Así somos, con gusto

Espirituoso Ponche Crema

“Ponche suave, sabroso, dulce y cremoso”, reza la descripción perfecta de la que se sirvió la publicidad, y el béisbol, para promocionar la bebida soberana de la mesa decembrina criolla

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Foto: Patrick Dolande | Estilismo: Liselotte Salinas
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Hay muchas versiones del ponche en el mundo. La irresistible fórmula, compuesta de leche, azúcar, huevos y un toque de alcohol, la convierte en un sabor casi primario. Con toda seguridad, una fascinación nacida de los dos primeros sabores que registramos en la memoria gustativa y en el corazón: leche y azúcar.

Pero en Venezuela, se le da otra acepción. Entonces, esta bebida además es sinónimo de fiesta. A cualquier venezolano los vocablos “ponche crema” le estimulan las papilas gustativas y lo ubica sin remedio en la parranda navideña: hallacas, pan de jamón, ensalada de gallina, pernil, dulce de lechosa, torta negra y, al fondo, el contagioso ritmo de las gaitas. Convirtiéndose, tal vez, en una de las mesas decembrinas más completas y fascinantes de la gastronomía universal.

En este reino de sabores y excesos, el ponche tiene su lugar. El más famoso es el de Eliodoro González Poleo, un perfumista y químico caraqueño de finales del siglo XIX, amante de la buena gastronomía, que ideó la fórmula para convertir a la ya famosa “leche de burra”, en un producto de calidad, estable, sin necesidad de refrigeración, que le valió reconocimientos en Europa.

Además, Don Eliodoro resultó un gran publicista. Se sirvió del béisbol, el deporte más popular en Venezuela, cuya temporada coincide con la Navidad, para sellar la alianza que parece no disolverse jamás. “Ponche suave, sabroso, dulce y cremoso”, se escuchaba en la radio y la televisión cuando un bateador recibía el tercer strike, lo que deriva en un out, es decir el jugador queda fuera de la contienda. Así, la fonética estaba servida, el anglosajón “punch-out” se convirtió en “ponchao”.

Más de un siglo lleva el Ponche Crema en el mercado, su fórmula es celosamente guardada y solo la conocen en la actualidad tres personas, lo que la coloca junto a la Coca Cola en un enigma culinario. Sin embargo, existen muchas recetas caseras, otras marcas comerciales, variaciones con chocolate, sarrapia, vainilla, incluso sin alcohol.

Separados al nacer

Los ponches tienen muchas versiones, en algunos países son más populares que en otros. Al respecto, el periodista argentino Alejandro Maglione afirma: “hay una bebida casi idéntica del siglo XVII en Holanda y se llama advokaat o advocaat. Existe en la Argentina, una versión producida por la empresa Bols y se llama ‘Licor de huevos’. Un holandés me explicó, que las cucharillas de plata que se venden por doquier en Holanda, tienen como fin primordial, el raspar el fondo de pequeñas copas en que se bebe, para levantar todos los restos cremosos que quedan en su fondo”.

Por su parte, el advokaat también es común en Bélgica. Consiste en una bebida más densa compuesta por leche, huevos, brandy o ginebra y aroma de vainilla, café o chocolate. Algunas fuentes bibliográficas, aseguran que está inspirada en una pócima medieval llamada posset, elaborada con leche caliente mezclada con cerveza o vino, una porción de cereales, a la que luego se le añadió huevos.

Otra versión es el rompope mexicano. Lleva almendras molidas y canela, cuya autoría se le endosa por igual a las monjas Clarisas y Agustinas. En Norteamérica es famoso el egg nog, también conocido como caspiroleta, popular en festividades de fin de año y acción de gracias. En Puerto Rico, se ha hecho popular el coquito, elaborado con leche de coco, leche condensada, ron blanco, huevos, canela y vainilla. Es una versión del ron con coco al que le añadieron azúcar, y todo indica que la presencia norteamericana en la isla logró su versión caribeña del egg nog.

Maglione afirma, sin vacilar, cuando se le pregunta sobre el ponche ideal: “no soy especialista, pero hay dos temas básicos: un buen alcohol, de primerísima calidad, y luego los productos con que se elabore. El secreto, para mí, está en que sea sabroso”. Armando Scannone asevera que uno bueno: “tiene sabor a licor y leche. Con cuerpo, no puede ser aguado, que te lo puedas tomar como una chicha. Para mí el punto de comparación es el de Eliodoro González P. He tomado muchos caseros y son buenos, pero este es mi favorito”.

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