Opinión

Venezuela en el ojo del huracán gastronómico

Este fue un gran año de reconocimientos para los cocineros venezolanos, tanto adentro como fuera del país. El periodista especializado Daniel Quintero hace un recuento histórico de los logros

Venezuela en el ojo del huracán gastronómico
Foto cortesía |the world's 50 best
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La temporada de premios cierra un nuevo ciclo y, entre listas, estrellas y reconocimientos globales, la gastronomía de Venezuela emerge con una fuerza inesperada. Dentro y fuera de nuestras fronteras, una generación de cocineros rescata productos, técnicas y memorias que se creían perdidas. Venezuela es mucho más que arepas, hallacas o pabellón: es cotoperí, icacos, pastel de chucho, talkarí de chivo y un recetario vasto que vuelve a encontrar voz.

En lo más alto

La presencia venezolana en la Guía Michelin no es circunstancial. En 2014, Lima London marcó un hito para el país al obtener su primera estrella bajo el liderazgo del venezolano Gabriel González, con Sabroso como su propuesta de cocina venezolana. En aquella etapa, la cocina contaba con el trabajo del chef ejecutivo Virgilio Martínez, presencia que acompañó el reconocimiento hasta 2019.

Ricardo Chaneton, al frente de Mono en Hong Kong, se ha convertido en uno de los nombres más consistentes de la escena global. Mono es el primer restaurante latinoamericano en Asia en obtener y mantener una estrella Michelin desde 2022. Su cocina, emocional y técnica, lo ha consolidado como referente.

En Japón, el venezolano Santiago Fernández lidera MAZ en Tokio, parte del universo Central de Pía León, Virgilio Martínez y Malena Martínez. Reconocido con dos estrellas Michelin, MAZ interpreta la microestacionalidad japonesa desde el lente conceptual de Mater Iniciativa, combinando producto local con insumos enviados desde Perú.

En Washington D.C., 2022 marcó la primera estrella para Imperfecto, de Enrique Limardo, Mafe Polini y Ezequiel Vázquez-Ger. Limardo, figura respetada desde sus tiempos en Yantar en Caracas, abrió también Alma, su mirada sobre la cocina latina contemporánea. En la misma ciudad brillan Tatiana Mora y Miguel Guerra con Mita, propuesta de cocina latinoamericana con una estrella Michelin.

Asado negro, la oscura dulzura del papelón
Asado negro en versión de Mita. Foto cortesía Mita

En España, el chef Víctor Ovalles recibió su primera estrella en 2024 para el restaurante del Hotel Casa Arcas en Benasque, en el Pirineo Aragonés. Y más allá de ellos, otros venezolanos continúan ocupando espacios en categorías como Bib Gourmand y Restaurant Select.

Los 50 Best y una nueva narrativa latinoamericana

La lista de The World’s 50 Best Restaurants y su capítulo latinoamericano, organizada por William Reed, ha sido otro espacio donde Venezuela ha levantado la mano. Juan Luis Martínez, chef de Mérito en Lima, ha escalado silenciosamente hasta posicionarse en el puesto 26 del ranking mundial y el 4 de Latinoamérica. Su cocina, de precisión técnica y afecto al producto, convive con Clon, su concepto más relajado, ubicado en el puesto 66 de la lista extendida de 50 Best Latinoamérica.

En los 13 años de historia de esta lista regional, antes estuvo Alto, de Carlos García. Desde 2023, Cordero, de Issam Koteich y Pedro Khalil, no ha dejado de crecer: primero como One to Watch y en la última edición en el puesto 29.

@corderoccs Cordero asciende meteóricamente en los Latam 50 Best
El team de Cordero. Foto cortesía Cordero

Otro ingreso merecido es La Casa Bistró, de Francisco Abenante, en el puesto 89 de la lista extendida. Probablemente la propuesta más fielmente venezolana del listado, basada en técnica clásica y producto local.

