Paul MacLean, en su teoría del cerebro triuno, estableció el sistema límbico como el encargado de gestionar las emociones que experimentamos cuando probamos la comida que nos gusta o las sensaciones que tenemos al ejecutar alguna actividad. Aún hoy, investigadores de diversas disciplinas buscan identificar aquellos alimentos que producen satisfacción y mejoran el metabolismo
El hambre y la sed no son sólo necesidades orientadas a la supervivencia, detrás existe un complejo sistema nervioso, liderado por el cerebro, que regula el comportamiento (rutinas y hábitos), las emociones y otras funciones como el aprendizaje y la memoria.
Nuestra relación con la comida depende de su apariencia, el aroma, sabor y las texturas que podemos sentir en nuestro paladar. Para el neurocirujano y profesor universitario, José Valentino Landaeta, “la comida es un estímulo que influye en el sistema nervioso y que prepara al sistema digestivo para que pueda procesarla. Las bacterias que están en el estómago son productoras de serotonina, una hormona que influye en la movilidad del intestino, mejora el estado de ánimo, aumenta la concentración y los circuitos neuronales. ¿Qué quiere decir esto? Si tenemos buenas bacterias en el intestino, van a ayudarnos a procesar mejor la forma como interpretamos los alimentos”.
Alimentos de bienestar y otros a evitar
Según Landaeta, “el cerebro está constituido por grasa. Si consumimos grasa estamos fomentando una mejor conexión cerebral. Pero, cuando hablamos de alimentos que son dañinos, realmente nos referimos a todos aquellos que producen inflamación en el colon o el intestino delgado».
Agrega que «algunos individuos son alérgicos a ciertos alimentos y esa condición repercute en la calidad de la absorción de otras comidas. Es decir, no se van a nutrir de forma adecuada. Algo típico es el gluten, que son proteínas que se encuentran en las cáscaras de las semillas del trigo, de la avena, el centeno y la cebada. Prácticamente, la mayoría de las personas son alérgicas al gluten, lo que sucede es que no todos los individuos lo manifiestan significativamente con una alergia, pero otros sí. Los probióticos ayudan a fortalecer el sistema inmunológico, mejoran la digestión y evitan los problemas intestinales.”
Para el médico cirujano Luis Jiménez, investigador y miembro de la Academia Venezolana de Neurociencias, una persona correctamente nutrida con el aporte balanceado de calorías, proteínas, carbohidratos y grasa podrá tener la posibilidad de desarrollar un cerebro más sano.
“Los alimentos con preservantes químicos complejos, como por ejemplo: carne procesada, comida frita, cereales refinados, productos lácteos ricos en grasas, golosinas y pasteles; pueden crear reacciones anómalas al comportamiento fisiológico, con consecuencias cerebrales y, a su vez, en las emociones», explicó.
Y agregó: «Existen bebidas estimulantes del sistema nervioso como la cafeína, el alcohol, los refrescos y las bebidas energizantes, que no deberían ser factores esenciales en la dieta de una persona con ansiedad. Las infusiones de manzanilla pueden producir ciertos estados de relajación, pero sólo un profesional de la salud puede dar más información y personalizar cada tratamiento, porque cada condición es diferente. El chocolate es un alimento que estimula el sistema nervioso (posee vitaminas de diferentes complejos, minerales, teobromina y flavonoides) y ya era conocido por los mayas y aztecas por sus enormes propiedades para mejorar el rendimiento cognitivo en sus tareas diarias”, explicó Jiménez.
Recomendaciones finales: ¿qué comer?
Alimentos ricos en fibra soluble e insoluble para mejorar el tránsito intestinal: albaricoques, manzana, ciruelas pasas, tomate, calabacín, col, espinaca, lechuga, fresas, guisantes, legumbres como las lentejas o garbanzos.
Proteínas: carne magra, pollo, pavo o pescado
Papas y arroz
Restringir la ingesta de sodio y procurar que la sal de consumo esté yodada
Clavos de olor, aceite de bebé o de almendras, alcohol y paciencia para dejarlo macerar 4 días, es todo lo que se necesita para hacer un repelente casero
Se suele culpar a la falta de fibra en la dieta y al alto consumo de comida ultraprocesada, pero definitivamente esta no es la única razón. Los oncólogos sospechan de cambios en la flora bacteriana pero aún no saben qué los causa
Sus propiedades como antiinflamatorio y antioxidante natural están científicamente comprobadas. Además, es un ingrediente versátil en la gastronomía. Hablamos con una experta sobre la dosis recomendada, beneficios y contraindicaciones y compartimos algunas recetas