Así somos, con gusto

La cocina de Lila Rivero: soy una gallega muy gallega sin llegar a los extremos

Venezuela es un país multicultural y gracias a ello, somos una mezcla deliciosa de cultura, sabores y tradiciones que nos han hecho ser tan particulares frente a otros países. Somos pero no somos, nos adaptamos y nos reinventamos. Parte importante de nuestra identidad se la debemos a esa migración de españoles, portugueses e italianos que llegaron a Venezuela a raíz de la posguerra para buscar una mejor calidad de vida y heredarnos lo mejor de ellos. Desde hace ya alrededor de una década y hoy más que nunca, sus descendientes, hacen lo propio y emigran de nuestro país en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, en Bienmesabe rendimos homenaje a quienes han dejado un legado importante y contamos sus historias

Por Isabella Reimi @sissisweet| Fotos cortesía Lila Rivero
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Cuando se le pregunta que quién le enseñó a cocinar, Lila Rivero contesta risueña: “Los golpes”. Tiene 75 años, es originaria de Vigo, aclara que huyó por la posguerra y no por la dictadura de Franco, y llegó a Venezuela en 1955 a la edad de trece años.

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La comunidad gallega en nuestro país habla a través de sus sabores y tradiciones, Lila comparte: “Vine por la misma razón que vinimos todos los inmigrantes: huyendo de la postguerra y buscando una mejor calidad de vida. No tanto por Franco. Salimos de una guerra y estos eventos traen hambre y miseria. Si bien había mucho trabajo en España porque quedó destruida, no pagaban. Italianos, portugueses y españoles vinimos todos en la misma ola porque todos teníamos el mismo problema con diferencias entre pueblo y pueblo”. Continúa: “Buscábamos mejoras y América era un destino. Venezuela era un país que en los años 50 era muy rural todavía y para esa época gobernaba Marcos Pérez Jiménez, quien le abrió las puertas a los europeos que tuviesen un oficio”.

Al preguntarle sobre qué se trajo consigo al nuevo continente, la cultura forma parte de su equipaje: “Venezuela es un país multicultural justamente por eso. En mi casa se cocina gallego y venezolano. Cuando vamos para España también llevamos lo de aquí. Es un rollo muy grande, que es enriquecedor”.

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Lila explica sobre elementos de la gastronomía española a tener en cuenta: “España es regionalista. Cada región tiene lo suyo aunque de donde vengo, el pulpo a la gallega, una empanada gallega, un cocido gallego, un roscón gallego, son típicos. El pan de maíz es una tradición que poco a poco se pierde. En mi casa no se comía pan de trigo, sino de vez en cuando, porque en nuestra región no se sembraba trigo sino maíz; pero en la provincia de Lugo no se comía pan de maíz, porque se sembraba trigo.

También hay unas novedades: algunas mezclas que yo detesto. Por ejemplo, ponerle tomate al guiso de la empanada gallega. Yo lo detesto porque el tomate no es parte de mi zona. Así como los italianos lo asimilaron, los gallegos no y hay cosas de las que nosotros sí nos apropiamos. Por ejemplo, la papa.

¿Cómo aprendió a cocinar?

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Aunque la madre de Lila la ponía a cocinar algunas veces, ella aclara que por más que la ayudara, no es lo mismo cocinar en casa de su mamá que cocinar sola. Se casó con un venezolano y se fue a vivir lejos. Confiesa: “Ahí me enrollé y tuve que aprender a hacer otras cosas para mi esposo. En esos tiempos, la cocina era difícil hasta que le cogí la práctica”. Entre los platos favoritos que esta gallega adoptada por Venezuela disfruta, está un molusco que se llama berberecho parecido a una almeja que le encantaba cómo se lo preparaba su madre con arroz aguao, que no estuviera seco sino caldocito. “Una vez fui al campo y había algo parecido a los berberechos. Los cogí, los hice y me quedaron espectaculares. Cuando los vi, dije: “voy a hacer eso con arroz”, recuerda. El pulpo también le gusta y cualquier cosa dulce la vuelve loca.

Para entender mejor la gastronomía de su región, en qué consiste el cocido gallego

La señora Rivero explica que el cocido gallego se diferencia del madrileño solamente en los granos. El madrileño lleva garbanzos y el gallego lleva caraotas blancas, que son fabas provenientes de Asturias. «Las caraotas blancas son como las que conseguimos aquí. Hoy en día tenemos en cualquier supermercado caraotas blancas y garbanzos, así que la cosa ha cambiado, pero originalmente no teníamos garbanzos, sino que cosechábamos caraotas blancas. Normalmente se hacía con el pollo que hubiera en la casa y con cochino. Se hacía una matanza anual de un cochino, que se salaba y en un cajón se ponía todo acomodadito. Eso duraba todo el año. De ahí se hacían los chorizos y morcillas».

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Lila comenta que la cocina gallega, así como sus tradiciones forman parte de lo que es ella como persona. Esas son sus raíces, su identidad, su familia y no se las quita nadie. Aclara: “Yo soy una persona que me adapto al medio, pero tampoco permito que invadan lo mío. Hoy te puedo hacer un pabellón criollo y mañana un cocido, una empanada y un pulpo o unos grelos (una especie de brócoli) con papa. Para mí es algo tan natural que no me importa qué se cocine. Un día pueden ser caraotas negras y el otro garbanzo o mis tajadas. Sigue siendo compartir”.

¿Siente que mezclar es parte de ese compartir?

Eso es parte de mí. Cocinar es muy mío, porque me mezclé demasiado aunque no abandono mis raíces. Creo que soy una gallega muy gallega sin llegar a los extremos. Llego a Galicia y es como si no me hubiera ido. No tengo problema para adaptarme cuando estoy allá.

¿Nunca intentó que sus hijos aprendieran de su cocina?

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No. Mi nuera hace empanada gallega aunque no tiene nada de gallega. Le queda bien, le enseñé yo. Es muy observadora y la empanada es una cosa que hay que hacer para aprenderla. Y si ella es muy observadora y quiere hacerla, la primera y segunda vez no le va a salir perfecta, pero sí le va a quedar bien en algún momento. Para la señora Rivero, no tener hijas es un problema a la hora de pensar dejar un legado culinario: “Hasta mi generación, una mujer le enseñaba a otra. Luego eso cambió; ya ustedes tienen otra forma de actuar”.

lila rivero, gallegos en venezuela

Se dice que en Galicia todavía el hombre es quien caza y la mujer quien cocina a lo que responde: “Mi generación rompió con esa costumbre, produjo un desdoble. No podemos seguir así. Mis hijos lavan, cocinan, tienden ropa, pasan coleto. He quebrado esa cultura en casa. No podemos permitir que una mujer nos diga eso, mucho menos un hombre. Hoy las mujeres no se van a aguantar que “la mujer tiene que estar en el hogar” o “estas son conversaciones de hombre”. Ahora el hombre tiene que aprender a cambiar pañales, cocinar, tender ropa. Yo digo que mi generación fue de hacer cambios”.

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