Buen apetito, señor presidente

¿Qué comía Wolfgang Larrazábal?

El presidente de la Junta de Gobierno de 1958 era el mayor de 8 hermanos y, para él, la reunión familiar alrededor de la mesa era muy importante

Wolfgang Larrazábal
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El contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto, presidente de la Junta de Gobierno de Venezuela en 1958, después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, era feliz cuando reunía, en el comedor principal de su casa en Santa Mónica, a toda la familia donde surgía la conversación agradable e hizo un festín del diario acto de comer, más allá de los condumios que disfrutaba plenamente. Fungía de pater familia.

Su sobrina y ahijada Faitha Namens lo recuerda siempre sonreído, cariñoso, muy ocurrente y divertido pero sutil, no era persona de alborotos. Nunca criticaba la comida. Si algo le incomodaba no lo decía, prefería pasarlo por alto.

Wolfgang Larrazábal

El presidente Rómulo Betancourt lo designó embajador de Venezuela ante el gobierno de Chile y, durante su estancia en el país sureño, contrató a la señora Carmen Ulla, quien era una excelente y habilidosa cocinera. Al regresar al país se la trajo para que trabajara en su casa.

Al decir de Faitha Namens, la chilena tenía una sazón extraordinaria y todo lo que elaboraba le quedaba excelente, entre otras cosas preparaba humitas y pastel de choclo, ocasión propicia para intercambiar esas preparaciones sureñas con los platos venezolanos que también hacía a la perfección como el pabellón, hallaquitas, hallacas, hervidos de carne y pescado, así como pastichos, plato de origen italiano, pero en versión criolla.

En la comida diaria de la quinta Mefela en Santa Mónica, donde siempre vivió, se agradaba a Wolfgang Larrazábal en su gusto por la comida oriental, pues nació en Carúpano. “Todos los viernes se comía sancocho o sopa de pescado, mi papá era sumamente sopero”, dice su hijo Fernando Larrazábal.

Sus raciones eran más bien pequeñas, quizá por eso mantenía el cuerpo atlético. El contralmirante de la Armada Nacional llevaba con prestancia el uniforme.

En la casa de Wolfgang Larrazábal siempre había alguna sopa contundente o cremas de vegetales, pescado, pollo, carnes, arroz blanco como acompañante diario y ensalada. Le gustaban las arepas en el desayuno y poco café. Tenía predilección por el jugo de manzana y su mayor deleite eran los helados de todo tipo, en especial los preparados como el banana split, muy en boga en esa época.

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Foto de referencia del Banana Split, postre de moda en la época. Patrick Dolande / Archivo Bienmesabe


Las hallacas en Navidad, con la mesa muy bien dispuesta para celebrar, era la gran fiesta que convocaba a toda la familia, hermanos, sobrinos y cuñados, al lado de su esposa Mercedes Peláez y sus hijos cuyos nombres le daban identidad a la quinta Mefela, costumbre y tradición de esa época. al combinar la primera sílaba de los nombres que en este caso correspondían a Mercedes, sus hijos Enid, Fernando y Elluz; y la sílaba final al apellido Larrazábal.

Wolfgang Larrazábal cumplía un rito familiar todos los domingos y era visitar a sus padres, Fabio Larrazábal Blanco y Jerónima Ugueto de Larrazábal (Mama Yoma) en la quinta La Isabela, donde residía su hermana Yolanda Isabel Larrazábal de Nahmens y César Nahmens.

Wolfgang Larrazábal

El almuerzo familiar era elaborado por su hermana Yolanda, experta en las lides de la cocina, y se convertía en una fiesta completa con los hermanos, sobrinos y cuñados. El contralmirante Wolfgang Larrazábal, quien era aficionado al cuatro y la guitarra, interpretaba canciones del folklore venezolano y de todo tipo, mientras el chupe o el queso de bola relleno se estaba cocinando para el batallón de visitantes.

Foto de referencia de chupe. Foto Patrick Dolande / archivo de Bienmesabe

Escogía restaurantes de cocina internacional de menú variado y así poder satisfacer las apetencias de todos. Llevaba a la familia al Greco´s en Macaracuay y a restaurantes italianos donde compartía la pasta o la pizza con su esposa Mercedes.

Wolfgang Larrazábal fue el protagonista de la transición pacífica entre la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, para dar paso a la vida democrática que comenzó con la elección de Rómulo Betancourt, el llamado padre de la democracia, como presidente de Venezuela.

Cuando le correspondió ser anfitrión de personalidades y mandatarios extranjeros, el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto ejerció su rol a la perfección, conocía al dedillo el protocolo y la etiqueta ya que había sido presidente del Círculo de la Fuerza Armada en los períodos 1954 – 1956 y 1957 – 1958.

Durante su mandato como Presidente de la Junta de Gobierno, Wolfgang Larrazábal tuvo el honor de inaugurar el comedor de la Casa Amarilla el jueves 12 de junio de 1958, en ocasión de la cena de gala que ofreció junto a su esposa Mercedes Peláez de Larrazábal, al presidente de Honduras, José Ramón Villeda Morales y su esposa Alejandrina Bermúdez de Villeda donde se sirvió caviar Romanoff sobre toast Melba, consomé de tortuga con paillettes, filet de sole “Verónica”, faisán “Gran Champaña” acompañado de petit pois y papas parisienne, bomba praliné y café. Las copas se llenaron con Traminier, Pommard y champaña Veuve Clicquot, las burbujas favoritas de los caraqueños que circularon toda la noche, teniendo a la vecina estatua ecuestre de El Libertador como mudo testigo.

Nota: Para leer otras entregas de la serie «Buen apetito, señor presidente» puede hacer clic aquí. Todos los jueves presentamos un nuevo capítulo sobre los gustos de quienes han sido presidente venezolanos. Hasta los momentos hemos publicado a Marcos Pérez Jiménez, Rómulo Gallegos, Isaías Medina Angarita, Eleazar López Contreras, Juan Vicente Gómez y Wolfgang Larrazábal.

Bibliografía de la serie «Buen apetito, señor presidente»

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POPIC, Miro. El señor de los aliños. Miró Popic Editor C.A. Editorial Arte-Soluciones Gráficas. Caracas 2017
MAZZEI BERTI, Jesús Enrique. Deleites de un comensal. Gráficas Lauki. Caracas 2019
YANES, Oscar. Cosas de Caracas. Editorial Planeta. Caracas 2003

Créditos de las fotos

Cortesía de Faitha Namens Larrazábal
Los Presidentes de Venezuela, Guillermo Morón, Caracas 1979
Wikipedia


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