Jaime Lusinchi, su candidatura se fraguó en el restaurante Anatole
A Jaime Lusinchi le gustaba cocinar y los domingos hacía competencia con su hermano Pancho a ver quién preparaba el mejor plato. También era asiduo a restaurantes y más de una vez los puso en aprietos
El presidente Jaime Lusinchi (1984 – 1989) era aficionado a la cocina y los fines de semana se ponía el delantal, tenía varios que le obsequiaban la infinidad de amigos que tenía, algo común entre los personajes que ostentan el poder o están cerca de él. De esta manera, se convertía en el cocinero titular de la familia.
Le gustaba competir con su hermano Pancho para ver quien salía victorioso como mejor cocinero. La muy bien equipada e impoluta cocina de su casa de El Marqués era el escenario perfecto para el mano a mano.
Los implacables jueces en esa contienda familiar eran su esposa, la doctora Gladys Castillo Cardier de Lusinchi y sus hijos Jaidys, María Teresa, Jaime, Álvaro y Gladys. Tanto Jaime Lusinchi como su esposa eran médicos pediatras.
Nació en Clarines, pero su infancia y juventud las vivió entre Barcelona y Puerto Píritu. Como buen oriental sentía preferencia por la comida proveniente del mar, siendo lashuevas de lisa las que ocupaban sus preferencias culinarias. También destacaba como excelente parrillero, al punto que lo invitaban los amigos para que los asesorara en la cocción de sus parrillas con los infaltables contornos de yuca, hallaquitas, arepas con nata, quesos frescos y guasacaca.
Entre sus condumios favoritos estaba eltarkarí de chivo que sabía preparar, siendo un plato de larga confección y cierta complejidad para lograr la sazón perfecta, Lusinchi sabía cómo alcanzar el equilibrio exacto entre el curry y el ají dulce.
El Alazán, legendario restaurante de carnes que en aquel entonces se encontraba ubicado en Boleíta, en la Av. Francisco de Miranda, era una fija del presidente Lusinchi con toda la familia, donde observaba la destreza y técnicas de los parrilleros para luego aplicarlas en sus funciones de chef dominguero. También le gustaba la cocina mediterránea en general, lo que quizá le recordaba su ascendencia corsa proveniente de su madre, doña María Angélica Lusinchi.
La preferencia por las pastas italianas la saciaba Jaime Lusinchi en Vía Appia, donde se sentía atraído por la pasta rellena de berenjenas, bañada en salsa de tomate, con su toque de queso pecorino. Otro plato que solía ordenar eran los ñoquis negros, gracias a la tinta de calamar, en fumet de tomate, crema y parmesano.
Similar a la inesperada llegada de Carlos Andrés Pérez al Gazebo (se puede leer haciendo clic aquí) sucedió con Jaime Lusinchi en Vía Appia, cuando de improviso apareció el edecán para decir que el presidente iría a comer. Pero nuestro personaje no se encontraba tan lejos ya que en ese momento procedía a bajarse del automóvil. Lo que ignoraba era que todas las mesas estaban ocupadas. Recordemos que en esa época aún no existía la telefonía móvil y al jefe de Estado se le olvidó la popularidad del restaurante, donde encontrar una mesa desocupada no era fácil.
Stefania y su hermana Mónica Fallone, propietarias de Vía Appia le pidieron el favor a unos amigos y asiduos clientes para que se pasaran a la mesa de la familia Fallone y en menos de 3 minutos, literalmente, arreglaron la mesa con cambio de mantel, platos, cubiertos, copas y flores, mientras que Jaime Lusinchi entraba y saludaba a los comensales.
Después del azaroso rato de angustia por parte de las dueñas para cumplir con el Presidente y tener la mesa a punto, la anécdota se convirtió en motivo de chistes entre los clientes.
La candidatura de Jaime Lusinchi en la carrera por la Presidencia de la República no nació en la sede del partido AD sino en el restaurante Anatole, ubicado en la Plaza La Estrella de San Bernardino, recuerda su hijo Álvaro Lusinchi Castillo.
