Escuela Venezolana del Café, fue mi bienvenida al mundo del café».

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Virginia dice que nunca antes le había apasionado tanto algo. De hecho se impresiona ella misma de la capacidad infinita de empeño que tiene con este quehacer y que la vida dio un giro bonito con algo que empezó tan amargo. Conocer este producto y cómo prepararlo, para ella fue una experiencia gustosa y cada día se veía entusiasmada de forma inusual con las diferentes técnicas, lo que terminó por enamorarla:

«Desde la primera vez disfruté mucho prepararlo. Y luego de eso, cada vez que lo hago siento felicidad, es una emoción que me llena, me hace sonreír». 

Aunque Virginia sabía que estaba encaminada a alguna profesión del espectro gastronómico, se dejó llevar por las técnicas del barismo y el hecho irremediable de que una profesión como ésta solo gire en torno a un ingrediente – el café-  hizo que su decisión la guiara hacia un camino del que ahora no puede separarse.

«Un cocinero, un mixólogo o un panadero, trabajan varios ingredientes por separado conociendo un poco de cada uno y usándolos de diferentes maneras. En cambio en el barismo, todo se trata del café».

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Y aunque todo se base en un solo ingrediente, esta profesión obliga a los que la ejercen a buscar nuevas formas de aproximarse al grano, desde las características que diferencian a cada café hasta la manera en que se produce, por lo que se presenta como una ocupación que recorre de forma transversal distintas disciplinas del mundo que rodea todos los detalles que hacen posible la manifestación de una de las bebidas más consumidas en el mundo.

«Somos como un representante de aquellas personas que dedican sus vidas a sembrar y cosechar los frutos de una planta para que cada uno podamos disfrutar de un buen café».

Además de conseguir el oficio de su vida, Virginia ha gozado de un giro de 360 grados en todas las aristas de su vida. Pese a ser todavía una adolescente – con 18 años cumplidos- logró superar la etapa por la que todos pasamos alguna vez, aquella en la que no sabemos muy bien qué camino profesional emprender, preguntas como ¿qué voy a estudiar? O ¿Qué quieres ser de grande? Rodearon la mente de esta barista, sin embargo, nunca tuvo claro, nunca supo muy bien a qué se iba a dedicar -aunque sabía que tenía que ver con comida-  y comenta que haberse topado con este ingrediente iluminó muchas fracciones en su historia;

«Yo nunca supe, ni qué iba estudiar ni cuál sería mi profesión u oficio en el futuro, simplemente no me interesaba ninguno. El café me dio una vida, amigos, sobre todo una pasión. Estoy feliz de que haya encontrado algo que a lo que me quiero dedicar desde tan joven, así tengo mucho más tiempo para seguir aprendiendo».

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Después de adentrarse a este universo, Virginia descubrió todo un abanico de personalidades y de referencias y pudo conocer a muchos de los que son hoy sus mentores, como Jannina Pojan, Pietro Carbone, María Esther López Cáseres y Paramaconi Acosta. Así como los que le han abierto las puertas, como el campeón mundial de latte art en 2015 – Caleb Cha y los creadores de un blog de café, al que sigue con asiduo, llamado Perfect Daily Grind.

El oficio le ha enseñado que hacer café es más que solo prepararlo, hay que entenderlo, hay que descifrar sus misterios, hay que indagar en cada grano, de dónde viene, quiénes lo hacen y cómo se hace. Según ella, cada taza es única, bien sea por las manos que lo preparan hasta el tipo de café. Su café favorito es de Turgua, en el estado Miranda, café que por cierto, es tostado por Pietro Carbone – fundador y barista trainer de la Accademia del Caffe y autor del libro Pasión por el café.

Además de su preferencia por este café, Virginia admite que el mejor que ha probado fue un café de Ruanda:

«Fue un regalo y fue tostado por Panther Coffee, una tostadora de Miami. Este magnífico grano tenía unos exótico aroma y un excelente tostado y lo preparé en el método de sifón de vacío, donde pude apreciar todas las maravillosas características que tenía para ofrecer».

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Asimismo, su técnica preferida y la que más disfruta es la Chemex, un método alternativo al espresso que usa filtro de papel, es originaria de la Alemania en los años 40’ y está formado por triángulos de vidrio, de puntas unidas, en la parte de arriba se coloca el filtro con el café y así se va mojando lentamente el grano con un surtidor de agua pequeño, todo esto mientras cae la bebida en la parte inferior de la Chemex.

Aparte de ser una dotada y aplicada barista, Virginia participó en el Primer Campeonato de Aeropress de Venezuela y fue la única mujer que pasó a las eliminatorias. Pese a su corta edad, es co-autora de la preparación de un café, junto con su Coffee Teacher y mentora Jannina Pojan.

«Es un café a base de espresso,  acompañado de crema inglesa y coronados, con unos frutos confitados que se hacen Granja Natalia. Los frutos de montaña, llevan tomate de árbol, fresas y duraznos confitados en azúcar».

Bonus:

  • Un hobbie: leer novelas
  • Una comida favorita:el sushi
  • Fecha de cumpleaños: 13 de febrero
  • Lugar de nacimiento: Caracas
  • Un libro: El sueño del Celta de Mario Vargas Llosa
  • Un grupo o artista musical: Caramelos de cianuro
  • Un color favorito: azul
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