El fogón creativo

Chicha criolla: tan dulce y espesa como un abrazo

La chicha es una bebida autóctona de América Latina. En Venezuela, sus orígenes se remontan varios siglos atrás, cuando se hacía con maíz

chicha criolla
Daniel hernández / @danielimagen
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La chicha criolla, preparada con arroz, leche fresca y un toque de leche condensada y canela se mantiene incólume en medio de los vaivenes de la moda gastronómica.

Rafael Cartay la describe como “una bebida refrescante y espesa”, en la que el hielo añadido obra maravillas.

Graciela Pérez Schael en La Cocina de Casilda (Caracas, 1953) deja bien claro que la chicha criolla “blanca y aromada, ostenta y puede hacer alarde de su popularidad”, y agrega que “en los carritos o puestos ambulantes y callejeros se la encuentra a diario, y su clientela es siempre consecuente”.

Chicha criolla
Foto Daniel Hernández / @danielimagen

Entre los ingredientes que señala Graciela se encuentran la masa de maíz y la harina de arroz en partes iguales, agua de azahares, almendras dulces, un “cogollo de naranjo o de limonero” y azúcar, por supuesto, porque la chicha criolla se caracteriza por ser muy dulce.

chicha criolla
Foto Daniel Hernández / @danielimagen

Es casi la misma receta que se encuentra recopilada en el libro ¡Buen Provecho!: Caracas Cookery, (Caracas, 1946) donde las autoras insisten en la textura de la preparación: que debe ser espesa como “un carato”.

Chicha Criolla
Foto Daniel Hernández / @danielimagen

Los ingredientes y el proceso de elaboración parecen indicar que es una “modernización” del tradicional carato de acupe, elaborado solo a base de masa de maíz y que es, a su vez, una receta con reminiscencias de la chicha ancestral de los primeros habitantes de estas tierras americanas.

La chicha es una bebida autóctona de América Latina. En Venezuela, sus orígenes se remontan varios siglos atrás, cuando se hacía con maíz. El grano se masticaba, se escupía y se ponía a fermentar. Una vez fermentado, el resultado era una bebida alcohólica.

Leyenda urbana

La plaza San Jacinto, que luego se llamó plaza El Venezolano, a una cuadra de la casa natal de El Libertador, en pleno cuadrilátero histórico de Caracas, por años contó con un chichero que se apostaba en una de las esquinas de la calzada empedrada.

En torno a este expendedor se tejió por años la leyenda del uso de las inmensas ollas donde mantenía la chicha criolla, para “esconder” las piezas de joyería que los ladrones arrancaban a los desprevenidos caminantes de la zona. Esta historia nunca ha sido confirmada o negada, así que pasa a ser parte de las numerosas anécdotas que sazonan la culinaria nacional.

La chicha criolla en modernas versiones

La chicha criolla por obra y gracia de los hermanos Pedro y Ramón Dahdah, de Fragolate Helados Artesanales que han sido reconocidos con el Premio Armando Scanonne 2019 de la Academia Venezolana de Gastronomía (AVG), se ha transformado también en un cremoso helado sofisticado y elegante sin dejar de ser tan dulce y espeso como la que vendían los chicheros en las plazas caraqueñas.

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Helado de chicha criolla, de los sabores favoritos entre los comensales de esta heladería. Foto cortesía Fragolate

Coordenadas

Chichero de las fotos. Carrito de chicha de la plaza La Candelaria.

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Foto Daniel Hernández / @danielimagen

Fragolate Heladería Artesanal. @fragolatehelados

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