Venezolanidad

El sofrito venezolano: el lazo de sabor que une la comida de todo el país

“No existe comida venezolana sin sofrito”, dice el chef llanero Daniel Torrealba, y es que todo parte de ahí. La carne mechada, el guiso de las hallacas, el perico del desayuno, las caraotas del almuerzo, y muchas recetas más. Y aunque cada región tiene su estilo, el sofrito es la identidad culinaria nacional

Foto de referencia Claudio Jofre Larenas |Archivo Bienmesabe
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El sofrito venezolano es la base fundamental de la gastronomía del país y se utiliza para realzar el sabor de una gran variedad de platos. Se hace principalmente con cebolla, ajo, pimentón, ají dulce, y en algunos casos se le agrega tomate y cilantro, aunque las recetas varían según la región y las preferencias personales.

Un picado fino de los ingredientes que luego se sofríen en aceite caliente (onotado o no), no solo permite una cocción más rápida y uniforme, sino también la integración de los sabores y ayuda a liberar los aromas característicos que hacen del sofrito un elemento indispensable en la cocina venezolana.

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Algunos elementos básicos del sofrito venezolano. Foto @elfogoncreativo

“No existe comida venezolana sin sofrito”, dice el chef llanero Daniel Torrealba, y es que todo parte de ahí. La carne mechada, el guiso de las hallacas, el perico del desayuno, las caraotas del almuerzo, y muchas recetas más, todo comienza con un buen sofrito.

Venezolano de origen español

El sofrito no es netamente venezolano, de hecho existe en varios países de América Latina y de Europa.

Aunque algunos lo relacionan con la salsa “atade la cocina yoruba por su gran parecido y lo ven como un adaptación de la receta de origen nigeriano, el sofrito llegó a Venezuela desde España.

“Habla mucho de lo que somos nosotros como raza, que somos una mezcla. Es una herencia totalmente española pero que se adapta a Venezuela de acuerdo a la región”, explica Daniel Torrealba.

Esta mezcla base de sabores ha acompañado a la gastronomía venezolana desde la época colonial y con el paso de los años se ha ido adaptando a las nuevas costumbres de la cocina.

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Sofrito de Rubén Darío Rojas en progreso. Foto @elfogoncreativo

“Ya en el siglo XIX se hablaba del sofrito. Antes se hacía con manteca de cerdo porque no existía el aceite”, dice Rubén Darío Rojas, profesor de cocina venezolana e investigador gastronómico.

Producto del intercambio de culturas y razas, el venezolano acogió la práctica del sofrito para la preparación de muchos de sus platos y fue ajustando la receta de acuerdo a sus necesidades y exigencias.

Un hilo conductor

Rubén Darío Rojas destaca que es una síntesis de sabores y técnicas que está presente en toda nuestra gastronomía y en todas las regiones. Además es un símbolo de la fusión de culturas y sabores y se puede identificar desde el aroma.

“Cuando sientes el aroma de un buen sofrito, sabes que lo que viene es reconfortante y con sabor a casa”, expresa.

El sofrito es el alma de la comida venezolana. Es un símbolo del legado gastronómico de Venezuela, uniendo sabores y recuerdos en cada plato.

Actúa como un hilo que entrelaza la rica y diversa gastronomía del país, funcionando como la base esencial que da sabor a una multitud de platos tradicionales. Sin importar el plato, actúa como un puente que conecta los sabores y las historias de cada región del país.

El sofrito según la región

Cada región del país tiene su propia interpretación, adaptando ingredientes locales y técnicas propias. Esta versatilidad hace que el sofrito sea un símbolo de identidad nacional, uniendo a los venezolanos en torno a una herencia culinaria compartida.

Una característica muy marcada que tiene el sofrito es que se puede hacer con lo que se tiene a la mano en la despensa. Es una técnica en la que puedes sustituir un ingrediente por otro y agregarle otros que no están en la receta original.

Cada región venezolana le aporta su toque de autenticidad al sofrito dependiendo de los ingredientes que tengan al alcance. El chef Daniel Torrealba explica que las variaciones regionales del sofrito están influenciadas por sus contactos con otras culturas.

Por ejemplo, un sofrito en la región Central, generalmente, lleva encurtidos, alcaparras o aceitunas debido a que tenían más contacto con ingredientes importados. En cambio “un sofrito tradicional en el Llano siempre lleva aceite con onoto o incluso manteca anotada junto al ajo, cebollín, ají dulce. Explica Daniel Torrealba que la llanera “era una cocina con pocos ingredientes que no tenía la influencia de los sabores de afuera”, dijo.

El sofrito oriental se caracteriza por la presencia del ají dulce que acompaña la base original; el aji jobito en el caso de Sucre y el ají margariteño en Nueva Esparta. Para el chef Víctor Silva, el sofrito oriental es la base de los sabores y aromas de la cocina. «Todo lo que se come a la orilla de la playa va marcado con esos sabores peculiares de oriente», comenta.

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Ají jobito del estado Sucre. Foto Pedro Castillo / Archivo Bienmesabe

Por su parte, el sofrito andino lleva cebollín, cebolla, pimentón, aji dulce y ajo criollo. El chef Sumito Estévez explica en su canal de Youtube que, en las montañas andinas, uno de los rubros más famosos en cuanto a la siembra es el ajo que es uno de los grandes orgullos de la región. Aquí pueden ver el video:

Además, es común que cada familia tenga su propia versión, añadiendo ingredientes como cilantro, comino o ají dulce, lo que le da un toque personal y único. La combinación de cebolla, ajo, pimiento y tomate, junto con un toque personal que puede incluir hierbas como el cilantro o especias como el comino, crea una mezcla aromática que evoca recuerdos de la infancia y momentos compartidos en la cocina.

Desde las montañas de los Andes hasta las costas del Caribe, cada región de Venezuela aporta su propio toque al sofrito, reflejando la diversidad cultural del país. En la cocina, el sofrito se transforma en un lenguaje común, donde cada ingrediente cuenta una historia y cada receta lleva consigo el legado de quienes la han preparado.

El sofrito venezolano es un emblema de identidad nacional. Por cada cosa que nos separa, hay mil más que nos unen; desde los techos de cartón de Alí Primera, hasta el orgullo por escuchar el alma llanera, decía Canserbero. Compartimos sabores, historias, sueños y compartimos país. Venezuela siempre nos va a unir.

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