En unos de los llamados “viernes adecos”, corría el año 1977, Jaime Lusinchi planteó a la plana mayor de Acción Democrática la búsqueda de un candidato en las elecciones primarias para competir contra Luis Piñerúa Ordaz.
El llamado CEN de Acción Democrática, es decir la alta dirigencia adeca quedó callada, no se atrevían a mencionar ningún nombre para esa elección, situaciones tensas, muy propias de los políticos resabiados de viejo cuño que siempre quieren cuadrarse al ganador, aunque piensen diferente.
La plana mayor de Acción Democática rodea a Jaime Lusinchi.
Pasado un rato, viendo Jaime Lusinchi que nadie se atrevía a postular a ningún compañero, dio un manotazo en la mesa y con energía dijo: pues yo mismo seré el candidato que se enfrentará a Piñerúa. Los compañeros de partido comenzaron a aplaudir estruendosamente y los vítores se acompañaron con repetidos brindis de escocés. Los mesoneros del Anatole, raudos procedieron a seguir llenando los vasos. Así nació la candidatura de Jaime Lusinchi que culminó en el triunfo que lo llevó a ocupar la silla de Miraflores.
Lo demás es historia fraguada también en el restaurante El Emperador, de cocina francesa e internacional, donde obviamente complacían exigencias y manías alimenticias de la poderosa clientela. Ubicado en la esquina de San Francisco, en frente al Congreso Nacional, era lugar obligado de los parlamentarios de todas las toldas políticas, donde refrescados por las dosis generosas de whisky, la bebida nacional de la era adeco-copeyana, se dirimían las diferencias partidistas. Estos encuentros para intercambiar ideas políticas se extendieron y fijaron los viernes en la tarde, razón por la que se bautizaron como los “viernes adecos”.
El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan y su esposa Nancy reciben a Jaime Lusinchi el 12 de abril de 1984. Foto cortesía Hans-Dietrich Genscher y Jaime Lusinchi. Foto cortesía
De sus viajes al exterior quedó grabada en la memoria gastronómica de Jaime Lusinchi un plato de la culinaria mexicana: Huachinango Tikin Xik (pargo), que había comido en una Cumbre de Jefes de Estado en Cancún.
El embajador de Venezuela ante el gobierno mexicano, en esa época era Germán Carrera Damas, narra en su libro “Elogio de la gula” con lujo de detalles, esta anécdota que forma parte de la pequeña historia, pero con una interesante carga de la memoria por el gusto de un plato en específico, por parte del presidente Lusinchi.
En un segundo viaje oficial de Jaime Lusinchi a los Estados Unidos Mexicanos en 1987, y luego de haber cumplido con la agenda oficial por invitación del presidente Miguel de la Madrid, su colega venezolano debía viajar a Los Ángeles para luego regresar a Caracas.
El avión del presidente despegó con destino a Los Ángeles y el embajador Carrera Damas ya se sentía aliviado y contento porque todos, incluyendo el primer mandatario, lo habían felicitado por la excelente organización de la gira presidencial. Comenzaba el día viernes y el alivio duró poco, porque al rato el embajador Carrera Damas recibió en su casa una llamada del Jefe de la Casa Militar para informarle que el presidente Lusinchi había cambiado el itinerario y retornaba a México donde haría una escala el domingo al mediodía en Cancún y le mandaba a decir al embajador que deseaba comer un plato de pescado, que había probado en la Cumbre de Jefes de Estado en esa ciudad, pero no recordaba el nombre del plato ni del restaurante donde lo probó.
Jaime Lusinchi y José Luis Rodríguez, El Puma.
Para agregar más dificultad, explica el embajador Carrera Damas en su relato, le señalaban que la escala en Cancúnno era de carácter oficial y ninguna autoridad local debía enterarse y mucho menos la prensa.
