Navidad

Hacer hallacas juntos: una bonita manera de combatir el Alzheimer

Explica una neuropsicóloga que, aunque hacer hallacas no es una terapia en sí, les aporta muchos beneficios neurocognitivos por el seguimiento de instrucciones y sobre todo en la reconexión con las emociones

hacer hallacas
Sara Kafrouni
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Las tradiciones navideñas, como cantar aguinaldos y hacer hallacas juntos, pueden ayudar a combatir los trastornos cognitivos, desempolvando recuerdos y trayendo alegría a los adultos mayores.

Así se comprobó en una actividad especial con 13 adultos mayores, huéspedes de la Casa Hogar La Ponderosa que, entre sus actividades de estimulación, ideó compartir con ellos la elaboración de hallacas, previamente animada con la terapia de música, en la que cantaron villancicos y boleros, y tocaron instrumentos musicales siguiendo las instrucciones del profesor Maximiliano Catoni.

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Foto Sara Kafrouni

Según explica la neuropsicóloga de La Ponderosa, Erika Pazmiño, hacer hallacas no es una terapia, sin embargo les aporta muchos beneficios neurocognitivos por el seguimiento de instrucciones y sobre todo en la reconexión con las emociones que los huéspedes vivían en sus hogares junto a sus familiares al momento de celebrar estas fiestas.

“Más que una terapia, es una actividad. Aquí hacemos estimulación neurocognitiva con estos pacientes, que es una de las terapias que está indicada para ellos, así como la terapia ocupacional. Esto de hacer las hallacas es una actividad que, de por sí, los va a estimular cognitivamente, va a estimular el recuerdo remoto de cuando ellos lo hacían y los puede conectar con el entusiasmo, con la alegría”, explica Pazmiño.

Además, señala que esta actividad de hacer hallacas les “aminora la sensación de soledad que pueden tener, o de inutilidad”.

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En la actividad participaron las personas que quisieron. Foto Sara Kafrouni

Las hallacas más amorosas

¿Cómo hacer para incorporar a un adulto mayor con trastornos cognitivos en el proceso de hacer hallacas? La neuropsicóloga adelanta que hay que escoger alguna actividad sencilla y darles instrucciones claras de lo que deben hacer. Hay que decirles minuciosamente el paso a paso y luego recordárselos durante el proceso. Aunque haya errores, esto estimula los procesos mentales que se van generando con la actividad.

“¿Qué hay que hacer antes de poner el guiso? Ah, tengo que extender el bollito. Pueden presentarse dificultades, pero los vamos observando y los vamos guiando y ellos se van sintiendo útiles al concluir la actividad. Lo importante es que, al finalizar, puedan entender el sentido de la actividad», expresa.

Hacer hallacas es aún mucho mejor que las terapias de estimulación que, a veces no tienen un fin, sino trabajar la fluidez y ellos no entienden para qué hacen esto.

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«En cambio, al hacer hallacas ellos piensan ‘voy a hacerla y luego voy a comerme la hallaca’. O sea, le encuentran sentido a la actividad. Y la pasan muy bien, y pueden rememorar cosas. Porque sí recuerdan, que vinieron personas, que pusieron música, que hicieron hallacas, que comieron…», que tú dices: ‘ah pero no recuerdan nada’. Sí, sí recuerdan, recuerdan que vinieron unas personas por acá, que pusieron música, que hicieron hallacas, que comieron”, comenta Pazmiño.

Hacer hallacas, una actividad voluntaria

En esta actividad fue indispensable respetar sus procesos y rutinas. Cada huésped siguió sus actividades como es costumbre, y al momento de realizar las hallacas participaron solo aquellos que lo desearon.

Entre risas, empezaron a guiarse entre ellos durante el secado de las hojas. Sin duda alguna, sus actitudes reflejaron el cariño y la dedicación con la que preparaban hallacas en sus hogares.

Cuidado con la frustración

Como señaló la neuropsicóloga, es necesario respetar los procesos e incorporarlos. Y así fue. Cada uno de los huéspedes participó en la actividad hasta que quiso o se sintió cansado.

Sólo así es posible obtener una buena respuesta que, aunque presenten alteraciones en lo emocional como ansiedad o depresión y se les dificulte quedarse tranquilo durante la estimulación cognitiva.

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Foto Sara Kafrouni

Son libres para ir a su ritmo, dar una vuelta con alguno de los cuidadores y regresar a la actividad, lo que les permite empezar a participar, a recordar y a sentirse útiles, haciendo actividades que puedan realizar sin llevarlos a la frustración. Pues, según explica Erika Pazmiño, “la frustración hace que el cortisol se dispare y se produzcan alteraciones a nivel neurológico, que es lo que estamos tratando de detener. Hay que, más bien, disminuir la exigencia”.

El hogar La Ponderosa se especializa en el cuidado de las personas que son afectadas por el trastorno neurocognitivo mayor, lo que se denominaba antes demencia.

“Lo que pasa es que la demencia se divide en varios tipos dependiendo de la enfermedad que produzca la demencia. La más conocida es el Alzheimer, pero existen otras como trastorno neurocognitivo mayor debido a enfermedad vascular, enfermedad de Huntington, con cuerpos de Lewy, y hay mixtos también. Lo cierto es que son trastornos neurocognitivos mayores”, señala Pazmiño quien además agrega que todas las terapias aplicadas no sólo mejoran su calidad de vida, sino que es posible que enlentezca el proceso degenerativo y en lugar de darse en tres años, quizás, pueda darse en 10 años.

Lo cierto es que, con amor y paciencia, se puede ayudar a los adultos mayores a mejorar la actividad mental y, sobre todo, regalarles un momento de alegría y emociones positivas.

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