Degustación

El Escondite: el secreto más sabroso de El Hatillo

Para Andrea Mibelli comer lo mismo todos los días es aburrido y, aunque respeta la constancia, se inclina más por el camino de la creatividad, lo diferente y original

Por Claudia Smolansky |Fotos: Shakira di Marzo
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Utilizando productos propios y frescos, que muchas veces tienden a considerarse ordinarios, busca en una cena de cuatro tiempos demostrar lo refinado que puede ser una morcilla, auyama o yuca con las recetas más inusuales.

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Junto a Engels Barreto y Argenis Rodríguez decidió emprenderse en la aventura de desarrollar un concepto de restaurante íntimo con comida que, sinceramente, a ella le encantaría degustar. En una acogedora casita por las calles del pueblo de El Hatillo, se esconde este lugar que tiene sorprendiendo el paladar de los caraqueños desde 2013.

“Nunca hemos repetido ningún plato y este es el menú 52”, dijo la chef.

Por supuesto que sus exquisitas costillas de cerdo o el pargo, que es su pescado predilecto, se mantienen en la carta. Sin embargo, sus acompañantes, salsas y presentaciones siempre son diferentes.

Desde un pargo unilateral con salsa de yogurt griego y hierbas en combinación con tomates verdes fritos hasta su propia interpretación de la parrilla venezolana que consiste en ñoquis de yuca a la parrilla con salsa de vegetales ahumados, carne curada, morcilla, chorizos y emulsión de sofrito criollo fueron algunos de los platos de su último menú.

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La filosofía de estos jóvenes es cambiar la carta cada tres semanas para así tener la oportunidad de innovar frecuentemente distintos sabores.

La excepción a ello ocurre en su festival de aniversario que inicia en julio y culmina en septiembre, en el que cada chef diseña su menú de acuerdo a la selección de sus platos favoritos del año. Entre los más destacados se encuentran la crema fría de palmito y aguacate con aceite de cilantro, crujiente de tostón y tomates, la pesca del día con arroz cremoso de chicharrón y vegetales, el pappardelle de ají dulce con mandarina, pulpo grillado y pimientos, así como sus únicos postres como el helado de galleta María con mousse de chocolate amargo y frutos garrapiñados o las tostadas francesas de pan de cambur con fresas, helado de miel y polvo de jengibre.

Hacer todo desde cero y trabajar con productos frescos, no enlatados y de temporada es la principal creencia de estos cocineros, quienes admiten que el trabajo en equipo es fundamental en cualquier restaurante. “Cada quien en lo que sea que haga debe mantenerse fiel.

Desde el primer año sabíamos que queríamos ser una propuesta diferente y buscamos la forma de compenetrar nuestros distintos estilos para lograr un resultado coherente. El equipo de un restaurante trabaja como engranaje, por eso la comunicación en la cocina es la clave de un negocio como este”, agregó Mibelli. Humildemente reconoce que todos tienen su fuerte y su debilidad.

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Su especialidad son las sopas y el paté de morcilla con un pan hecho en casa que se mantiene como el abreboca de todos los menús de El Escondite. Confiesa ser una amante de los sabores fuertes, al igual que Rodríguez, quien se dedica a trabajar con las masas y los postres. Mientras tanto, Barreto busca los sabores más delicados y admite ser un aficionado del pescado.

Un ambiente personalizado

Aunque, como cualquier emprendimiento, comentan que su proceso de crecimiento fue difícil, lograron adaptarse a las distintas variables y asumieron los obstáculos como una vía que los obligó a comprender su entorno cercano. “En medio de esta crisis nos hemos acercado mucho más a los productos locales, a los que son más nuestros. Por ejemplo, hay unas maravillas de quesos criollos que no es que sean mejores o peores que los de afuera, pero también se pueden hacer cosas divinas con ellos.

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En fin, siento que toda esta trayectoria nos ha impulsado a algo que es muy positivo”, comentó Mibelli. Para los cocineros el cliente es esencial en la dinámica del restaurante. No lo consideran como uno más que se sienta en la mesa a comer, sino que intentan crear una conexión con ellos, se aprenden sus nombres, complacen los distintos paladares, aquellos alérgicos a los mariscos o gluten, es decir, desean crear un ambiente cálido y hogareño, de manera que cuando el invitado ingrese al lugar se sienta en casa.

Otro elemento fundamental para cualquier cocinero y restaurante son los ingredientes con los que trabajan. De esa gama de productos frescos y locales, Mibelli cuenta que hay varios que son sus predilectos y tienen presencia en la mayoría de sus platos. Por ejemplo, los guisantes, ya que considera tienen mucho sabor y textura que sutilmente aportan una rica cremosidad a sus recetas. También le encantan los espárragos por su natural elegancia. El cerdo es su carne favorita y jugar con los distintos quesos como telita, cabra y ahumados es su mayor placer.

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Cocina para llevar

Luego de varios años de consideración, Mibelli, se atrevió a lanzar su propio curso de cocina básica. Tiene una duración de tres semanas y serán los lunes y martes. El curso tiene un balance entre las comidas que son para la rutina diaria del hogar como una buena crema de auyama hasta platos destinados a una ocasión más especial como un steak tartare.

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Coordenadas para comer rico escondidos

La recomendación es reservar con una semana de anticipación. Estos son los datos para cenar o asistir los cursos de cocina: Teléfono: +58 414 136 4075 Email: [email protected]

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