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Fettuccine Alfredo: famosas en el mundo, ignoradas en Italia

El dicho "nadie es profeta en su tierra", se puede aplicar a varias recetas que triunfan alrededor del mundo y no son favoritas en casa, una de ellas es "fettuccine Alfredo", considerada en Nueva York el súmmum de la cocina italiana --así como los "spaghetti with meatballs" (espaguetis con albóndigas), extravagancia que a nadie se le ha ocurrido incluir aún en los menús serios de esta capital-- sin embargo, la romántica historia de esa deliciosa pasta fresca, casi impalpable, con mantequilla y queso, es digna de contar

Texto: Eliana Loza, desde Roma Fotos: Cortesía
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Todo comenzó en el aún existente restaurante «Alfredo», situado en vía della Scrofa, en el año 1908. La esposa de Alfredo Di Lelio, Inés, había apenas dado a luz a Alfredo jr., después de un embarazo delicado y se encontraba débil e inapetente, el nuevo padre se las ingenió para prepararle un plato que fuera consistente, nutritivo y, a la vez, sabroso y delicado, así hizo las fettuccine (cintitas de pasta muy delgadas) frescas con más huevos y de cocción muy rápida, condimentadas con doble mantequilla de primera calidad y mucho queso parmesano rallado. Inés quedó tan encantada que las comía todos los días y sugirió que el plato fuese incluido en el menú del restaurante.

pasta alfredo
La fama mundial llegó en 1920, cuando al restaurante llegaron los célebres actores Mary Pickford y Douglas Fairbanks, que estaban de luna de miel en Roma, quedaron tan fascinados con las fettuccine, que, a manera de agradecimiento, mandaron de regalo al autor un juego de servicio de cucharón y tenedor, bañado en oro, con el grabado «To Alfredo King of the noodles» (A Alfredo rey de las pastas), que todavía se puede ver en el local original, abundantemente decorado con fotografías de celebridades, desde los rugientes años ’20 hasta nuestra época actual, que disfrutaron de una cena allí.
Al regresar a Hollywood, Pickford y Fairbanks describieron la receta a sus amigos como una pasta delicadísima a la que, en presencia del comensal, se le agregaba mantequilla cremosísima y parmesano rallado, «que caía como una lluvia copiosa», provocando la curiosidad de todos, que decidieron incluir el restaurante «Alfredo» en sus viajes a Roma.
alfredo nocturno
La indirecta fama de «Alfredo» llegó a los restaurantes al otro lado del Atlántico -incluso en Venezuela-  lo que, en algunos casos, significó extrañas e infelices variantes. Por ejemplo, hay quien condimenta la pasta con nata o con (¡horror!) salsa bechamel, sobra decir la dificultad de conseguir el auténtico Parmiggiano Reggiano, sustituido por productos que se atreven a llamarse «parmesano» pero nada tienen que ver con el queso que prefería nada menos que Giuseppe Verdi, de quien se cuenta se llevaba kilos del producto cuando viajaba fuera de Italia. Es más, en Nueva York, la «salsa cremosa Alfredo» sufrió transformaciones, como agregarle pollo o camarones, luego de que el mismo Di Lelio abrió un restaurante en los años ’70, que, al menos en cuanto a ingredientes de sus recetas, fue degenerando cuando lo dejó a sus socios. No significa que los resultados no puedan ser sabrosos, pero distan un océano en lo que a autenticidad se refiere, aun usando el nombre original.
En 1948, Di Lelio vendió el restaurante con todo lo que tenía adentro -recetas inclusive- a la familia Mozzetti, que aún sigue allí con la nueva denominación de «Alfredo alla Scrofa», pero en 1950, Di Lelio abre otro local en la cercana plaza Augusto Imperatore, con un nombre que deja intuir algún problema de autenticidad entre ambos grupos, al menos en la propiedad intelectual de las exquisitas fettuccine, «Vero Alfredo» (Verdadero Alfredo). En realidad, esta rivalidad importa solamente a los visitantes extranjeros, sobre todo norteamericanos, que quieren rememorar la romántica historia de los ídolos hollywoodenses, pues la calidad de sus menús y del servicio es del mismo alto nivel.

featured pasta alfredo
«Alfredo alla Scrofa» puede jactarse de ser el restaurante donde se sirve el delicioso plato ininterrumpidamente desde su creación en 1908, mientras el «Vero Alfredo» se vanagloria del árbol genealógico que incluye a su creador, lo cierto es que son los únicos dos lugares en el mundo con la auténtica receta, que en el resto de Roma -y de Italia- extrañamente, se conoce poco.
En otro post publicado hoy también en Bienmesabe, Alberto Veloz nos habla de los restaurantes italianos de otrora en Caracas, su aparición y auge. Léalo aquí
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