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Adiós a Lutecia Adam, la laboratorista de la naturaleza

Falleció en Mérida a los 99 años, dejando un legado de conocimiento sobre la naturaleza y sus aportes a la salud del ser humano

Lutecia Adam
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Lutecia Adam vivió una vida larga y realmente natural. Hoy, 23 de octubre de 2024, esta venezolana se despidió a los 99 años, dejando como legado su famoso libro Laboratorio de la Naturaleza, entre otros aportes, siempre dedicados a los beneficios que el ser humano puede obtener de las plantas.

Nació en Irapa, estado Sucre, pero creció en Tucupita, Delta Amacuro, rodeada de esa flora y fauna selvática que, por ósmosis, la hicieron entender mejor la naturaleza. Allí vivió hasta los 16 años. Posteriormente estudió en Estados Unidos. Al regresar a Venezuela, Lutecia Adam se radicó en Caracas, se casó dos veces (primero con Enio Arreaza y luego con Oscar Yanes) y tuvo 5 hijos, 13 nietos y 14 bisnietos. Sus últimos años los vivió en Tabay, Mérida, rodeada de montañas y bosques como a ella tanto le gustaba.

lutecia adam
Lutecia Adam era sociable y de conversación fluida y amena. Foto cortesía

Una enfermedad le hizo tomar la decisión no solo de cambiar su estilo de vida, sino también de compartir su conocimiento sobre la naturaleza con los venezolanos. Así escribió Laboratorio de la Naturaleza (una obra de dos tomos) y luego El Gran Laboratorio de la Naturaleza, libros llenos de recetas saludables y descubrimientos botánicos, editados en los años 80 del siglo pasado.

Lutecia Adam
Segundo tomo del libro Laboratorio de la Naturaleza

En sus libros, Lutecia hizo un paseo por distintos vegetales, con sus beneficios en la cocina y en la medicina, descubriendo cualidades en la auyama, la berenjena, el ajo, la cebolla, la chayota, la espinaca, la papa, el plátano (al que llamaba oro), el rábano, el repollo, la «maravillosa remolacha», la yuca o la zanahoria.

Las frutas, por supuesto, no se quedaron atrás. Lutecia Adam compartió conocimiento sobre aquellas que son comunes para los venezolanos como el mango, el coco, la naranja o la lechosa, mostrando que son algo más que sabrosas y refrescantes.

También hizo un repaso por distintas hierbas, muchas silvestres, con su respectivo dibujo para ayudar a las personas a identificarlas. Con El Laboratorio de la Naturaleza, el lector aprendió las bondades de plantas como el árnica, la cola de caballo, el diente de león, el llantén, la pira (o hierba Caracas), el pasote, el romero y hasta el gamelote.

Hasta de las flores descubría sus secretos. Enseñó a hacer té y champú de cayena, infusión de violeta, y a saber más sobre la malva, los girasoles y la cocuiza blanca.

Y también dio consejos para «movilizar el colon», desdeñar el azúcar (al que llamaba «ladrón de energía»), para aprender a respirar e, incluso, algunos tips estéticos siempre aprovechando lo natural.

Si quiere conocer más sobre Lutecia Adam y su legado, puede leer la siguiente entrevista que le hizo Alberto Veloz en 2022, una de las últimas que concedió esta laboratorista de la naturaleza.

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Su nieta Ximena Montilla heredó de Lutecia la inquietud editorial y la necesidad de transmitir cultura, conocimiento y tradición a través de los libros, y dirige el proyecto Historia de la arepa, que ha editado 4 libros en 4 años, siempre alrededor del pan venezolano de maíz. Ximena, a través de su Instagram, recordó así emotivamente a su abuela:

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