Vida sana

Stefanie Schoffel: “No identificamos la diferencia entre amor y comida”

Cuando la nutrición tradicional no ofrece respuestas, surgen ramas alternativas de la medicina que buscan llenar los campos de incertidumbre propios de la sociedad moderna. Conoce la psicología nutricional y una de sus coach en Venezuela: Stefanie Schoffel, quien advierte que lo más importante de una buena nutrición no son solo los alimentos, sino la forma en la que nos relacionamos con estos

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Fotos: Alejandro Cremades
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Amamos comer porque sabe rico, pero también lo odiamos porque sentimos que nos engorda. El estrés, la comida rápida y las presiones de la vida cotidiana hacen que hasta el simple hecho de yantar se convierta en una tortura. Esa culpa, esa angustia y ese estrés afectan nuestro organismo e imposibilita procesar los alimentos de forma correcta.

Los estudios de la medicina tradicional no abarcan todas las dimensiones de la vida contemporánea. Surge entonces la psicología de la nutrición para responder a la alarmante realidad de las patologías alimenticias que no pueden solucionarse desde el campo tradicional. Stefanie Schoffel, coach en psicología nutricional, acreditada por el Institute Psicology of Eating (Colorado, Estados Unidos), asegura que esta especialidad nace para superar los problemas de la mala alimentación de una manera no convencional.

 “El enfoque común de la nutrición se basa casi siempre en dietas iguales para todos y esto es un error, al menos desde la perspectiva de la psicología nutricional, ya que creemos que cada persona es diferente tanto en su organismo, como en la forma de relacionarse con los alimentos que consume y la forma de relacionarse con su entorno”, afirma.

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Alimentarse bien ha sido un tema central desde el principio de los tiempos y su racionalización nos ha permitido obtener mejores resultados en la salud de nuestro cuerpo. Sin embargo, las complejidades propias de la culturización han logrado ubicar en diferentes planos la función de la alimentación. Esto significa que “la comida no se limita a su función biológica, ya que traspasa las barreras de la cultura, siendo así, una parte elemental de la historia y la sociedad” ,afirma la antropóloga Ocarina Castillo.

Esta visión de la alimentación como un tema transversal en la historia, nos permite entender un poco más la relación tanto en la forma como nos conectamos con otras personas, como la concepción del individuo y nuestra relación con la comida de acuerdo a los tiempos que vivimos. Esto, para Schoffel se ha convertido en algo clave al momento de tratar a sus clientes, ya que los tiempos actuales requieren medidas novedosas y diversas.

El estrés: el enemigo del cuerpo

La vida actual nos empuja constantemente al estrés. Esto es porque odiamos la comida porque sentimos que nos engorda, pero también la amamos porque sabe rico. “Esa culpa, esa angustia y ese estrés es básicamente lo que afecta nuestro organismo y alma”.

A esto se suma el estrés constante sobre lo que nos afecta a diario, que “es la causa de que nuestro organismo quede incapacitado para procesar de forma correcta los alimentos, y a la larga, estos se convierten en tabúes que nuestro cerebro asume como peligro o amenaza”.

Este mecanismo de defensa que genera el cuerpo hace que comencemos a funcionar con el núcleo reptiliano, en vez del sistema límbico, y esto, explica Schoffel, “hace que nuestro sistema digestivo se apague completamente, porque el cuerpo enfoca todos sus esfuerzos en sobrevivir”.

Las emociones como terapia

El tema central de estos pensamientos negativos yace en la inconformidad que tenemos sobre nuestro cuerpo, por eso la terapeuta recalca la importancia de reconocer qué tipo de relación tenemos con nosotros mismos y con nuestros amigos y familiares, ya que al entender estas relaciones entenderemos cómo nos percibimos, cómo creemos que nos ven y cómo entendemos nuestro entorno. Estos factores dan pistas sobre el diagnóstico y tratamiento que deberá realizar.