Fuera del país, el impacto continúa. En Ecuador, Clara fue reconocido como One to Watch 2024. Allí, el luso-venezolano Ángel De Sousa junto a Felipe Salas y Ana Lobato dirige una cocina honesta y delicada en una casona ecléctica. También en Ecuador, Luis Maldonado reivindica el ciclo de las vacas viejas en Tributo, ubicado en el puesto 68 de la lista extendida latinoamericana y en el puesto 30 del ranking mundial de restaurantes de carnes.

En Panamá, Umi, liderado por el venezolano Kamel Abi Hassan y el panameño Abraham Abbo, propone un diálogo entre tradición japonesa y frescura panameña, logrando el puesto 72 de la lista extendida.

Lo que pasa en casa

“Que si es político”, “que si son las sanciones”, “que Venezuela no tiene gastronomía”. Ninguno de esos argumentos explica la falta de presencia masiva en los listados internacionales. La realidad es otra: en Venezuela están pasando cosas importantes, pero aún faltan condiciones estructurales.

El talento está. Ana Isabel Torrealba y Diego Rocas, con Mesa, regresaron de su experiencia en el Caribe junto a Laurent Cantineaux para construir una propuesta personal. Iván García, con El Bosque Bistró, busca una voz propia a través de investigación culinaria.

José Antonio Casanova explora la parrilla y el repertorio venezolano en Toro. En La Tasca de Cervantes, Freddy de Freitas protege la tradición eurovenezolana, investiga nuestras costas y mantiene viva la cultura tasquera con Los Templos Paganos. En Valencia, Dining Room, de Jonathan Faria, con la cocina de Frank Parada, recientemente ganador del Tenedor de Oro, aporta una mirada contemporánea.

En Caracas, Bocca di Lupo, de Juan Hernáez, interpreta lo italiano desde insumos locales. Undici Ristorante, a cargo de Gabriel Gómez, sostiene una propuesta italiana moderna en un espacio cuidado. Maíz de Daniel Torrealba, una de las aperturas más relevantes de 2025, y Noraneko, un discreto speakeasy de ramen, muestran que la diversidad gastronómica local se ha sofisticado.

Solo con este mapa parcial ya sería posible armar una lista seria de los mejores restaurantes del país.

¿Por qué no somos Perú, México o Argentina?

La gastronomía venezolana tiene potencial para convertirse en motor cultural y económico, pero aún enfrenta retos como estos:

1. Turismo y conectividad

El país necesita infraestructura, servicio y estabilidad para recibir inspectores de Michelin y votantes de 50 Best, así como para atraer comensales que viajen con intención gastronómica, cuyos números van en ascenso en la región.

2. Trabajo en bloque

Perú es ejemplo de articulación: gremios, cocineros, productores y academia empujan en una misma dirección. La experiencia del comensal no se construye desde un restaurante, sino desde un ecosistema.

3. Formación y profesionalización

Instituciones como el Instituto Mariano Moreno y el LAGA-UCAB han impulsado mejoras en comunicación, técnica y visión del oficio. Venezuela Gastronómica, que renace, y la Academia Venezolana de Gastronomía vuelven a ocupar un rol clave en la construcción de identidad y comunidad.

El huracán gastronómico venezolano ya comenzó. Falta viento, sí, pero la dirección es clara. Lo que viene dependerá de nuestra capacidad de reconocernos como un país con una cocina que merece ser contada, estudiada, celebrada y, sobre todo, sostenida.

La cocina venezolana existe en un recetario vasto, en los productos que aún resisten y en las manos de los cocineros que, dentro y fuera de la tierra de gracia, transmiten los sabores y la cultura que los formaron. Son ellos quienes mantienen vivo el pulso de nuestra identidad gastronómica y quienes, con su trabajo, demuestran que Venezuela tiene mucho más que ofrecer al mundo de lo que creemos ver a simple

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