Chocolate

La Praline y su evolución de 35 años: de la trufa de frutos secos al bombón de catara

Esta casa chocolatera, fundada en 1985, puede describirse como el resultado del enamoramiento entre la delicada técnica belga con el aromático cacao venezolano. En sus 37 años ha evolucionado, igual que el paladar de sus comensales

@sobreelmantel
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Corría 1985 cuando La Praline comenzó a sorprender a unos comensales que, en esa época, aún desconocían el potencial y la riqueza gustativa y aromática del cacao venezolano. Desde entonces, la delicadeza de esa bombonería belga, ensalzada con el cacao fino criollo, se labró un sitial de honor en el mercado chocolatero.

La tienda remozada

Hoy continúan, en manos de la misma familia belga (ya belga-venezolana) que la fundó. Al frente está Brian Van den Broucke, hijo de los fundadores, que siguen supervisando el taller chocolatero. Recientemente renovaron la tienda de Los Palos Grandes, y entre los cambios más importantes está una enorme ventana que ahora comunica visualmente el taller, donde ocurre la magia de hacer los chocolates, y la tienda.

Brian Van den Broucke en el taller. Foto @sobreelmantel

En estos días, entrar a la tienda y al taller es como entrar al taller de San Nicolás, si este bonachón fuera chocolatero. Las figuras navideñas saltan por doquier: pinos de varios tamaños con adornos en colores, un simpático reno enfundado en una bufanda, santas que hasta hacen delivery y bombones adornados con dibujos miniaturas son parte de la oferta temática de la chocolatería. Pero también está su amplia variedad de bombones, que pueden rellenar cajas alusivas a la época o las emblemáticas de La Praline, y también cajas de madera, vidrio o gres hechas por artesanos venezolanos.

Siempre artesanales

Todas las piezas de la casa son artesanales. Se hacen en el taller, que queda en el piso superior de la tienda, con rellenos sin aditivos. Allí también se tempera el chocolate, se elabora el praliné (frutos secos con caramelo) de muchos bombones, las confituras y las mezclas de sabores variados. Por ejemplo, en esta época, el bombón de Ponche Crema triunfa entre los consumidores asiduos a la marca.

La Praline
Rellenando los capacillos oscuros con crema de ponche. Foto @sobreelmantel
la praline
La praline (frutos secos con caramelo) antes de triturarse como relleno de bombones. Foto @sobreelmantel

Muchos de los chocolatines emblemáticos, los favoritos de los primeros años, permanecen en la carta como las orengettes, naranjitas cubiertas de chocolate negro. Pero el gusto del consumidor ha variado. Un ejemplo es el bombón más vendido. Durante años fue el «tronquito», y ahora, cuenta Brian, son el bombón con parchita y el «choco toff» con un relleno de toffee oscuro súper chicloso.

Lo mismo ha ocurrido con el tipo de chocolate que se usa. Al principio, ese consumidor educado en las golosinas, prefería bombones de chocolate con leche. Pero el gusto se volteó y el 60% de los clientes de La Praline opta por chocolate oscuro.

Y, aunque el origen y la técnica de La Praline es belga, la venezolanidad se siente en muchas de sus piezas. El bombón de catara es uno de estos sellos. Es un capacillo de chocolate oscuro con una mezcla que contiene picante del Amazonas y relleno de frutos rojos. Es de los favoritos de Brian que, confiesa, «le pone catara a casi todas las comidas». Aquí se puede ver el bombón de catara:

En el caso de las figuras de chocolate, que en esta época son de Navidad aunque la casa también celebra la Pascua (una de las fiestas más emblemáticas en Bélgica) y Halloween, las partes de colores se pintan a mano, con tintes comestibles con base de chocolate blanco, con delgados pinceles que exigen precisión y práctica. Son dos moldes, uno por cada lado de la figura que luego se cubren de chocolate y se ensamblan.

La Praline
Los pinceles y las mangas con los colores que se usan para pintar las figuras

Esta casa es un sitio de tradición, y no solo por la técnica y el arte de sus chocolates, sino también por su gente. Muchas de las personas que atienden en la tienda son caras conocidas por los clientes. Tienen 12, 14, 25 y hasta 29 años con ellos, como Dinorah Escalona, una sonrisa perenne detrás del mostrador.

La Praline
Dinorah, a la derecha, acomapañada de Kariannis, Patricia y Milángela

La Praline es uno de los ejemplos del amor que Venezuela desata en gente foránea, que se hacen venezolanos del corazón. La delicada técnica belga se une con el chocolate más aromático del mundo, el venezolano.

Coordenadas de La Praline

Dónde. La Praline tiene 3 tiendas. La principal, donde está el taller, está en Los Palos Grandes, frente a Farmatodo. Y tiene dos más en Tolón y el centro comercial Valle Arriba. También están en Panamá, en Vía Porras Altos de Golf.

Instagram. @lapralinechocolatier

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