Ya llegaron los mejores tequeños a la ciudad de México donde se mantiene ese toque perfecto entre lo hogareño, lo fiestero y lo criollo. No pierdas el tiempo y conoce a los artífices de esta maravillosa labor venezolana que brilla en el corazón del país que vio nacer al guacamole. Celebra con tus amigos mexicanos y llévalos a La Gloria
¿Eres venezolano, vives en Ciudad de México y extrañas el sabor de tu país? Entonces La Gloria es tu opción. Es verdad que los tacos son buenísimos, pero saborear el autentico tequeño criollo (y alguna que otra sorpresa gastronómica) nunca estará de más. Es por ello que Michelle Lazzari y Carlos Nuñez se dieron a la tarea de satisfacer todas las demandas venezolanas (y del resto del mundo).
Esta encantadora y joven pareja nos cuenta quiénes son y cómo llegaron a plantearse hacer estos iconos de la comida venezolana en este lado de latinoamérica. Su negocio empezó a finales de noviembre, con la ayuda de muchos amigos. La pareja consiguió el momento perfecto para recrear uno de los protagonistas más importantes en las fiestas venezolanas: los tequeños. Sin embargo, admiten que nada es fácil si quieres un producto de calidad, por lo que han tenido que perfeccionar la técnica y que por sobre todas las cosas, elaborarlos es algo muy serio:
“Hacer tequeños es un arte, la experiencia ha sido de agarrarnos a puños con la masa. Junto con una amiga que vive en Chile, Andrea García, conseguimos la receta perfecta, después de muchos intentos”.
Comenzar este negocio en la capital mexicana fue resultado de un encuentro fortuito que se dio gracias al lugar, la gente, los colores, la fiesta y ¡la comida! México resultó ser entonces en espacio y tiempo, la clave de iniciación de esta deliciosa idea, improvista, serena y desprendida:
“¡México lindo y querido! Vinimos un mes como turistas, nos enamoramos de los colores de esta ciudad, de su gente, gastronomía, del desorden… Aquí nos comprometimos, nos casamos disfrazados de Frida y Diego».
No en vano La Gloria honra muy bien su nombre, no solo porque preparan delicias artesanales, sino por las manos que las hacen. Michelle y Carlos no tienen miedo a expresar que la mejor forma de hacer las cosas es con amor y dedicación, siempre irradiando y sacando lo mejor de cualquier situación.
Michelle, mejor conocida como “Michu” estudió cine en Bellas Artes de Caracas, es activista y hasta fundó una ONG, por lo que al probar sus tequeños no solo sentirás La Gloria sino también la buena energía de una chica talentosa:
«En el 2010 me fui a Kenia a dar clases en una comunidad Maasai, ¡una de las mejores experiencias que he vivido! Luego llegué a Caracas y decidí fundar mi propia ONG, se llama Yo Tengo un Sueño y en marzo cumplimos 4 años».
Así mismo asegura que no tiene muchas pretensiones, de hecho, vive su vida con tranquilidad y optimismo. Michu es esa mujer que en todo ve algo bueno, es dinámica y trabajadora, tiene mucha energía y es un agente de cambio:
«Tengo 25 años, ¡soy del 90! No soy la persona más ambiciosa del planeta, mi meta es estar contenta la mayoría del tiempo, disfrutar cada minuto de la vida, compartir con mi familia y que todo lo que haga tenga algún impacto social. Siempre he dado clases particulares, trabajé en un colegio dando clases de inglés, también trabajé como voluntaria dando clases de gramática en el Jenaro Aguirre en Petare, ¡el mejor año de mi vida!».
Carlos, mejor conocido como “Cayique” tiene 33 años y acepta que Michu es su primera pasión, razón por la que su negocio de comida es tan sabrosa. Estudió Ingeniería de sonido y también es activista:
«Estuve viviendo del 2008 al 2010 en Barcelona, España, estudiando Ingeniería de sonido en el SAE Institute of Technology. En el 2010 conocí a Michu en Venezuela por una amiga muy cercana que tenemos en común, me encantó su interés por Petare y el Jenaro Aguirre y me uní a sus proyectos. Desde entonces hemos viajado con Yo Tengo un Sueño a muchas comunidades de Venezuela y la satisfacción de poder ayudar siempre ha sido muy gratificante».
La idea de hacer este tentempié surge del hogar de Carlos, quien creció observando a su mamá cocinar, por lo que desde que tiene uso de razón desarrolló un paladar extraordinario que lo ayudó a reconocer y aprender a cocinar los platos típicos de Venezuela, lo que ha sido todo un éxito en la ciudad mexicana:
“Tenemos una sazón casera venezolana clásica de generación tras generación. Acá en México he puesto a prueba mi sazón y la he perfeccionado cada vez más y el resultado en los eventos que hemos organizado ha sido 100% positivo. Este año vamos con nuevas recetas para que las iremos sacando muy pronto”.
Porque fiesta sin tequeños no es fiesta
La Gloria funciona por encargo, por lo que siempre estarán dispuestos a realizar pedidos para eventos, bazares y también servicio de catering. El menú que maneja actualmente es muy diverso y aunque la especialidad son los tequeños, la pareja tiene una oferta muy provechosa para todos aquellos que se encuentren en la ciudad:
“Actualmente los ofrecemos rellenos de queso cotija, queso y tomate seco, queso y ajo porro (poro, como le dicen acá en México), queso cheddar y tocineta, chocolate savoy. También empanadas rellenas de frijoles y queso cotija, pollo, carne molida, carne mechada, ¡como la quieran!”
Según ellos, los productos favoritos son de tomate seco, queso y por supuesto el de chocolate savoy que ha sido toda una sensación. Por otra parte, la clientela mexicana aunque fiel a su gastronomía, ha recibido muy bien este sabor foráneo, aunque nunca dejarán de lado sus tacos:
“Los mexicanos que han probado los tequeños han alucinado literalmente, les encanta, pero es difícil que elijan un nuevo sabor, los tacos y sus otros deliciosos platillos típicos siempre tendrán prioridad, eso lo tenemos clarito”
Según Michu y Carlos lo que más le gusta a los comensales de este pasapalo es que puedes rellenarlo de lo que quieras, la imaginación no tiene límites, ellos van con todo, de hecho tienen planes de hacer tequeños mexicanos (con ingredientes de la región) y pronto saldrá al mercado la versión española, rellena de jamón serrano ¡para chuparse los dedos!
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