El embajador Carrera Damas supo mover magistralmente las piezas exactas y logró ubicar a la directora de Relaciones Públicas que había atendido al presidente Lusinchi hacía dos años, una verdadera profesional quien afortunadamente recordaba el nombre del plato que había comido y el restaurante exacto. El diplomático había alcanzado la hazaña.
Como buen gastrónomo, Germán Carrera Damas convenció al maître del hotel, donde preparaban el pescado, y aprobó un menú para el domingo al mediodía que consistió en una canoa de mariscos, como entrada: luego el ansiado Huachinango Tikin Xik, helados varios y frutas, acompañado de un vino blanco de Aguascalientes.
Saludos entre los presidentes Jaime Lusinchi y Rafael Caldera, observa la diputada Elys Ojeda González.
“El almuerzo transcurrió en un ambiente relajado –comenta en su relato el embajador Carrera Damas- y sin que se advirtiera lo que yo sabía. Todas las mesas alrededor de la nuestra estaban ocupadas por miembros de la guardia del gobernador del estado de Quintana Roo, quienes, además, nos habían acompañado con gran discreción desde el momento mismo en que aterrizó el avión del presidente”.
Nota de la directora. Cada jueves, publicamos un capítulo de la serie Buen apetito, señor presidente, de la autoría de Alberto Veloz, sobre las preferencias culinarias y sociales de los expresidentes de Venezuela. Puede leer otros episodios haciendo clic aquí o en la nota de abajo:
Bibliografía general de la serie «Buen apetito, señor presidente»
ALONSO, Elia. Así se come en mi pueblo, Fundación Tere Tere. Caracas 2012. AZUAJE M., Vida Luz. Anales históricos del Círculo de la Fuerza Armada de Venezuela. Gráficas Armitano C.A. Caracas 2000 CARRERA DAMAS, Germán. Elogio de la gula. Editorial Alfa. Caracas 2014 CARTAY, Rafael. El pan nuestro de cada día. Fundación Bigott. La Galaxia. Caracas 2003 CINESA. Documental. Luis Herrera Campíns. El poder de la humildad. DOMINGO, Giuseppe. Mimmo a la putanesca. Grupo Editorial Cedies. Caracas 2001 EASTSIDE MAGAZINE. Eastwebside.com 7 de julio de 2022 FIHMAN, Ben Amí. Los cuadernos de la gula. Línea Editores, Colección Yantares. Caracas 1983 HERNÁNDEZ PEÑA, Larissa. Los alimentos en Rómulo Gallegos. Un recorrido humanista y civilizador por la geografía de Venezuela. Revista Carátula, Número 120. Junio 2024 LOVERA, José Rafael. Retablo gastronómico de Venezuela. Fundación Artesano Group. Editorial Arte. Caracas 2014 MORÓN, Guillermo. Los Presidentes de Venezuela 1811 – 1979. Meneven. Italgráfica Impresores. Caracas 1979 POPIC, Miro. Comer en Venezuela. Miró Popic Editor C.A. Editorial Arte-Soluciones Gráficas. Caracas 2013 POPIC, Miro. El señor de los aliños. Miró Popic Editor C.A. Editorial Arte-Soluciones Gráficas. Caracas 2017 MAZZEI BERTI, Jesús Enrique. Deleites de un comensal. Gráficas Lauki. Caracas 2019 YANES, Oscar. Cosas de Caracas. Editorial Planeta. Caracas 2003
¿Qué comía Luis Herrera Campíns? El pabellón criollo, la torta de plátanos, la arepa pelada, queso de mano, mojo trujillano, granos de todos los tipos y en todas las preparaciones especialmente en contundentes sopas, hervido de gallina, hallaca llanera, pisillo de chigüire y el palo a pique estaban entre sus bocados predilectos
A Carlos Andrés Pérez le gustaba comer bien, pero cuidaba mucho su alimentación, aunque los domingos se permitía un sustancioso cruzado que cocinaba él mismo en su casa