Esta sopa ancestral es elaborada con ingredientes autóctonos de la Gran Sabana, como el aurosa, un tipo de espinaca; muchos ajíes; el infaltable kumachi; hormigas limoneras; bachacos y la proteína que el cazador haya conseguido ese día
El tumá es la más tradicional de las preparaciones del pueblo pemón. Esta sopa se constituye en el plato fuerte por excelencia que se comparte en familia y con los amigos.
“Llevan las ollas del tumá a orillas del río y mientras van sacando los peces, los cocinan. Traen cacerías y pescan sin ruido. Todo va al tumá. Se hace tumá de varios tipos y su elaboración es un secreto pemón” señala la cocinera e investigadora Lucía Quero en el libro El fuego pemón (Caracas, 2022).
Los territorios de la Gran Sabana, el Parque Nacional Canaima y la Sierra de Imataca son el hábitat ancestral de este pueblo originario. Quienes lo conforman pertenecen a la filiación lingüística caribe y están integrados por tres grupos distintos: Taurepán, Arekuna y Kamarakoto.
La actividad productiva por excelencia del pueblo pemón es el cultivo del conuco, de donde obtienen la yuca amarga y la batata, ambos tubérculos fundamentales para su dieta por ser los ingredientes necesarios para la elaboración del casabe ekei y de una bebida fermentada llamada kachirí.
La sazón de los alimentos, al no contar con sal, se logra con el uso del kumachí, picante preparado con largas cocciones en el yare, sustancia venenosa que se extrae de la yuca amarga antes de elaborar el casabe.
A esta actividad agraria se suma la caza y la pesca. Es así como el venado o la payara aportan las proteínas que se pueden encontrar en su despensa tradicional.
Proteínas para el tumá
Serán las proteínas disponibles las que formen la columna vertebral del tumá. «Se prepara con lo que se tenga: puede ser tumá de cacería, de pescado, de cangrejo y hasta de ají picante”, afirma Lucía, más conocida como Lucy, quien fue galardonada en 2021 con una Mención Tenedor de Oro de la Academia Venezolana de Gastronomía.
Esta sopa ancestral es elaborada con ingredientes autóctonos de la Gran Sabana, como el aurosa, un tipo de espinaca de buen sabor, muchos ajíes, el infaltable kumachi, hormigas limoneras, bachacos, y la proteína que el cazador haya conseguido traer a casa ese día.
“No importa los ingredientes que se elijan. Este plato siempre se prepara en la tradicional öinö –olla del tumá- hecha con una arcilla especial que sólo se encuentra en ciertos lugares, y cuya elaboración sólo saben las abuelas”, finaliza Lucía.
Rubén Santiago, cocinero trujillano, remozó y refinó la receta de cuajado de su amiga Juanita de Prieto, haciendo cambios significativos que además facilitan el ingreso de este plato oriental a la mesa pública
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