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La Rambla: así fue como se "tequeñizó" Uruguay

Para las venezolanas Oroyelix Lozada y Juliedy Guillén, una estafa se transformó en el negocio de sus vidas. En 7 años levantaron una marca que hoy produce 2.000 tequeños diarios

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Tequeños La Rambla es la primera fábrica de tequeños en Uruguay. Su cofundadora es Oroyelix Lozada, una periodista a la que la migración convirtió en una emprendedora decidida a tequeñizar los corazones de los uruguayos.

El nombre de Tequeños La Rambla nació de la intención de tener una marca que combinara la cultura de ambos países. Todos los venezolanos saben lo que es un tequeño y todos los uruguayos saben que la rambla (malecón) es ese sitio de encuentro cerca de la costa, que justamente queda frente al primer apartamento en el que vivió Oroyelix en Montevideo.

Tequeños La Rambla
Foto cortesía web de Tequeños La Rambla

Hoy, luego de 7 años de trabajo duro, la fábrica de Tequeños La Rambla trabaja con apps de delivery, distribuye a restaurantes y tiene su propia página web para pedidos directos.

Sus clientes pueden degustar del sabor tradicional del tequeño con queso o de siete tipos de tequeños de sabores variados como el de tocineta, queso crema y cebollín, que es -de paso- el favorito de Oroyelix: «80% de nuestros pedidos son de tequeños con queso”, asegura.

Tequeños La Rambla
Foto cortesía Tequeños La Rambla

Las manos expertas y pacientes de 5 señoras, 3 venezolanas y 2 colombianas, amasan, cortan y enrollan los más de 2.000 tequeños que diariamente se producen en la fábrica. Aunque logró semiindustrializar su proceso de producción, Oroyelix está convencida de que mantener lo artesanal es fundamental para mantener el «toque» de esos tequeños que cautivaron a Montevideo.

Tequeños La Rambla
El equipo y algunos amigos. Foto cortesía La Rambla

Licenciada en Comunicación Social, egresada de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), como tantos otros millones de venezolanos, Lozada emigró en el 2016 buscando refugio de la crisis económica y política que atravesaba el país. Con 23 años, muchas expectativas y con el título universitario bajo el brazo, llegó a Uruguay, donde en sus inicios compartía apartamento con 5 amigos.

Uno, dos, cinco, siete meses… Pasaba el tiempo y no conseguía empleo. Oroyelix no sabe si fue la inexperiencia o la falta de una especialización, pero con cada no nos llames, nosotros te llamamos crecía su incertidumbre, disminuían sus ahorros y ese plan perfecto que había trazado en su cabeza se fue desdibujando.

“Cuando llegas a otro país no eres el título, lo que estudiaste. Tuve que pasar por todo un proceso de cambio, una reconstrucción donde me pregunté qué era lo que quería hacer. Eso hizo que entendiera que tenía que buscar las oportunidades, que no iban a llegar solas”, explica.

Tequeños La Rambla

De ser estafadas a la oportunidad de negocios

Oro, como la llaman cariñosamente sus amigos, apunta que no se puede hablar de Tequeños La Rambla sin mencionar la estafa que dio inicio a lo que luego se convertiría en su trabajo a tiempo completo.

Apenas un mes después de haber llegado a Uruguay, otra venezolana con la cual tenían amigos en común, la contactó a ella y a su entonces pareja Juliedy Guillén para encargarles un pedido de 200 tequeños. Aunque ninguna de las dos tenía experiencia en panadería, no lo pensaron mucho y aceptaron el pedido: Lo vimos como una oportunidad de generar un ingreso, mientras seguíamos en la búsqueda de trabajo”.

Antes de aceptar ese pedido, Oro nunca había hecho unos tequeños, por lo que se valió únicamente de su ingenio y de la receta que un tío le pasó para empezar a trabajar. Las dos pasaron semanas haciendo pruebas, amasando, estirando la masa con un rodillo improvisado con una botella de vidrio y enrollando tequeños. Muchas horas y cientos de tequeños fallidos después, lograron hacer el tequeño perfecto. 

Con mucho esfuerzo sacaron el pedido de los 200 tequeños, hicieron el envío, pero la persona nunca apareció. No contestó las llamadas y no les pagó. De la desilusión y la frustración de aquella estafa nació, sin buscarlo, un proyecto que le cambiaría la vida.

“Ya teníamos el logo de la marca, ya sabíamos hacer los tequeños y yo seguía sin trabajo. Lo que quedaba era seguir dándole pie a ese emprendimiento y ver hacia dónde nos llevaba”: así fue como nació Tequeños La Rambla.

Para Oro no fue un camino fácil y explica que hubo días en los que no tenía ánimos de levantarse de la cama. El ego y sus prejuicios internos no la dejaban conciliar con la idea de que tenía que ganarse la vida de una forma distinta al periodismo. “Yo decía que yo no había migrado para hacer tequeños, pero en ese momento no veía el potencial que tenía este negocio”, asegura.

El boom uruguayo de los tequeños

Los primeros meses no vendieron casi nada, los uruguayos no sabían qué eran los tequeños y todavía era muy poca la migración de venezolanos en Montevideo. Sin embargo, no se rindieron.

Su gran boom llegó en la Fiesta de las Migraciones de Montevideo, un evento gastronómico en el que participaron representado a Venezuela en 2016. El primer día llevaron 200 tequeños y los vendieron todos. Al día siguiente llevaron 200 más y los vendieron todos otra vez.

Tequeños La Rambla
Foto cortesía Tequeños La Rambla

“El reto no fue sólo vender los tequeños, sino explicarle a los uruguayos qué era esa masa frita rellena de queso que les estábamos tratando de vender”, recuerda Oroyelix.

Para Oroyelix y Juliedy la feria marcó un antes y un después. Los pedidos comenzaron a aumentar cada semana, el boca a boca de que dos venezolanas estaban vendiendo una masa irresistible rellena de queso se corrió por toda la ciudad.

Con fábrica propia

Para el 2019, Tequeños La Rambla ya era muy popular dentro de la comunidad de venezolanos y uruguayos de Montevideo. En ese momento, les ofrecieron la oportunidad de trabajar con la plataforma de delivery de Pedidos Ya, lo que ayudó a incrementar las ventas.

Luego vinieron los acuerdos con Rappi y Uber Eats y, para ese entonces, su edificio estaba rodeado por una flota de deliverys permanente que distribuían los tequeños a todos sus clientes. La pandemia, en donde miles de negocios se vieron obligados a cerrar, representó otra oportunidad que sólo hizo que los tequeños se hicieran más conocidos.

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Foto extraída de la web de Tequeños La Rambla

Con el paso del tiempo, la casa se les fue quedando pequeña y se dieron cuenta de que tenían que abrir un local si querían seguir creciendo. A pesar de de que les aconsejaron muchas veces que no lo hicieran, en el 2020 Oro y Juli alquilaron su primer local en el que hasta el día de hoy siguen trabajando.

Si bien para los venezolanos el tequeño es sinónimo de fiesta o compartir, los uruguayos lo adaptaron a su estilo de vida y para ellos funciona como una comida con la que pueden desayunar, almorzar y cenar.

Tequeños La Rambla

La joven emprendedora confiesa que, a pesar de los años, a muchos uruguayos todavía les cuesta pronunciar el nombre del platillo, al que graciosamente terminan llamando «taqueños».

La evangelización de los tequeños, como la llama Oro, permitió el encuentro gastronómico y el intercambio cultural entre dos países que encontraron un punto en común en la mesa.

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