Vida sana

Ponle mindfulness a tus comidas

La ciencia se ha dado cuenta, desde los años 70, de los beneficios del mindfulness en la salud y el bienestar. Ahora se ha descubierto que también puede aplicarse en la alimentación para bajar de peso, prevenir enfermedades cardiovasculares, controlar la diabetes y motivar el establecimiento de hábitos relacionados con la actividad física. ¿Qué es mindfulness y cómo se practica? Sigue leyendo para que te enteres y no dejes que pase un día más sin beneficiarte de ella

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¿Estas frases te parecen conocidas?: «Estás en el trabajo pensando en tu cama y cuando estás en tu cama piensas en lo que tienes pendiente en el trabajo». «Estás conversando con tu pareja y los dedos se te van solos al celular para ver tus mensajes». «Pasas todo el día apurado, pensando que deberías estar ya en otro lugar».
«Te bañas, te trasladas y comes en “piloto automático”, sin darte cuenta de cuánto tiempo tardaste en hacerlo y sin detenerte en los detalles que rodearon cada experiencia». Si es así, vives como el 99,9% de la población mundial que aún no conoce el mindfulness.

¿Qué es el mindfulness?
Su traducción es atención plena y, actualmente, se usa este término para denominar a la técnica que nos permite anclarnos en el presente para experimentar con mayor profundidad nuestros pensamientos, conductas, sensaciones físicas y emociones, libres de todo juicio.

Aunque tiene su origen en la meditación budista, no responde a los principios de alguna religión. Más bien, ha sido empleada, estudiada y expandida por la psicología contemporánea como tratamiento coadyuvante de la depresión, la ansiedad y el alivio de dolores crónicos, entre otros ámbitos de la salud física y mental.

Al echarle un vistazo a lo que se ha escrito referente a este tema, parece fácil ponerla en práctica, pero siempre existe una excusa para dejarla para otro momento, es decir, para cuando “esté más tranquilo o cuando tenga tiempo”, como si para practicarla debiéramos retirarnos a la cima de una montaña o encerrarnos en un cuarto aromatizado con incienso y ambientado con música zen por horas, cuando lo cierto es que el mindfulness te invita a ponerle freno a cualquier pensamiento u emoción que no esté relacionado con el momento presente o con la actividad que estás realizando ahora.

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Beneficios demostrados del mindfulness
La práctica regular de la atención plena modifica nuestro cerebro. Gracias a la tecnología médica hoy sabemos que esta técnica:
• Reduce el dolor y la reacción emocional a él en un 93%
• Mejora el estado de ánimo y la calidad de vida mientras se disminuye la ansiedad, la depresión, el agotamiento y la irritabilidad, ya que calma la parte del cerebro encargada de producir las hormonas del estrés
• Aumenta la memoria de trabajo (previa a la memoria a corto plazo), la creatividad, la concentración, la velocidad de reacción, la resistencia y la capacidad de recuperación
• Potencia la inteligencia emocional
• Reduce el comportamiento adictivo y autodestructivo
• Refuerza al sistema inmune

Según The Center for Mindful Eating de Estados Unidos, quienes se adentran en esta técnica y la convierten en un estilo de vida cultivan la posibilidad de liberarse de patrones reactivos y habituales de pensamiento, sentimiento y acción y promueven el equilibrio, la sabiduría y la aceptación de lo que es.

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Mindful-eating o alimentación consciente
Básicamente, la filosofía es la misma, pero llevada a la mesa: saborear cada bocado, experimentar las texturas de cada ingrediente, observar si estamos comiendo muy deprisa o si estamos distraídos con los dispositivos electrónicos e, incluso, con nuestros pensamientos.

Cuando nos detenemos a comer atentamente, ese momento se nos puede presentar como una conexión con el mundo y podemos aprovechar para sentir gratitud hacia la vida y para tomar consciencia de lo que sucede en nuestro cuerpo, las emociones y los sentimientos que surgen frente a nuestro plato. La forma en la que nos relacionamos con la comida es un reflejo de cómo nos relacionamos con el entorno, por lo que esta técnica puede ayudarnos a explorar y transformar todo aquello que nos incomoda, actuando de una forma más creativa.

