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Academia Venezolana de Gastronomía entrega sus codiciados premios Tenedor de Oro 2018

Una vez más la AVG reconoce, con los premios Tenedor de Oro, el gusto por la calidad y el placer de comer y de esta manera estimula las creaciones culinarias y los valores de la gastronomía en su sentido más amplio.   Los premios más esperados en el mundo culinario venezolano son los que otorga la Academia Venezolana de Gastronomía cada año a todas las personas que se destacan por su talento, siempre teniendo como norte la excelencia de sus productos, innovación, calidad y presentación de alimentos y bebidas, y en un ámbito más amplio, las publicaciones que contribuyan al rescate, estudio y documentación del repertorio culinario nacional. Los chefs, cocineros profesionales, restaurantes, productores, empresarios, artesanos, comerciantes de alimentos y bebidas, así como enólogos y sumilleres, educadores, investigadores, escritores y editores, o cualquier otra persona con actividades afines e inmersos en el quehacer gastronómico, se esmeran día a día en su labor y ponen todo el empeño por alcanzar un Tenedor de Oro de la Academia Venezolana de Gastronomía. Recientemente la Junta Directiva de la Academia hizo entrega de los premios concedidos en 2018, siendo la empresa Destilería Carúpano, con su excelente portafolio de productos, la reconocida con el Gran Tenedor de Oro entregado por la flamante presidenta de la AVG, Ivanova Decán Gambús, en acto cargado de emotividad, excelente organización y felicitaciones a granel. Es la primera vez en la historia de la AVG que se premia a una empresa por todos sus productos, ya que representan en cada uno de sus rubros, alta calidad y excelencia. Carlos Hernández Coll, cocinero zuliano en constante búsqueda de su esencia gastronómica pero con un temple de acero para enfrentar las cacerolas, y en especial las de raigambres maracuchas, obtuvo el reconocimiento como Tenedor de Oro al chef del año.

Foto de portada: Daniela Salazar / @dannielasalazar
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Foto: Giuliana Chiappe
Foto: Giuliana Chiappe

Las cuatro menciones Tenedor de Oro recayeron en Alimentos KQT, Ercole D’Addazio. Emerson Freitez y el Instituto Culinario de Caracas.

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Foto: Hector Romero, Emerson Freitez y Julio Alfonzo, representante de KQT. Crédito: Alberto Veloz

Los productos de KQT poseen un alto nivel de calidad insospechado quizá por lo remoto de su procedencia. Estas exquisiteces son  elaboradas por la familia Machado Vegas desde hace 44 años en pleno páramo merideño en la pequeña y casi ignota población de Cacute, de allí el nombre por las letras que lo conforman. Destacan sus quesos madurados estilo parmesano pero mejores, algunos aliñados; mermeladas, confituras y delicadas de todas las frutas tropicales y propias del terruño como las mandarinitas, curubas, moras, tomates de árbol y papayitas. kqt, gout de france, merida Ercole D´Addazio, sibarita  de altos kilates a sus 88 años sigue en la cocina de su restaurante L´Ercole, por pura pasión al igual que está pendiente de su otro amor por los vinos. Posee la bodega mejor provista del país. Este empresario de la construcción, nacido en Italia es uno de los fundadores de Puerto Ordaz en el lejana década de los 50, y sigue tan activo como en aquella época.

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Foto: Yolanda Quintana de Popic y Ercole D´Adazzio. Crédito: Alberto Veloz

Emerson Freitez, el más destacado de los pasteleros venezolanos, con premios en la Copa del Mundo de las Artes Dulces, celebrada en París, dirige la Academia de Pastelería Emerson Freitez de donde han egresado más de 400 alumnos y también es propietario de la pastelería Di Zucchero, negocio familiar en Barquisimeto. Reconocimientos nacionales e internacionales lo han llevado a la cúspide del mundo azucarado, por algo le dicen “el mago mundial del azúcar”. Es la primera vez que la AVG otorga un premio en pastelería.

El Instituto Culinario de Caracas, fundado por los chefs Héctor Romero y Sumito Estévez, obtuvo esta mención Tenedor de Oro por su dedicación y apego a la enseñanza de la gastronomía venezolana con empeño profesional durante 17 años ininterrumpidos. En el ICC los alumnos aprenden técnicas de cocina como cortes, cocciones, manipulación y conservación de alimentos. Las preparaciones tradicionales venezolanas quedan plasmadas y registradas profesionalmente para ser replicadas por estas y futuras generaciones con el fin de mantenerlas en el tiempo para nuestro patrimonio y acervo culinario.

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