Sin embargo, la coach asegura que existen tipologías para determinar cuál es el problema que tienes con la comida. Entre los más comunes están el Chronic Diet: aquella persona que hace dieta toda su vida, Over Eating: gente que suele comer poco durante el día y luego tiene atracones al llegar a la casa. Y los casos crónicos de atracones de comida.

“También he tenido pacientes con bulimia y anorexia. De hecho, una de las razones por las que soy psicóloga nutricional se debe a que sufrí por 12 años bulimia”.

Cuenta, que antes de dedicarse a esta área, sufrió fracaso tras fracaso con el trastorno alimenticio que padecía y logró superarlo al entender que su problema trascendía de la bulimia. “Aquí, lo importante es reconocerse, aceptarse y empoderarse”.

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Una cita con la Schoffel es, en la práctica, un recorrido por el historial del paciente y toca todas esas zonas incómodas que tanto afectan su vida, pero que no reconoce o no hace consciente. De hecho, admite que en la primera etapa de su tratamiento, no hablará de dietas ni calorías. Hablará sobre la vida de la persona.

“Los cambios siempre se originan de adentro hacia afuera. En este tipo de terapias, lo que reconoce el cliente después de varias sesiones, es su empoderamiento. Una vez alcanzado esto, los problemas pasan a segundo plano y van poco a poco disminuyendo”.

Este tipo de tratamientos nutricionales son conocidos por su enfoque femenino, que buscan determinar la solución a partir de las variables cualitativas. Mientras que el enfoque nutricional masculino –el tradicional– busca superar los problemas alimenticios a través de las variables cuantitativas, es decir, se enfoca en el cuadro numérico de los alimentos y la reacción de nuestro cuerpo al consumirlos.

“Por eso, el tiempo que duren mis terapias puede variar tanto. Hay personas que logran abrirse en una semana, como hay otras que en dos años es que empiezan a manifestarlo todo. La confianza aquí es clave”.

El amor por la comida

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Schoffel atiende en su mayoría a venezolanos y cuenta que el patrón que los distingue es el Over Eating. Cree que más allá de esto, los hábitos alimenticios y las costumbres propias de nuestro país permean, en gran medida, la forma en la que vemos la comida. La obsesión por comer es un problema que tenemos tanto en Venezuela como el resto del mundo y puede representarse a través de un plato u otro. El dulce, por ejemplo, podría representar esa parte todavía infantil que tenemos todos los seres humanos, incluso de adultos.

“Lo que sucede en muchos casos es que no logramos superar ni identificar la diferencia entre amor y comida, ya que de pequeños, nuestro instinto nos dijo que tomar leche materna funcionaba tanto para alimentarnos como para recibir amor”.

Por esta razón muchos de sus pacientes al llegar a la edad adulta repiten la acción de comer para satisfacer vacíos emocionales que nada tienen que ver con la alimentación, ya que “genéticamente tenemos codificada la programación de que comer es amor”, afirma.

Al carecer de un flujo sano con su entorno, lo más seguro es que el paciente busque afecto a través de lo más fácil: la comida. Y pese a la programación de nuestra infancia, la terapeuta cree que lo más sensato es concebirla como un elemento neutral: “Un elemento que nos permite seguir viviendo, seguir existiendo. Hay que disfrutarlo por lo que es, por su función, sabor y textura. La comida no es buena ni mala”.

Una vez tratado el tema personal del paciente, Schoffel comienza a ofrecer diversas soluciones nutricionales que lo acompañarán junto a su diagnóstico por el resto de su vida. Estas soluciones nunca deberán estar separadas de su historia personal. Sin embargo, están relacionadas directamente con la voluntad que tenga el paciente para profundizar sobre su entorno. “El grado de satisfacción es directamente proporcional al grado de profundidad al que deseas llegar. Por esto dejo que el paciente marque los límites sobre la terapia”, concluye.

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