En su encuentro anual, en agosto de 2013, The Center for Mindful Eating acordó que comer con atención plena es:

• Permitirte darte cuenta de las oportunidades positivas y nutritivas que están disponibles a través de la selección y preparación de alimentos respetando la sabiduría interna. Al percatarte del largo camino que ha recorrido un alimento hasta llegar a tu hogar, tu actitud al cocinarlo será diferente, ya que te sentirás parte de una cadena virtuosa, que no querrás romper preparándolo con desgana o descuidadamente.

• Utilizar todos los sentidos para elegir comer alimentos que son tan placenteros como nutritivos. Si no has sido parte de la preparación de la comida, además de aproximarte visual, olfativa, gustativa, auditiva y táctilmente, acércate también desde el agradecimiento y el placer, se trata de nutrir al cuerpo físico, pero también de nutrir el alma.

• Reconocer las respuestas del cuerpo a los alimentos sin juicios. Debemos dejar de contar calorías, de pensar que no vamos quedar satisfechos con tan pequeña ración, de hostigarnos planificando la sesión de ejercicios del día siguiente, etc. Más bien, el mindfulness invita a observar cómo reacciona el cuerpo tras cada bocado.

• Aprender a estar consciente del hambre física y de las señales de saciedad para guiar las decisiones de comenzar y parar de comer. Ambas señales son vitales para lograr un equilibrio difícil de quebrantar.

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¿Es lo mismo que Slow Food?
La tendencia Slow Food (comida lenta) surge como contraparte al Fast Food (comida rápida) y se basa en hacer del tiempo de un comer algo extendido, lo cual ayuda al mindfulness, pero no necesariamente se debe comer despacio para atender plenamente, se puede comer rápido y hacer de esos pocos minutos una experiencia profunda y con significado.

Algunos aportes científicos que demuestran la efectividad del mindfulness al comer:

• El programa Eat for Life, desarrollado por la psicóloga nutricional Lynn Rossy de la Universidad de Missouri, parece ser un método para bajar de peso más efectivo que los métodos tradicionales. El programa combina la alimentación intuitiva y el mindfulness, que desarrolla relaciones positivas con la comida y con el propio cuerpo, logrando que las personas aprendan a comer, ejercitarse y experimentar su cuerpo desde claves internas (hambre y saciedad) en vez, de a partir de claves externas (escalas de peso y conteo de calorías).

• El Instituto de Prevención de la Escuela de medicina de la Universidad de Augusta, Georgia llevó a cabo un estudio en el que se entrenó a 40 adolescentes en la técnica de mindfulness. Los resultados indican que el entrenamiento animó a los jóvenes a comer más sanamente, realizar más ejercicios físicos y a minimizar la tendencia a ganar peso. También apareció un dato que los investigadores no esperaban: los adolescentes del estudio disminuyeron su tendencia a compararse en cuanto a peso y apariencia física con sus pares.

• En un estudio realizado en la Universidad Brown se demostró que al incrementar esta práctica se puede mejorar la salud cardiovascular, ya que aporta motivación para realizar ejercicios, resistir los antojos altos en grasa y en azúcar y mantenerse en el régimen alimenticio recomendado por el equipo médico. Igualmente, se encontró una relación entre el mindfulness y la regulación de la glucosa, por lo que se podría estar abriendo paso a una variable que ayudaría a controlar el riesgo de diabetes.

• En una investigación publicada en la revista científica Heliyon se explica que podría ayudar a inhibir la impulsividad en los niños, que es un factor determinante para el futuro desarrollo de la obesidad.

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Prueba esto: Mindful Chocolate
1. Determinación: “es momento de comerme un chocolate”.
2. Activar oído, vista y tacto: sentir el papel que envuelve el chocolate y palpar la forma del chocolate que está adentro; escuchar su crujido cuando lo estamos abriendo, observar el color del majar, controlar las manos para evitar que se derrita y si se derrite, sentir su textura entre los dedos.
3. Activar el olfato: al derretirse entre los dedos, el chocolate desprende aromas y cuando no se derrite también, pero hay que acercarlo a la nariz, preferiblemente con los ojos cerrados.
4. Saborear en 360 grados: al introducir el chocolate en la boca, presta atención a la reacción de la lengua, del paladar, del cerebro. Saboréalo con calma, deja que vengan imágenes a tu mente, dale permiso a tus emociones de manifestarse, no te culpes, cómetelo y ya… vuelve a tu rutina.

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