Vida sana

Ortorexia: obsesión fatal por lo sano

Los hábitos saludables, llevados al extremo, pueden tener un impacto negativo en la vida de quienes los practican. Es importante comer bien, sí, pero es peligroso convertirlo una manía obsesiva

Por: Débora Ilovaca @deboralieska
Publicidad

La frase está escrita con tinta indeleble en todo refranero: “Todo, en exceso, es malo”. O dicho desde otra acera: “Nada, en exceso, es bueno”. Lo curioso es que el referente detrás de estos refranes suele ser pecaminoso. Y por eso, se dice, hay que practicar la mesura. Pero resulta que no: la alimentación sana también puede volverse un enemigo de la salud cuando se practica de forma extrema.

La ortorexia es un desorden alimenticio que se puede definir como la obsesión maniática por comer comida saludable. El término fue acuñado por el doctor estadounidense Steven Bratman. De acuerdo con su artículo “El desorden alimenticio de la comida saludable” —“The Health Food Eating Disorder”, en inglés—, publicado en la revista Yoga Journal, en octubre de 1997, la ortorexia tiene sus orígenes en el deseo de comer sano para superar alguna enfermedad crónica o, simplemente, para mejorar la salud en general. Pero, con el tiempo, se convierte en una obsesión por lo que se come, por la procedencia y calidad de los alimentos, por las cantidades y por las consecuencias de no seguir el régimen saludable autoimpuesto.

Wilson Muñoz, médico cirujano y especialista en nutrición, explica: “Las personas que sufren ortorexia centran su vida en lo que comen. No tienen otra preocupación sino elegir correctamente lo que se llevan a la boca. Ese es el núcleo de sus pensamientos y vida. Por lo general, rechazan las grasas, las carnes, las harinas, los azúcares refinados y las hortalizas que han sido cultivadas con pesticidas. Su obsesión hace que, incluso, se preocupen por la forma de preparación de los alimentos: convierten el acto de cocinar en un ritual.

Los recipientes que usan deben ser de madera o cerámica, y no deben estar contaminados con grasa. Si se salen de la dieta, esa transgresión se acompaña de sentimientos de culpabilidad y frustración. Es una patología que entra en la esfera siquiátrica. Es un trastorno de la conducta. Suele presentarse en personas que han terminado regímenes para bajar de peso y temen volver a engordar, pacientes con anorexia o bulimia mal curadas, mujeres en la adolescencia, deportistas y personas cuya profesión les exige estar en forma”.

Esta obsesión fatal, trae como consecuencia que las personas se sometan a estrictas dietas que eliminan por completo ciertos tipos de alimentos —lo que los hace tener deficiencias de ciertos nutrientes esenciales. También restringen sus relaciones personales y sociales para evitar consumir productos que consideran no saludables. Es decir, que se aíslen socialmente. “Hace que las personas se sientan superiores a los demás porque consideran que sus hábitos son mejores y más puros”, señala Muñoz.

El peligro de la ortorexia está en que esos hábitos extremos se pueden transformar en anorexia y bulimia. O, dado que no se consume el aporte calórico básico necesario, en anemia y desnutrición. Y si se trata de madres o padres, arrastran a sus familias. Les enseñan a sus hijos a comer así”, dice Muñoz.

El límite entre la alimentación sana y la ortorexia se encuentra, una vez más, en tener una dieta balanceada. Consumir todos los tipos: grasas, carbohidratos, proteínas y vegetales. “No pueden execrase las grasas, porque son la reserva de energía del organismo. Ni los carbohidratos, porque son la materia prima con la que funciona el cuerpo”, explica Muñoz. En conclusión: no hay que privarse de nada, sino aprender de cantidades y porciones. Tomar agua y hacer ejercicio.

Publicidad
Publicidad