Acompañado de un violinista, con guantes negros y sólo iluminado por un foco dirigido a la mesa, cocinó sin pronunciar una sola palabra una muestra de los platos que ofrece en Akrame, su restaurante parisino, que logró dos estrellas Michelin a los seis meses de su apertura, que se suman a la que tiene en su establecimiento en Hong Kong.
Platos muy estéticos, reflejo de una cocina artística y de sabor que el público aplaudió hoy aunque se hayan quedado con las ganas de saber más de ellos, ya que el chef optó por poner banda sonora a su cocina en lugar de, como se hace habitualmente en los congresos gastronómicos, detallar su elaboración.
Sus únicas palabras, antes de empezar a cocinar, fueron para reivindicar la cocina como transmisora de emociones y pedir que «en estos tiempos difíciles con la crisis en Europa» se vaya a los restaurantes «no sólo para comer, sino para sentir algo bueno» porque la mayor satisfacción de un cocinero es «hacer feliz» a sus comensales.
El presidente de Madrid Fusión, José Carlos Capel, explicó que se le ha reconocido como Cocinero del Año en Europa por una cocina que «entusiasma» y que ha convertido a Akrame en uno de los restaurantes más demandados de París.
Por su juventud y su trayectoria lo ha definido como «el David Muñoz español» -el triestrellado chef de DiverXO (Madrid)- y ha descrito su cocina como «arte en proceso».
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