Quedaba claro que la mejor manera de lograrlas sería a través del intercambio. Bajo esta premisa nació Boomerang, como encuentro cómplice entre personajes y sensibilidades. Lo usamos, sin protocolo ni mayores modales, para traer hasta Pujol a cocineros que nos resultan especiales.
Haciendo de la investigación y el trabajo en equipo la mejor combinación de ingredientes, invitamos a personajes a quienes respetamos para aprender de ellos eso que nos llama la atención; para comprender ,en caliente, lo que nos parece curioso o incluso extraordinario.
Ahora: ¿Por qué habríamos de restringir la cocina a sus hornillas? ¿Por qué no aprovechar para cruzar disciplinas e inquietudes en una expresión sin molde? La respuesta convierte a Boomerang en el lado B de Pujol, en el apartado sin bordes de un restaurante animado a cuestionarse y replantearse en contraste con otros.
Al margen de las expresiones comestibles del proyecto, les presentamos una tangible con la publicación de un cuaderno gastronómico. La documentación del último año de trabajo en Pujol fue el pretexto para complicar reflexiones sobre temas que nos inspiran, compartidas por escritores y personajes a los que sentíamos la necesidad de traer por igual hasta nosotros, en un inagotable va y viene. En sus páginas se reparten reportajes, crónicas, entrevistas…. que enredan todavía mas el orden de los factores: ¿Comer para pensar? ¿Pensar para comer?
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